Capítulo 1

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Hoy era el día, al fin tendría mi licencia de conducir; claro eso después de pasar el examen de conducción, pero era pan comido. Había esperado tanto tiempo para este momento, ya podía saborear el viento galopando en mi rostro mientras disfrutaba airosa el aire de la libertad.

-¡Sam, apura que no vas a llegar!-otra vez me había quedado abstraída en mis pensamientos, me pasaba a menudo, incluso una vez creyeron que estaba bajo efecto de algún narcótico, porque sonreía embobada en mi habitación; hasta que mi adorado hermanito, nótese el sarcasmo, me lanzó una cubeta de agua fría; obviamente le di su merecido, pero después de cambiar toda mi ropa.

-Ya voy ma, prepárame una fruta por favor- Necesita mucha energía; y las frutas te dan energía, ¿verdad? Nunca fui buena en biología, porque eso se hace en biología, ¿cierto? Bueno el punto es que necesitaba tener algo en el estómago para no morir de nervios.

-A ti deberíamos darte una vaca entera Sam- bromea mi padre-A ver si así lograr subir de peso- mi familia siempre bromeaba con mi pesa, que hijita ponte una piedra en el bolsillo que el viento te va llevar, ¿no quieres aumento Sammy? Ya estaba acostumbrada a esta situación; y la verdad, es que he aprendido a lidiar muy con este tema de mi peso; pero mi contextura era así y por más que me embutiera cajas de chocolates, no lograba subir lo suficiente. Bajo rápidamente las escaleras con cuidado de no rodar en ellas, llego a la cocina, recojo la deliciosa merienda que mi madre me preparó y me despido con un beso de ellos; desde lo que pasó hace años, ellos se han convertido en mi principal soporte.

Noto algo extraño en ellos al cerrar la puerta; estoy tan emocionada que olvido que será Cristian quien me lleve al circuito para dar la prueba, me vuelvo y mi padre hace un movimiento ágil para asegurar por dentro la puerta, forcejeamos un poco y si por el fuera me dejaría ahí afuera mucho más tiempo; hasta que mamá lo regaña y agradezco al cielo; logró entrar y subo de dos en dos las escaleras para despertar al perezoso de mi hermano. Aprovecho que aún está dormido para cobrarme muchas bromas, y le afeito toda la barba; me sorprende que no despierte; y mentalmente agradezco entre carcajadas. Luego de cinco minutos; despierta y cuando se toca el rostro y se da cuenta; me encuentra sonriendo mirándole, lanza un grito al cielo y se mete rápidamente en el baño; pega un grito al cielo y notó su molestia mientras no puedo para de reír. Cuando me doy cuenta, se vuelve a la cama y se tapa con la colcha hasta la cabeza, empiezo a protestar pero me dice que no me llevará a ningún sitio.

-Cris, no seas pesado, era solo una broma, vamos se me hace tarde-pero él ni se inmuta; empiezo a perder la paciencia y salgo enojada; no queda más que ir caminando. Durante el camino, intento llamar a Fer, bueno Fernando, mi mejor amigo; pero las llamadas no entran. Luego de una larga caminata, llego al circuito donde me tomarán la prueba, y aún no hay mucha gente; agradezco mentalmente.

Aprovecho para memorizar el circuito; y hago un repaso mental sobre todo lo que nos enseñaron en el curso de inducción; cuando de pronto una voz muy masculina me sorprende.

-¿Samantha Remington?-me giro para decirle que sí era yo y lo primero que salta a mi vista son sus torneados músculos; muy impresionantes pero que a mí gusto se veían desagradables en exceso.

-Soy yo, ¿dónde me coloco para iniciar la prueba?-le digo amablemente.

-Dónde tú desees belleza- se da la vuelta luego de guiñarme un ojo.- ¿Qué pasa por la mente de los jóvenes hoy en día?

Le sigo en silencio; mientras ruego en mi mente que él no sea la persona encargada de tomarme el test, y sí, como es mi día de suerte, me invita a entrar al auto, él es quien me dirá si obtengo o no la ansiada licencia de conducir. ¡Maldición! ¿Algo podía salir peor?

Me arreglo el cabello en una coleta de caballo mientras me pongo el cinturón de seguridad; y no puedo evitar notar que el joven musculoso me mira con una sonrisa que no me gusta. Durante la secundaria; muchos chicos se habían acercado a mí con la intención de coquetear, algunos eran más tiernos que otros; se presentaban con rosas, chocolates e incluso una vez una serenata; todos me parecían muy tiernos pero no me sentía lo suficientemente madura para aceptar estar en una relación. Simplemente adoraba mi libertad.

Hago todo el circuito correctamente y siento el aire de la victoria muy cerca; mentalmente imagino "el vientecito de la Rosa de Guadalupe" pero al ver la inscripción, denegado en mi hoja de postulante; todo el momento se destruye. Me quedo atónita y no sé cómo reaccionar, lo primero que atino a hacer es preguntarle al instructor; cuál fue mi error si estaba segura de que había hecho el circuito de la manera correcta. Cuando él me pasa una hoja y me dice:

-Si dejas tu número bombón, no tendrás que volver a darlo- Escucharlo decir eso; me enfurece y tengo ganas de pegarle una cachetada; pero decido seguirle el juego.

-Oh! Disculpa, es este 958451236, llámame bebé- le guiño un ojo mientras me alejo, él se queda sorprendido y antes de que me aleje lo suficiente como para no escuchar su respuesta; grita en afirmación.

Toda esta situación me genera una mezcla de sensaciones; por un lado cólera porque estoy segura que mi examen estaba correcto; pero por el otro, mi venganza me genera demasiada risa, ese musculoso no se imagina con quién se está metiendo. Creo que mi padre le dará una gran lección.

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¿Qué tal les está pareciendo la historia? ¿Les gusta? ¿Cuál creen que sea su venganza? Dejen volar su imaginación, mis pequeños ❤

Me gusta empezar la historia contando un contexto general; para que luego entiendan de dónde salen todos los personajes y la relación que tienen con los protagonistas.

Trataré de actualizar todos los días, gracias por leerme :') y por favor dejen sus comentarios; para ver cómo podemos ir mejorando juntos, esta historia :)

Never Ending LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora