capitulo 3

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La fábrica de whiskey había sido inaugurada, ofreciendo la primera cosecha gratis a todos los presentes. Se había hecho una cena elegante en Belgrave Square con todos los hombres de sociedad más importantes; entre esos empresarios de cuantioso poder, capaces de dar impulso mercader a Ben. Porque justo eso era lo que él más necesitaba. Hombres con experiencia que le guiaran con su nuevo negocio. Aunque como le había dicho Robert Barclay en una de sus cartas, tenía que tener mucho cuidado siendo que muchos hombres mayores y avaros, buscaban siempre la forma de robar el trabajo digno de los otros. Y más con las ventas e importancia que llegaría a tener el alcohol unos años más tarde. <<Hacedme caso Ben, confía en los otros pero siempre con un ojo abierto y otro cerrado...>> le había aclarado Robert, una noche que Ben fue a visitarlo a su cuartillo de trabajo. No era una casa envidiable, sino un recinto bastante desordenado y hasta abandonado.

La oficina de trabajo de Robert tenía una mesa cómoda pero llena de manchas y arañados, con varios planos, tuercas y varillas. Era un espacio claustrofóbico, húmedo y bastante oscuro. Disponía de una sola ventana con los vidrios ahumados y empolvados, todo eso con la finalidad de evitar que los curiosos se asomaran por el ventanal para cotillear. Y como todo buen ingeniero o simplemente inventor, Robert era altamente desconfiado y cambiante de humor.

Robert ya era un hombre mayor y rechoncho, con calvicie pero de larga cabellera pelirroja y entre canosa, que le llegaba hasta la nuca pocas veces dispuesta en una coleta. Tenía el rostro regordete, con mofletes sonrosados y varias arrugas que parecían apuntes desordenados sobre un papel. Era un poco acelerado para hablar y usaba mucho las manos en ademanes urgidos como si fuera aun director de música. Y aunque daba más la apariencia de un loco, siempre había tenido un espíritu visionario y profético. Era un ingeniero con poca reputación hasta que tuvo la idea de inventar una imprenta. Proyecto que al principio muy pocos aceptaron en su momento, pero que seguro años más tarde sería la mejor fuente de ingresos tanto de escritores como de periodistas.

–Señores, la acogida del whiskey y el progreso de esta compañía nos involucra a todos. Londres estaría situada entre los primeros emporios capaces de producir y exportar uno de los productos más y mejor consumidos del mundo entero-

Aaron habló con una copa rebosante en whiskey. Se limpió el largo y tupido bigote con los dedos principales (índice y pulgar) y bebió de nuevo otro sorbo del exquisito brebaje. Paladeó bien el resto en su lengua e hizo un ademán de admiración. Las pupilas se le achicaron como cerradura de puerta; un gesto de envidia y posible egocentrismo.

Los demás hombres presentes asintieron, haciendo suyas las palabras de aquel mortal con espíritu ágil en los negocios.

Aaron tenía diez años más que Ben, era padre de varios hijos pequeños y de solo una damisela por fin ya casada. Razón por la que el dinero movía su espíritu con indiscutible afán.

–Así es Aaron, además con vuestro apoyo, el whiskey podría posarse en el primer lugar de ventas antes que el brandy o el vino- Ron comentó poniendo su mano sobre el hombro de Aaron en forma amistosa, mientras exhalaba el humo del cigarrillo –La meta es no solo vender el licor en Europa sino también exportarlo a América.

–Eso mismo estaba por deciros. Quizás lo que planeamos suceda más pronto de lo que pensamos-

A Ben le gustaba ver cómo sus nuevos colegas de trabajo, se notaban tan motivados y colaboradores, pero recordó la última frase de Robert y sintió nauseas. Estaba bien que se emocionaran en ayudarlo, pero otra cosa muy distinta era que metieran tanto las narices o que se olvidaran de que la idea había sido de él y no de ellos. Pero eso estaba por resolverse.

Ben tenía que sacar casta antes que fuera muy tarde; cosa que por cierto no le era nada difícil, y poner todo en regla antes que las ganancias empezaran a provocar discordia entre todos los nuevos asociados.

–¿Cómo es eso Ron? Podrías explicaros mejor

Preguntaron todos los presentes, excepto Ben quien movía la cabeza de lado a lado como siguiendo un juego de ping pong. Tenía los oídos atentos y los ojos muy abiertos, casi en señal de alerta. Precisaba prestar atención a todo cuanto decían o actuaban, para luego pedir dirección a su amigo Robert quien era lo más cercano a un padre.

Ron tomó la palabra, esta vez hablando con más satisfacción que antes. Sintiéndose tan importante como si fuera el jefe o el mismísimo dueño de la compañía.

–Sí señores, he oído que se espera un avance industrial mucho mayor al que se tuvo en años anteriores. He oído también que se espera un ferrocarril más moderno en poco menos de cinco años-

Todos los hombres reunidos en la sala hicieron un sonido de sorpresa, sosteniendo los labios abiertos en una O enorme.

–Además de que los barcos también empezarán a funcionar desde ahora con vapor.

–Eso sí que es una gran noticia Señor Steamship-

Agradeció Ben por tanta información. Pero su voz sonó un tanto temblorosa o más bien irónica. No podía evitar que se sentía celoso y hasta amenazado en su propia periferia.

Todo en la historia parecía ir avanzando a grandes zancadas; dijo para sí mismo. Como siguieran así y si lo que su compatriota Ron Steamship decía era verdad, la exportación del whiskey se daría más pronto de lo esperado.

–Bueno, sin extendernos más de lo debido, agradezco a todos vosotros la disposición de acompañarnos en esta grata celebración. ¡Salud!

Ben levantó la copa junto con los invitados y siguieron la fiesta después de un banquete con varios tipos de carnes, salsas y entremeses. Se conversó de nuevas estrategias de comercio tanto en Londres como fuera de él, para finalmente sentar cabeza en los puestos que dirigirían cada uno.

–Entonces colegas, damos por un hecho que la inauguración ya se ha terminado.

Ron asintió poco convencido. Era un hombre avaro, de clase media, con muchas deudas y pocos beneficios, salvo la suerte de tener tres doncellas sin estar aún casadas. Pensó que podría elevar su nivel económico y hasta reputación con su puesto de administrador en la compañía. Solo era cuestión de lograr convencer a Ben para que lo dejase entrar en la parte administrativa, y así él podría jugar con las ganancias y robarle a escondidas. Y si Aaron se animaba a cubrirle las espaldas, tal vez podría pasarle una que otra moneda de plata.

Después de la celebración, Ben regresó a casa de su madre sosteniendo una sonrisa gratificante que se mostraba más abierta y expresiva, gracias al nivel de embriaguez que se gastaba.

Aquella noche había sido algo que merecía redobles y bombos, así que beber de más no estaba en sus preocupaciones. 

vientos de libertad (saga romance epoca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora