Blancanieves☆

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LA HISTORIA REAL DE BLANCANIEVES.

Érase una vez una hermosa y buena reina que, cosiendo junto a su ventana, se pinchó en el dedo y vio cómo la sangre cayó en la nieve. Fue entonces cuando la hermosa y buena reina deseó tener una hija con la piel tan blanca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el pelo negro como la noche. Y su deseo se cumplió, naciendo una preciosa y encantadora princesa a quien la buena y hermosa reina junto a su esposo, el rey, decidieron llamarla Blancanieves. Pero, la buena y hermosa reina, la madre de Blancanieves, murió después de dar a luz a la princesa Blancanieves, su primera, propia y única hija, y el rey, el padre de Blancanieves, se casó por nueva y segunda vez con una mujer muy bella pero muy malvada. La segunda y nueva esposa del rey, la nueva reina y madrastra de Blancanieves era una reina bruja muy poderosa, celosa y vanidosa que tenía un espejo mágico.

La nueva reina bruja, segunda esposa del rey y malvada madrastra de Blancanieves solía preguntarle a su espejo cada día:

"Espejito, espejito mágico en la pared dime una cosa, ¿quién es entre todas las damas de este reino la más hermosa?"

Y el espejo mágico le contestaba a la malvada madrastra de Blancanieves:

"Tú, mi Reina, eres la más bella de todas."

Pero, cuando Blancanieves cumplió diecisiete años era tan bonita como el día, y la malvada madrastra de Blancanieves le preguntó a su espejo mágico, y éste le respondió:

"Mi Reina, estás llena de belleza, es cierto, pero tu joven hijastra, la princesa Blancanieves, es mil veces más hermosa que tú y jamás podrás cambiar eso."

La malvada madrastra de Blancanieves, celosa, ordenó a un asesino que matara a Blancanieves en el bosque y, para asegurarse, le exigió que le trajera el corazón de la niña. El asesino lleva a la reina el corazón de un jabalí joven (que luego fue cocinado por el cocinero real y comido por la malvada madrastra de Blancanieves).

En el bosque, Blancanieves descubrió una pequeña casita en un claro y en medio del bosque que pertenecía a siete enanitos y decidió entrar para descansar. Allí, éstos se apiadan de ella:

Si mantienes la casa para nosotros, cocinas, haces las camas, lavas, coses, tejes y mantienes todo limpio y ordenado, entonces puede quedarse con nosotros y tendrás todo lo que quieras.

Le advirtieron, eso sí, que no dejara entrar a nadie mientras ellos estuvieran en las montañas. Mientras tanto, la reina le preguntó a su espejo una vez más quién era la más bella de todas y, horrorizada, se enteró de que Blancanieves no sólo estaba viviendo con los siete enanitos, oculatada y escondida en la casita de los siete enanitos del bosque, sino que Blancanieves seguía siendo la más bonita de todas.

La malvada madrastra de Blancanieves usa tres disfraces para tratar de matarla mientras los enanos están en las montañas. En primer lugar, disfrazada de vendedora buhonera, la reina malvada, la malvada madrastra de Blancanieves, le ofrece a Blancanieves unas coloridas cintas para el cuello. Blancanieves se prueba una pero la malvada madrastra de Blancanieves la aprieta tan fuertemente y atrozmente la cinta al cuello de Blancanieves que Blancanieves cae asfixiada, haciéndole pensar a la reina malvada, la malvada madrastra de Blancanieves, que Blancanieves ésta está muerta. Los siete enanitos al regresar a la casa descubren a Blancanieves desmayada, los siete enanitos le retiran la cinta del cuello y Blancanieves se despierta.

La segunda vez la malvada madrastra de Blancanieves va disfrazada de vendedora de peines y le ofrece un peine envenenado a Blancanieves. Aunque Blancanieves se resiste a que la mujer le ponga el peine, ésta logra ponérselo a la fuerza y Blancanieves cae desmayada, con el peine clavado en pelo. Cuando llegan los siete enanitos de las montañas le quitan el peine clavado en el pelo de Blancanieves y se dan cuenta de que no alcanzó a clavárselo en la cabeza, sino que solo la rasguñó. Le quitan y le desclavan el peine del pelo de Blancanieves a Blancanieves y ésta se despierta.

Por último, la malvada madrastra de Blancanieves prepara una manzanaenvenenada, se disfraza como una granjera y le ofrece la manzana a Blancanieves. Cuando Blancanieves se resiste a aceptar, la malvada madrastra de Blancanieves corta la manzana por la mitad y se come la parte blanca y buena de la manzana y le da la parte roja y envenenada de la manzana a la princesa. Blancanieves come la parte roja de la manzana con entusiasmo e inmediatamente cae en un profundo sopor. Cuando los enanos la encuentran, no la pueden revivir. Aún conservando su belleza, los siete enanitos fabrican un ataúd de cristal para poder verla todo el tiempo.

El tiempo pasa y un príncipe que viaja a través de la tierra ve a Blancanieves en el ataúd. El príncipe está encantado por su belleza y de inmediato se enamora de ella. Este le ruega a los siete enanitos que le den el cuerpo de Blancanieves y pide a sus sirvientes que trasladen el ataúd a su castillo. Al hacerlo se tropiezan en algunos arbustos y el movimiento hace que Blancanieves escupa el trozo de manzana envenenada atorada en su garganta, despertando así de sueño de muerte. El príncipe luego le declara su amor a Blancanieves y pronto el príncipe y Blancanieves planean celebrar su boda.

La vanidosa y malvada madrastra de Blancanieves, creyendo aún que ella está muerta, pregunta una vez más a su espejo quién es la más bella de la tierra y, una vez más, el espejo la decepciona con su respuesta: «Tú, mi reina, eres bella, es cierto; pero la joven reina es mil veces más bella que tú».

Sin saber que a quién se refería era, de hecho, Blancanieves, la malvada madrastra de Blancanieves es invitada a la boda del príncipe del país vecino. Cuando la malvada madrastra de Blancanieves se da cuenta de que la nueva reina es su propia hijastra Blancanieves, la malvada madrastra de Blancanieves se asusta y se desespera tratando de pasar desapercibida.

Sin embargo, el príncipe y Blancanieves ven y reconocen a la malvada madrastra de Blancanieves. Entonces, Blancanieves le cuenta al príncipe, su propio esposo, todos los planes malvados, todos los malos momentos que le había hecho pasar la pérfida y malvada madrastra de Blancanieves que había querido matarla tres veces: primero con las cintas envenenadas, luego con el peine envenenado y por último con la manzana envenenada. Como castigo por sus malos actos, el príncipe, ahora rey, manda confeccionar un par de zapatos de hierro, obligando a la malvada madrastra de Blancanieves a ponérselos al rojo vivo y a bailar sin parar hasta que caiga muerta.

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