"MI TRISTE, DOLOROSA Y VERDADERA VIDA" (la novela es solo ficción)

Capítulo 34: "¿Mariano es Alexander?

Narra Roseta (23 de agosto)

Cerré los ojos y volví a encontrarme en la habitación del hospital. Ahí estaba una enfermera, tocando unos cables en cima mío. Ella miro mi cara y se dio cuenta de que estaba despierta.

- Hola señorita, me sorprende que estés despiertas, voy a llamar al médico y te revisaremos- sonrió. -Trata de no moverte, ya vengo.

Salió de mi habitación y escuché como hablaba con mi madre, todos estaban felices de nuevo.

Al rato vino el médico, junto con mi madre y me revisó.

- No está tan mal. Pero tendrá que quedarse una semana más en revisión, el golpe de la cabeza sigue siendo muy importante-.

Mamá se acercó y tomó mi mano.

-Duerme un rato, hija. Te hará bien- besó mi frente.

Le hice caso y en menos de veinte minutos, me dormí.

Al otro día (24 de agosto)

Hace unas horas me desperté, me volvieron a revisar y ahora estoy esperando a que dejen entrar a Karina. Por suerte si, pero no entró sola, sino que también con Alexander.

-Hola- saludaron juntos. Les sonreí como respuesta.

-En el colegio te extrañamos mucho- Dijo Kari mientras se sentaba en el sillón de al lado de la camilla. -Perdón por traer a mi primo, él me ayudó a venir hasta acá-

Alexander sólo me miraba.

-Prima, ¿Nos puedes dejar solos? Quiero hablar con ella sobre algo importante- Dijo Alexander haciendo contacto visual con mi amiga para luego mirar como se retiraba de la habitación.

"¿Qué querrá?" Pensé.

Alexander se sentó en el mismo lugar que anteriormente estaba Kari y me miró a los ojos.

-Roseta, tengo algo que confesarte. Yo me preocupé mucho por vos- lo interrumpí.

-Sí, Kari lo dijo, pero ¿cuál es la confesión?-

Noté como se puso nervioso, pero igual me lo dijo.

-Yo soy Mariano. Sí, el que te regaló la Tablet. Todo lo hice para que sigamos juntos, no quiero que te pase nada, por favor no te enojes- agarró mis manos.

Lo miré mal, ¿Cómo podía ser él? Yo que le confié tanto y me engaña así. Saqué mis manos de su agarre.

-Andate por favor, quiero estar sola- le pedí.

-Quiero que me perdones- ví como se iba con la cabeza gacha, parecía arrepentido.