¡Cómo quisiera poder regresar el tiempo!
Eso simplemente solucionaría todo.
Entonces, no desecharía la maldita carta que me quisiste dar ese día de noviembre, el último día de clases antes de nuestras vacaciones; carta que me mandaste con tu hermanito, por pena a dármela vos mismo; carta que deseché por el simple hecho de que no eras vos el que me la dabas, -"cobarde", pensé en ese momento-; carta que hoy en día hace que me debane la cabeza preguntándome qué demonios decía.
Pero ese cliché de poder regresar el tiempo nunca fue, no es, ni será llevado a cabo por nadie, ¿cómo iba a ser yo la excepción?