Capítulo 4.

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FOTO MULTIMEDIA: Bea y Jacob.

-Entonces, Beatrice. -Mi madre habló, cortando su pedazo de pollo con un lado de su tenedor.

-¿Sí? -Levante la vista de mi plato de comida que había tocado apenas desde que nos sentamos a cenar.

-¿Cómo es tomar el autobús? ¿Es tan malo como pensabas que sería? -Preguntó.

-Es genial realmente. -Mentí. -Está ese grupo de chicos mayores que pasan el esto en la esquina y que sólo se sientan allí haciendo drogas y bebiendo cerveza.

Oí a mi padre reír pero rápidamente lo cubrió fingiendo una tos. Mi padre había estado siempre de mi lado, desde el día en que nací.
Él era mi amigo, mi socio en el crimen. Él era mi compañero de juegos constante cuando yo era una niña, pero a medida que crecía nos fuimos distanciado, al igual que cualquier padre e hija hacen. Después de que su negocio se hizo más exitoso y comenzó la necesidad de ir a más y más viajes, deje de llamar su atención. Todavía hablábamos y teníamos momentos divertidos juntos, pero eso era raro.

-Es maravilloso mamá, amo el olor a hierba en la mañana. -Suspiré.

Yo había ideado un plan, y ese plan era hacer que la parada de autobús pareciera tan horrible como si fuera posible. Si actuaba como que lo disfrutaba, por supuesto mis padres querrían devolverme las llaves del auto.
¿Quién quiere que su hijo salga con un montón de drogadictos todas las mañanas? Estoy segura que yo no lo haría.

-Beatrice. -Mi mamá dijo severamente.

-Se ofrecieron a llevarme a ese club con ellos este fin de semana, y ellos dicen que saben de un lugar donde puedo conseguir cocaína gratis, sin hacer preguntas. -Continúe tratando de hacer enfurecer a mi mamá aún más.

-¡Beatrice, ya es suficiente! -Ella gritó impidiéndome decir algo más. -¡No vas a tener de vuelta las llaves del auto hasta que aprendas la lección!

-Papi. -Hice un puchero usando a mi padre como último recurso. Había pasado un mes desde que empecé a ir en el autobús. Ya no podía aguantar más. Haría lo que pudiera para conseguir esas llaves.

-Escucha a tu madre, Beatrice. -Mi padre dijo, después de tener una conversación silenciosa con mi madre justo en frente de mis ojos. Me sentí traicionada. Mi propio padre, mi amigo de siempre, mi compañero, tomando el lado de mi madre malvada.

-¡Esto es muy injusto! -Me quejé.

-Tal vez la próxima vez que desees meter un chico a la casa, recuerdes lo bien que siente conducir tu coche. -Mi madre sacudió la cabeza hacia mi con desaprobación.

-¡Ni si quiera puedo recordar como conducir! He sido privada mucho tiempo. -Apoyé la mano derecha con un golpe y me apoyé en la mesa, claramente sobre actuando mis emociones.

-Estas haciendo el ridículo. -Mi madre suspiro.

-¡Eso es imposible! -Grité, empujando mi plato lleno de comida lejos de mi. -Me rindo, voy a encerrarme en mi habitación y permanecer ahí hasta que tenga 80 años.

Me levanté de la silla y corrí lejos de la mesa, dejando atrás a mis padres para que terminarán su cena en silencio. Pisotee las escaleras asegurándome de hacer ruido mientras caminaba.
Al pasar junto a una ventaba en la escalera me di cuenta de una figura muy familiar que iba pasando. Vestía de negro y parecía caminar con un propósito, su típico cigarrillo colgando entre sus dedos. Se veía tan impecable sin siquiera intentarlo, sin ningún conocimiento de que había alguien mirándolo a través de una ventana. Me podría haber sentado ahí y verlo pasar, pero luego me habría perdido mi oportunidad de hablar con él.
Tiré abriendo la ventana y saqué la cabeza a través de esta, gritándole

7:15 Jacob Whitesides {Adaptada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora