Capítulo 2. ¡Deja de seguirme!

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Y yo que pensaba que dormir era algo necesario.

Me dejé caer sobre mi cama suspirando fuertemente, el agotamiento ganándome. Una semana sin dormir era lo máximo que podía soportar y no estaba segura si el proyecto había quedado exactamente como estaba planeado, pero en esos momentos solo podía pensar en dormir y recuperar un par de horas de descanso. Restregué mi cara con las manos y miré hacia el reloj que estaba apoyado sobre mi mesita de noche: las siete de la mañana. Genial, aún tenía una hora para descansar y luego irme a clases. Coloqué una alarma y dejé que mis ojos se cerraran solos.

Pero el sonido de mi celular interrumpió mi proceso de recarga.

Gruñí y tomé el aparato en mis manos, mis ojos se abrieron como platos al darme cuenta que la hora ya había pasado y no me lo podía creer. ¡Si apenas había cerrado los ojos! ¿Cómo es posible? Volví a suspirar y me levanté de la cama, le eché un vistazo a la maqueta apoyada sobre mi escritorio y el sinnúmero de papeles extendidos sobre mi tabla de dibujo. Era una estructura bastante sencilla, pero cumplía con los requisitos que el profesor Marshall había pedido así que no tenía porque preocuparme. La combinación de colores era un tema aparte y tuve que conformarme con lo que había logrado diseñar. ¿Quién dijo que la arquitectura era fácil?

Me estiré como gato perezoso y me dirigí al baño, una buena ducha y ropa limpia me pondría de mejor humor y si lograba meter algo en el estómago antes de tener que pasar cuatro horas escuchando al profesor Marshall criticando maquetas y comparándolas con la época moderna, sería perfecto.

Me senté en el asiento que usaba normalmente y dejé los auriculares en mis oídos, aún tenía unos diez minutos antes de que la clase empezara oficialmente y prefería mantenerme alejada del resto del mundo hasta que eso sucediera. Apoyé la cabeza sobre mis brazos y dejé que la música de Strauss me relajara, no había nada mejor que eso. Y no me miren así, no soy un bicho raro, también me gusta la música clásica y eso no tiene nada de malo.

A pesar de que estaba en mi pequeño mundo fantástico, algo estaba fuera de lugar.

La sensación dolorosa que nacía en el borde mi coronilla no debía estar ahí y solo hizo que abriera los ojos y mirara hacia arriba preocupada de haberme quedado dormida nuevamente, pero era solo aquel mismo chico una vez más. ¿Cómo era que se llamaba? Ah sí, Callum.

"¿Qué es lo que quieres?" pregunté molesta.

"Si sigues así, romperás el récord de ronquidos del salón," se mofó y se sentó en la silla delante a la mía.

"Yo no estaba roncando," respondí de mala gana.

"Claro que si chiquilla," apreté mi puño ante su pequeño apodo. Detestaba que hicieran hincapié en el hecho de que era un poco baja, pero vamos, ¡un metro sesenta y cinco no es poco!

"No me llames así," traté de poner la expresión más seria que pude, pero no funcionó ya que el muchacho de pelo negro simplemente se echó a reír, "no me parece gracioso," lo fulminé con la mirada.

"Pues a mí sí," respondió entre risas y se alejó de mí.

Desde que había descubierto que yo trabajaba en la discoteca aquella no había dejado de molestarme y aparecer todas las noches en la barra. Gracias al cielo ya no se había presentado con el grupo de idiotas de la primera vez, pero eso no quitaba lo incómodo del asunto. ¿Por qué de repente le había dado por hablarme ahora, si al parecer habíamos compartido algunas clases desde hace dos años?

Él no había notado mi presencia en todo este tiempo y para mi estaba completamente bien ya que yo ni siquiera me había fijado que él existía. Tener amigos en la universidad solo hacía que perdiera el tiempo así que había decidido hace mucho que sólo me concentraría en mi trabajo y lo que tenía que hacer para mantener mi beca. Becca era mi amiga por motivos completamente inexplicables, aparte de que ninguna de las dos tuviéramos tiempo como para irnos de fiesta y cosas por el estilo, pero esa era una historia diferente.

FOOLS (On Hold)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora