Tiene que haber una explicación para su salvaje comportamiento... pero ¿cuál?
Decido salir ya de la ducha y apartarlo de mi mente, aunque no puedo evitar recordar su beso y el contacto de su mano sobre mi piel. Pero ¿qué me pasa? Por primera vez en mi vida tengo unos horribles deseos de tocarme... ¡Y por Matt Campbell!
Para dormir, me pongo una camiseta vieja que me llega hasta medio muslo. Está llena de agujeros. Es realmente fea, pero ¿qué importa? Al fin y al cabo, nadie va a verme.
Al meterme en la cama, mi cuerpo se relaja. Por fin puedo descansar. Me acurruco bajo las sábanas, pero un ruido en el pasillo me hace ponerme en guardia. ¿Será Noa? Fingiéndome dormida, veo cómo la puerta de mi cuarto se abre lentamente y me quedo sin respiración... ¡Es Matt Campbell! No puede ser. ¿Qué hace en mi habitación?
Controlo mis ganas de gritar, esperando que se vaya, aunque me noto temblar. Él entra y, con sigilo, corre el pestillo. ¿Qué quiere? ¿Va a intentarlo de nuevo? Furiosa, me dispongo a defenderme. Maldita sea, tendría que haber cerrado la puerta antes de acostarme, me digo una y otra vez.
—Gisele —dice en medio de la oscuridad. No me sorprende su tono: frío y autoritario—. Gisele, sé que está despierta. Hábleme o no me controlaré.
Pero ¿por qué no me deja en paz? Indignada, me incorporo, inclinándome hacia un lado para encender la luz de la mesilla. Luego, mis ojos buscan con irritación a ese hombre que con tanto descaro se atreve a cruzar una línea tan prohibida como es entrar en la habitación de una empleada, en este caso, la mía...
Ahogo un grito al ver su aspecto tan desaliñado. Lleva la camisa medio desabrochada y por fuera del pantalón, el nudo de la corbata medio deshecho y el pelo alborotado. Su rostro es una máscara de hielo sin expresión, lo que me hace pensar que debe de ser habitual en él. ¿Qué le pasa?
—¿Qué quiere? —susurro sin flaquear, pese a que me siento descompuesta.
—¿Todas las mujeres sois tan perras? —Me sobresalto ante su agresiva pregunta—. Contésteme.
Esta noche no soy capaz de pensar en otra cosa.
—Eres un imbécil —le espeto, mirándolo a los ojos y tuteándolo —. ¿Qué mierda quieres? ¿A qué viene esto?
—La pérfida de mi novia me ha engañado con mi mejor amigo y no es la primera mujer que me decepciona de una forma tan cruel.
Con un nudo en la garganta, busco en su cara signos de su dolor, alguna emoción al hablar de un hecho tan terrible. Pero frialdad es lo único que aprecio.
—Gisele —continúa—, me lo voy a cobrar, estoy frustrado, lleno de rabia. Necesito desahogarme y quiero que sea con usted.
—¿Yo? ¿Por qué lo paga conmigo? —preguntó atónita—. ¿Qué le he hecho yo? No me conoce de nada, no tiene ningún derecho a irrumpir así en mi habitación.
—Supongo que el azar la ha puesto en mi camino, burlándose de mí —responde con dureza—. Ha aparecido en un momento muy inoportuno. Sobre todo al retarme de la manera en que lo hace y provocarme hasta hacerme sentir ansioso de probar su temple en la intimidad.
Desconcertada y sin dar crédito a lo que oigo, me dejo caer de golpe hacia atrás, observando la sombra que él proyecta en el techo de la habitación.
Se acerca y un segundo después, su peso cae sobre mí. Abro la boca para gritar... pero no consigo hacerlo, porque Matt Campbell me la cubre con su tremenda mano, quieto sobre mi cuerpo, sin permitirme mover un solo músculo.
—Chis, no grite —me ordena, sujetándome las manos contra el vientre con una de las suyas, mientras con la otra sigue tapándome la boca—. Puede decir lo que quiera, pero no se me va a escapar.
Mucho menos después del genio que ha demostrado tener hoy. Lo siento, señorita Stone, me he quedado con ganas de complacerla.
—¿Con qué derecho me hablas así? Vete —farfullo enfadada y temblorosa, pensando en morderle la mano—. Quiero que te vayas ahora mismo. No voy a dejar que hagas conmigo lo que te venga en gana por ser un niño rico acostumbrado a tenerlo todo. Yo no soy una fulana y aún menos la tuya.
—Puede serlo —afirma contundente—. Y no me tutee.
«No me tutee...» Acato la orden para calmarlo, maldito sea. ¿A cuántas empleadas habrá tenido así?
—Pero ¿qué se cree? Su dinero no puede comprarme, porque yo no me vendo.
Me observa inexpresivo, con la mandíbula visiblemente apretada, que deja ver lo irritado que está.¿Irritado él? ¡Es el colmo!
¡Su cuerpo me aplasta! Tengo calor, mucho calor.
—¿A usted también le gusta divertirse con los hombres? — pregunta, con su habitual tono despectivo
—. ¡Dígamelo!
¿Quiere jugar? Pues bien, jugaremos los dos.
—¿Sabe qué?, sí, me encanta retozar con los hombres en la cama, disfruto mucho al gozar con ellos.—El efecto es inmediato, noto cómo su excitación crece, presionando mi muslo. Oh, oh—. Pero no lo haré con usted. Vaya a buscar a su novia y desahogue su frustración con ella.
—Gisele, sabe provocarme muy bien. —Esboza una falsa sonrisa y acerca los labios a mi mejilla derecha. Mierda, se me eriza el vello—. No tiene ni puta idea de lo peligroso que es desafiarme así, aún me incita más a desearla. Desnúdese, me muero por verla desnuda.
Gimo sin saber ocultarlo, la frase me gusta.
—No, maldita sea, no — protesto forcejeando, intentando salir del embrollo en el que estoy metida y al que me ha llevado él con su palabrería barata. Vuelvo la cara, alejándome del calor de su aliento
—. No-con-usted. Déjeme en paz.
—Bien. Entonces déjeme hacerlo a mí. No me rechace, no si se lo permite a otros.
Cuando lo observo de reojo, veo cómo su mirada se oscurece, mientras contempla nuestros cuerpos pegados. Gruñe con la respiración alterada, apretándose más entre mis muslos.
Me sujeta con decisión, pero no me siento forzada; una parte de mí intuye lo mucho que se está controlando y que hace lo que puede para no lastimarme. Yo poco a poco dejo de resistirme. Nunca he conocido a un hombre que me desafiara de este modo, provocándome desconcierto y curiosidad.
—Me voy a retirar para permitir que se desnude. Sea buena, señorita Stone. No me iré de aquí sin obtener una satisfacción... y espero tenerla en todos los sentidos. Quiero ver su fogosidad en la cama, esa misma que demuestra al discutir.
Yo me siento agotada, rendida...
CZYTASZ
La Chica De Servicio❤
RandomAdaptación La Chica De Servicio°~ Escritora: Patricia Geller Cuando la joven Gisele Stone entra a trabajar en casa de los Campbell como chica de servicio, jamás pensó que su vida ya no volvería a ser la misma. Matt, el hijo menor del matrimonio, es...