Capítulo 1.

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FOTO MULTIMEDIA: Bea Miller

Respiré hondo y entre a la cocina preparándome para soportar otra pelea con mi madre.

Ella estaba sentada en la mesa del desayuno, su largo cabello rubio caía en cascada por su espalda tras ella.
Mi mamá y yo nos parecemos mucho, me lo han dicho muy a menudo.
De acuerdo con todos sus amigos de la universidad yo soy un vivo retrato de ella en sus años más jóvenes. Ella debe pensar lo mismo, porque ella ha estado asegurándome que terminare justo como ella, tan exitosa como ella.

Pisotee en la cocina, mis botas de combate grises contra el suelo haciendo un ruido más fuerte de lo que pensaba. Sin embargo mi madre no me notó. Ella siguió comiendo tranquilamente su pequeño parfait (N/A postre de frutas y helado) mientras yo caminaba junto a ella en lo que leía algo en su teléfono.

-Mamá. -Dije aclarandome la garganta. Ella levantó la vista hacia mi, sólo para mirar a su desayuno de nuevo.
-Mamá. -Repetí.
-¿Qué es, Beatrice? -Finalmente apartó la vista del iPhone en sus manos y me miró a los ojos.
-¿Puedo tener mis llaves de vuelta? -Le pregunte tranquilamente. Esta vez no me moleste en decirle que no me llamará por ese nombre, que había pasado de el. Estaba tratando de llevarla por el lado bueno.
Miré el reloj colgado en la pared y vi que eran las 7:05 en punto, eso me daban otros cincuenta y cinco minutos para llegar a la escuela antes de que fuera tarde.
-Una vez que obtengas buenas calificaciones y dejes de escabullirte para ir a esas fiestas salvajes. -Mi madre parpadeo y sus ojos volvieron a lo que estaba en frente de ella.
-¡Eso no es justo! ¿Cómo esperas que tome el autobús? ¡Nunca he tomado un autobús en mi vida! -Me quejé. Esto era muy cierto, en el tiempo que había estado yendo a la escuela nunca había teniendo que tomar el autobús escolar y no tenía ganas de empezar a hacerlo.
-Acostumbrate. Cuando pueda confiar en ti de nuevo, es posible que tengas las llave de tu coche de vuelta. -Ni siquiera me miró mientras hablaba, sus ojos no dejaron su teléfono.
-Esto es ridículo. -Resople cruzando furiosamente los brazos sobre mi pecho.
-Debes estar en la esquina a las 7:15.
-¿Y si me decido a conseguir un aventón de Jess? ¿O su novio Dylan? -Le pregunté refiriéndome a dos de mis amigos más cercanos. Se habían ofrecido a llevarme a la escuela todos los días, una vez que descubrieron que tenía confiscadas la llaves del coche, pero dudaba que mi madre lo permitiera.
-Yo sólo voy a mantener la llaves ocultas por un tiempo. -Mi madre suspiró. Se levantó de su lugar en la mesa y se dirigió hacia el fregadero, dejando su bowl en el.
-¡Cuando todo el mundo se burle de mi por ser la más grande en tomar el autobús, te culparé! -Grité sobre mis hombros mientras salía rápidamente de la cocina.
-Tu padre va a venir a casa esta noche, ¡No llegues tarde a la cena! -Fue la única respuesta que recibió de mi madre en lo que yo me alejaba de ella.
Tome mi chaqueta y mi mochila de uno de los sofás de la sala de estar en el camino a la puerta de la casa, son molestarme en decir adiós.
Cerré la puerta detrás de mi con cautela mirando al rededor para asegurarme de que nadie me veía caminar hacia la parada del autobús.
Yo no era personalmente amiga de nadie que vivía por aquí, pero eso no quería decir que nadie iba a verme esperando el autobús. Mi mayor temor en ese momento era que todos en la escuela hablaran sobre mi tomando el autobús escolar esta mañana, y cada mañana después de hoy hasta que mi madre recobrará el sentido.
Llegué a la esquina y me apoye contra la señal de stop, alisé la falda de mi vestido de estampado floral.
Revise mi teléfono, eran ahora las 7:12.
Tal como lo había sospechado, no había nadie más en la parada del autobús. Por supuesto, todo el mundo pedía un aventón de sus padres o amigos, incluso ellos mismos conducían. Estaba pensando en que iba a tener que tomar el autobús sola todos los días hasta que finalmente consiguiera las llaves del auto de nuevo, o al menos hasta que encontrara una manera de robarlas. Estaba sólo yo, yo misma y yo por el resto de una semanas. Al menos nadie iba a verme.
Oí una tos junto a mi y me levanté de un salto, sorprendida por la repentina presencia de la otra persona.
Miré torpemente a un lado, sólo para encontrar otro chico apoyado en el otro lado de la señal de stop. Ni siquiera le había oído acercarse, fue como que apareció de la nada.
Él tenía un cabello castaño oscuro y liso, que se revolvió en la parte superior de la cabeza en una manera desordenada.
Sus ojos, que supuse que eran de un color oscuro, estaba cubiertos por unas gafas de sol negras. Y este muchacho era alto.
No recuerdo haber visto nunca a este chico a mi alrededor antes, y por un segundo me pregunté si él incluso iba a nuestra escuela.
Indiferente, saque mi teléfono de nuevo y miré la hora; 7:15 exactamente y el autobús todavía no estaba aquí. Ser impaciente había sido siempre una mala costumbre que no era capaz de controlar.
-Beatrice Miller, ¿qué demonios estas haciendo en una parada de autobús? -El me habló y me volví para mirarlo de nuevo. Sacó un paquete de cigarrillos del bolsillo y encendió uno, colocándolo en sus labios.
-Es Bea, Bea Miller. -Dije detrás de el.
-Entonces, ¿que diablos estas haciendo aquí? ¿No tienes algún gran auto caro que papi te compró para ir a la escuela? -El preguntó, moviendo el cigarrillo arriba y abajo en la boca con cada palabra que decía.
-¿Quien eres? -Le fruncí el ceño.
-Claro, tu no me conoces. -El chico se burló, dando otra calada a su cigarrillo.
-Eso te matará. -Dije, señalando el cigarrillo colando en sus dientes.
-¿Por qué crees que fumo? -Se burló, soplando más humo en mi cara.
-¿Quién eres? -Pregunté de nuevo, frustandome con el chico.
-No necesitas saberlo. -El sonrió satisfecho.
-¿Quién crees que soy? -Pregunté instantáneamente, pensando en que tal vez sería más abierto a responder esa pregunta.
-¿Quién no sabe quien eres? -El río, a pesar de su actitud irritantemente grosera, tenía una hermosa sonrisa. -Tu eres Beatrice Miller.
Lo miré, diciéndole antes que no me gustaba el nombre Beatrice.
-Lo siento, Bea. -Se corrigió. -Tu madre es una gran y exitosa empresaria y tu padre es dueño de esa enorme firma de abogados ¿no?, tu vives en esa casa grande calle abajo y tienes todo lo que quieres en bandeja de plata.
-Eso no es verdad. -Negué con la cabeza, aunque sabía que lo era.
Parecía que todos en este pueblo sabían quien era yo, por el existo de mis padres, no por mi. Yo era Beatrice Miller, hija de Charles y Samantha Miller, los más ricos de la ciudad.

7:15 Jacob Whitesides {Adaptada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora