𝟎𝟎𝟕

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¿Jeanette qué diablos haces en Chicago?

Preguntó sin más rodeos el señor Mendez a su hija tan pronto como le tomó la llamada, April tuvo que alejar el teléfono de su oreja por el tono de voz.

— Bueno.. te escribí hace varias semanas contándote sobre mi mudanza pero ya veo que no te diste el tiempo para leer mis mensajes.

Su padre calló unos segundos, sabía que era culpable por eso ¿y cómo no iba a serlo? Tenía una y mil cosas que hacer en su vida como viticultor, pero aunque su atención la acaparaban sus primogénitas las gemelas no significaba que no se preocupara por April también.

— ¿Es un problema para tí? — la pelinegra hizo una mueca jugando con el lapicero en sus manos, antes de la llamada había estado corrigiendo un libro.

Claro que no. — su padre hizo una pausa.
Siempre y cuando no hagas locuras.

En su familia no siempre la habían tomado muy en serio, no desde que había decidido abandonar los negocios de la familia y seguir sus sueños de ser editora.
Desde pequeña siempre había marcado la diferencia pero también era cierto que la pelinegra era bien conocida por ser un reluciente imán de problemas, tanto pequeños como grandes.

— Papá, soy adulta. — le recordó rodando los ojos. — No ando por ahí haciendo tonterías.

Pero muy en el fondo sigues siendo la misma AJ que conozco.

La llamada no se demoró por más de diez minutos, su padre estaba ocupado y ya había obtenido la información que necesitaba por lo que no tenía caso en seguir hablando.

April fue la primera en colgar y por tercera vez en el día apagó el computador y se dirigió a la cocina, como siempre esta estaba intacta a excepción del microondas. El refrigerador estaba casi vacío al igual que los estantes de la pequeña alacena, AJ necesitaba de sus alimentos básicos, en pocas palabras comida instantánea.
Era un 15 de agosto bastante cálido y bastante lindo como para permanecer en casa a esas horas y April solo necesitaba la excusa de ir por las compras.

Últimamente se obligaba a sí misma a salir del departamento, era como una nueva y extraña necesidad que la impulsaba a respirar aire fresco por lo menos cada dos días, algo que era rarísimo en ella.
La pelinegra se calzó sus sneakers gigantes y trotó hacia la puerta, apenas agarró las llaves del departamento y se las guardó en el bolsillo de sus mini shorts de mezclilla, en su desesperación por salir olvidó que no llevaba el teléfono celular con ella.

Sin prisa alguna caminó por las calles de Chicago, ignorando los supermercados que le quedaban al lado con tal de seguir caminando, se distraía tan fácilmente con cualquier cosa que no consideraba cargar con las bolsas de sus compras aún.

FIRE MEET GASOLINE   ❪ RANLEE ❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora