CAPÍTULO 2

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OS PRESENTO A BEN, HIJO DE BELLA Y BESTIA. POSEE UNOS OJOS HERMOSOS Y UNA MELENA LEONINAS, ASÍ QUE SE PODRÍA DECIR QUE HA HEREDADO LO MEJOR DE CADA UNO DE ELLOS. TODO COMENZÓ AQUEL DÍA EN EL QUE BEN TUBO UNA IDEA BRILLANTE...

En el castillo de Bella y Bestia, su hijo, Ben, miraba fijamente por la ventana.
A pesar de que lo separaba la inmensidad del mar azul desde su posición podía distinguir el resplandeciente destello de una barrera mágica que se levantaba alrededor de la Isla de los Perdidos. Aquel lejano islote donde se encontraban exiliados los prisioneros era muy hermoso y, sin embargo, siempre que lo contemplaba le invadía una profunda sensación de tristeza. El sastre real estaba muy ocupado en confeccionar a Ben su traje de coronación azul, anotando con esmero todas las medidas en su bloc de notas. En ese momento, Bella y Bestia entraron en la habitación.
-Aún no me puedo creer que el mes que viene vayas a ser coronado como nuevo rey - comentó Bestia, moviendo sus ojos azules tras unas gafas de montura negra.
La corona de oro que portaba sobre la cabeza brillaba con fuerza. En poco tiempo, se la cedería a Ben.
- No eres más que un crió -apostilló
- Querido, esta apunto de cumplir dieciséis años -repuso Bella, cuyo vestido amarillo la hacía parecer más hermosa que nunca.
- Hola, papis -saludó Ben.
-¿Dieciséis? -preguntó Bestia, quitándose las ga-


fas-. Es demasiado joven para ser rey. Yo no tomé


ninguna decisión madura hasta que cumplí al me-


nos... cuarenta y dos.


Su rostro se iluminó con una resplandeciente sonrisa


y guardó las gafas en el bolsillo de la chaqueta.


Bella frunció el ceño.


-Te recuerdo que a los veintiocho años tomaste la


decisión de casarte conmigo -le espetó.


-No tenía otra elección: o me quedaba con ella


o con la tetera -respondió Bestia mientras hacía un


guiño a Ben.
Ben se rio entre dientes.


-Es broma -apostilló Bestia, arqueando las cejas.


-¡Papá, mamá, ya he decidido cuál va a ser mi


primer decreto o cial! -exclamó Ben.


Bella y Bestia se miraron entre sí y lucieron una


amplia sonrisa.


-He decidido que los niños de la Isla de los Perdi-


dos se merecen tener la oportunidad... de vivir aquí,


en Áuradon -explicó Ben.


Sus padres lo miraron con los ojos muy abiertos,


sin saber qué decir.


El sastre, consciente de la tensión que empezaba a


respirarse en la sala, decidió tomar asiento.


-Cada vez que contemplo la isla -prosiguió Ben,


haciendo un gesto hacia el islote que asomaba al otro


lado de la ventana-, me siento como si los hubiéra-


mos abandonado.


-¿Te refieres a los hijos de nuestros acérrimos


enemigos? -preguntó Bestia-. ¿Quieres que vivan


entre nosotros?


-Al principio podrían venir unos cuantos; aque-


llos que más precisen nuestra ayuda -argumentó


Ben-. Y debo confesar que ya los he elegido.


-¿Ya lo has hecho? -preguntó Bestia, frunciendo


las cejas.
Bella apoyó lentamente una mano sobre el brazo de


Bestia.


-Querido, recuerda que yo también te di una


segunda oportunidad -repuso.


Luego dio media vuelta para mirar a Ben.


-Y dinos, hijo, ¿quiénes son sus padres? -preguntó


con una sonrisa sincera.


-Sus padres son Cruella de Vil, Jafar, la Reina


Malvada... -Ben hizo una pausa para tomar alien-


to- y Maléfica.


El sastre lanzó un grito ahogado y dejó caer la li-


breta.


-¡¿Malé ca?! -gritó Bestia-. ¡Es la peor villana


que existe sobre la faz de la Tierra!


-¡Papá, deja que te explique! -pidió Ben.


-¡No pienso escuchar una palabra más! -vociferó


Bestia, agitando el dedo-. ¡Toda esa gente ha cometido


crímenes abominables!


Los mayordomos abrieron la puerta y el sastre se es-


cabulló silenciosamente de la habitación.


-Pero sus hijos son inocentes -repuso Ben con


calma-. ¿No crees que se merecen la oportunidad de


llevar una vida normal?


Como respuesta, Bestia dedicó a su hijo una mirada


larga y severa.
-Papá -rogó con ojos suplicantes.


Bestia miró a Bella y sentenció:


-Supongo que los niños son inocentes.

¡Ja!


Ahí lo tenéis.


¡Incautos!

los descendientes la novelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora