9

6.5K 626 87
                                    


Excepto que el taxi volara, sería imposible llegar a las 17, tal como quedaría con Fernando. Maldije mi suerte por comenzar con el pie izquierdo.

El tráfico estaba de lo peor, un accidente en la Diagonal obstruía las vías de acceso hacia el sector norte, generando un caos vehicular en el que me veía sumergida. Pero no tenía otra opción, más que inspirar profundo y dejarme vencer por la resignación.

¿Resultaría mejor cancelar el café y dejarlo para otro momento? No, tal vez debería llamarlo y que él fuese quien proponga.

Estaba realmente entusiasmada con esta salida, mucho tiempo habría pasado desde la última vez que hube de sentir la excitación de algo distinto, que sin dudas me haría bien. Fernando parecía una buena persona, y aunque no nos encontrásemos con intenciones ningún compromiso de por medio, tener nuevos amigos era algo que no me era indiferente.

Observando por la ventanilla, los automóviles no avanzaban, y el sonido de los pitidos de los coches era estruendoso.

— ¿No podremos tomar otro camino? — sugerí al conductor sabiendo que me diría que no manejaba un aeroplano.

— Me temo que es esperar, o caminar señorita —amable, pero sin haberme dado una solución válida, me volqué nuevamente sobre el respaldo del asiento trasero.

Resoplé, mordí el interior de mi mejilla y miré las agujas. Quizás caminar no fuese tan mala opción después de todo.

— ¡Tome, y quédese con el vuelto! — entregándole varios billetes más que los que correspondían a las cinco calles que avanzamos, salí del vehículo con prisa y mientras caminaba, marqué el número de Fernando.

Parecía que una fuerza sobrenatural no deseaba aquel encuentro.

— ¡Hola Aitana...!

— Discúlpame Fernando, el tránsito está en llamas...me he bajado de un taxi para ir caminando...pero no quería que aguardes por mí si no tienes tiempo — agitada, dije de un solo respiro.

— ¿Te encuentras lejos?

—Mmm me temo que recién he salido del estudio...

— Mira, ve hacia el Paseo de Gracia, frente a los Jardines de Espriu ¿sabes de qué sitio hablo? Allí hay una bella cafetería en la que podemos reunirnos.

Por supuesto que lo sabía...aquel precioso verano con Santiago, en el cual me propuse recorrer Barcelona, habría tenido como objetivo recorrer muchas callejuelas y espacios verdes. "Buenas Migas" era sin dudas, un sitio en el que merendaríamos en más de una oportunidad, observando nuestras bicicletas arrumbadas fuera del comercio.

— ¡Me has salvado, Fernando...en 10 minutos allí estaré!

Colgué, debía dejar de hablar e incorporar oxígeno a mis pulmones, si pretendía llegar en menos de 24 horas a destino.

Visiblemente acelerada, con palpitaciones a punto de hacer explotar a mi corazón, llegué a la bella confitería en la que habíamos quedado con Fernando minutos atrás. Por fortuna, teníamos lugares disponibles en las mesas de la acera, indispensables para poder respirar aire puro después del maratón que acababa de correr.

Fernando parecía también recién llegado; se encontraba de pie, corriendo un par de sillas metálicas para poder acomodarse, cuando se percató de mi presencia.

— ¡Disculpa las fachas Fernando! —dije y lo saludé — , ¡He realizado ejercicio suficiente como para no regresar al gimnasio en dos meses! —bromeé mientras tomaba asiento y acomodaba mi bolso en una silla contigua. Me acomodé el cabello, desordenado y pegoteado a mi nuca levemente sudada. Resoplé aquietando mis latidos...sin dudas, luciría terrible.

"Entre la Miel y la Hiel" - (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora