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–Elizabeth,querida–Su mánager,Mica,le hablaba sobre una entrevista,que lamentablemente Elizabeth no quería dar–Piensa en las oportunidades,estas a punto de ser leyenda,como Marilyn Monroe—Mica trataba de convencerla con estupideces como esa,por que todos sabemos que nadie superará a Marilyn Monroe.

–No me vas a convencer con nada–Dijo Elizabeth ya aburrida de la insistencia de Mica.

–Esta bien,¿No quieres?–Soltó ya harta;Elizabeth se había negado muchas veces entrevistas así,Mica creía que ella no la valoraba,ni a ella ni a su trabajo–Pues puedes quedarte sola tu y tu mierda,renuncio–Mica gritó y tomó su bolso.Elizabeth la miró por ultima vez con su expresión neutra y dijo;

–No es que tuviera a alguien–Respondió luego de 5 minutos de estar mirando el lugar por donde minutos antes,Mica había salido.

Elizabeth se paró y se dirigió a su viejo armario;el que más amaba,pero el que simplemente dejó de abrir para que la gente se hiciera una idea errónea de ella.
Quería ser reconocida como la chica elegante y sofisticada que en su niñez soñó. Nunca pensó lo incomodo que puede ser un vestido de diseñadores exclusivos,ni tampoco lo doloroso de usar zapatos de la altura de un edificio.

Elizabeth sacó la pequeña llave que reposaba abajo de el tapete que daba paso a el gran armario. Lo abrió con cuidado y prendió la luz de lo que parecía una habitación de lo grande que era.

Elizabeth sacó sus zapatos y los tiró a un rincón como si se trataran de un balón de fútbol. Desabrochó su vestido hasta que este cayó hasta abajo y también lo hizo a un lado,quedando solamente en ropa interior.

Buscó entre las prendas lo que más le gustaba y lo encontró. Por primera en años,cambió sus zapatos altos,sus vestidos holgados y su perfecto peinado;todo eso por ropa cómoda y el pelo suelo natural.

Sacó un bolso gastado que se encontraba colgado y echó ropa,lo más que pudo y tomo una mochila para echar cosas;como comida.

Antes de salir de su mansión escribió una carta de caligrafía perfecta,que decía:

Quien seas que este leyendo esto,
Quiero que sepas que quizás
No vuelva.

Espero que no me busquen.

Firmó, la puso en un sobre y la besó,dejando una huella de su labial en la carta.

Miró la última vez su hogar,suspiró y se dirigió a su antigua motocicleta.

Elizabeth Woolridge había huido de la fama. 

﹏﹏﹏﹏﹏﹏

Todo iba bien;La brisa del bosque le llegaba a la cara,pues iba en la carretera que se encontraba en el corazón del bosque. La felicidad no duró mucho,ya que su motocicleta empezó a hacer ruidos extraños,también liberaba un espeso humo negro de parte del motor.

Elizabeth se detuvo y como no había ni un auto pasando por allí dejó caer la motocicleta al suelo y se alejó.

Cada vez salía más humo y Elizabeth se apresuró a sacar su ropa y comida de ahí. Segundos después la motocicleta explotó,haciendo que Violet la mirara como si su única salvación era esa motocicleta.

–Mierda–Dijo Elizabeth con el bolso y la mochila en sus manos.

Ya no podía hacer nada más que seguir su camino.

﹏﹏﹏﹏﹏

Se estaba oscureciendo y Elizabeth estaba muy asustada;¡ESTABA EN UN BOSQUE PERDIDA!

Los autos no pasaban,como si no supieran de aquella carretera. Como si fuera secreta.

Derrepente sintió el rugido de varios  motores y se dio vuelta esperanzada. Varias luces en orden la encandilaron y llevo una mano a su frente para que la sombra llegue a sus ojos y pueda ver con más claridad. Los motores pararon de rugir cuando vieron la figura de Elizabeth.

5 hombres que eran motociclistas la miraron,pero nadie la reconoció.

–¿Que haces aquí?–Preguntó un hombre con jeans,una remera blanca,botines y chaqueta de cuero. A Elizabeth se le hacía muy atractivo,pero su mente se negaba a pensar en eso. Elizabeth se tragó las palabras al ver que el hombre se acercaba intentando intimidarla no consiguió nada. Elizabeth se cruzó de brazos y alzó una ceja –No tiene miedo–El anunció a sus acompañantes y esto parecieron confundirse.

–No me pueden dar miedo,siendo que sus motocicletas son rosas–Elizabeth los despertó de sus pensamientos y sonrió de forma obvia.

–De todas formas...¿Que haces aquí?

–De echo pensé que esto–Señalo su alrededor–Era una carretera.

–No lo es–El hombre contestó sencillo–¡Ya!–El gritó y un hombre se abalanzó sobre Elizabeth y le puso un paño con cloroformo en la cara. Poco a poco Elizabeth cayó en los brazos del otro hombre.

El aspecto sombrío de el joven no parecía asombrar a nadie presente, era como siempre hubiera sido así.

Red RosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora