Capítulo 4. Que nosotros, ¿qué?

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Así que, luego de mil y un peleas con Callum, finalmente habíamos conseguido terminar nuestro gran proyecto. No me la había pasado de lo mejor y seguía bastante incómoda con el hecho de que él hubiese pagado todos los materiales. Aunque no me quedaba de otra que aceptar el hecho de que mi situación no daba para gastos tan excéntricos. Y con eso me refiero a que Callum había escogido los materiales y se había excedido un poco en el presupuesto que nos planteamos al inicio.

Yo hablaba y era como si esperar que una pared de concreto me respondiera. Y eso sencillamente no iba a pasar.

"¿Quieres quitar esa cara?" No había dejado de repetir esas palabras desde que pusimos un pie en la facultad. Si subir la maqueta a su lujoso auto había resultado difícil, no la estábamos pasando mejor mientras la cargábamos por los pasillos.

"Solo tengo una cara, no la puedo cambiar." Mis palabras parecían más los gruñidos de un bulldog, pero eso era lo de menos.

No estaba de buen humor, ¿ok?

"Deja de ser tan quejica y camina. Si sigues a este ritmo llegaremos tarde." Me ordenó y aceleró el paso. ¡Como si fuera tan fácil seguir sus pisotadas de gigante!

"No soy quejica," torcí el labio y puse los ojos en blanco. "Esto pesa una tonelada."

Y es que era verdad. Pensemos por un momento: dos personas adultas -o al menos bastante maduras- necesitan cargar la maqueta de un modelo de condominio. Es que esta vez al profesor se le había saltado una tecla, ¡un condominio! Honestamente no hubiera pensado jamás que algo así se pudiera terminar en tan poco tiempo, pero sin duda alguna habíamos hecho un buen equipo.

Incluso cuando no lo soporte.

Incluso cuando la maqueta sea imposiblemente grande y casi no entre por el marco de la puerta.

Haciendo una maniobra complicada logramos girar diagonalmente el trabajo para que pasara por la entrada a nuestro salón. Una vez apoyado el ostentoso proyecto en mi escritorio y parte del suyo pude sentirme aliviada.

Observé a mi alrededor a los proyectos de las demás parejas y una oleada de orgullo me invadió. Entre las quince maquetas no había ninguna parecida a la nuestra; o bien eran simplonas o bien tenían demasiadas cosas y no se entendía bien el concepto. Le eché otra ojeada a la nuestra y la expresión de Callum era parecida a la mía: una mezcla de orgullo y arrogancia.

Yo nunca había sido arrogante, pero en esos momentos me resultaba bastante difícil; tenía que admitirlo, habíamos hecho buen equipo.

Claro, no era necesario que él lo supiera.

"¿Sigues dudando de mi visión?" Preguntó el moreno con su rostro realmente cerca.

"¿Quieres dejar de invadir mi espacio cada vez que me hablas?" Le atiné una mirada de reproche y me alejé un poco.

"Ah, es cierto. Que te pongo nerviosa," una sonrisa sabrosa se dibujó en sus labios.

"Se nota que no tienes el mínimo de respeto por el espacio personal de los demás," puse mala cara y me crucé de brazos.

"Vamos Francesca, el espacio personal está hecho para ser invadido," si bien su rostro no demostró nada, estaba segura de que algo más había debajo de tanta tranquilidad.

De todos modos no importaba. Apenas unas horas más y podría librarme de él. Al profesor le encantaría nuestra maqueta, nos pondría la nota y podría volver a mi trabajo en solitario. Solo tenía que aguantar un par de horas más.

"De acuerdo chicos," empezó el profesor atravesando la puerta del salón, "me muero por ver qué han traído esta semana."

Una vez la clase terminara, Callum y yo nos apresuramos a dejar la maqueta en el cuarto de exhibiciones, no había manera de que fuera a cargar con esa cosa de nuevo. Me colgué la mochila en el hombro izquierdo y me dirigí hacia la puerta.

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⏰ Última actualización: Dec 28, 2015 ⏰

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