capítulo 1.

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-¡fuera de mi camino!
Le decía el detective a un oficial que le impedía ver la escena del crimen. El detective era un hombre alto, de hombros anchos, con un poderoso torso, cejas pobladas y rostro de pocos amigos, se llamaba Alexander Cortés. Este día, como todos los demás, era uno malo. Se abrió paso hasta la escena del crimen por medio de empujones e insultos; paso una mirada por toda la habitación y la imagen hizo que su corazón diera un vuelco. Todas las paredes estaban llenas de sangre, la víctima era una mujer joven y de cabello castaño, tenía una herida de arma blanca en el vientre y el olor a semen, alcohol, putrefacción, inundaban el ambiente con un aroma salido del mismo infierno. Pero a pesar de todo, algo llamó su atención, la sonrisa. La mujer que tenía ante sus pies, no dejaba de sonreír y sintió que unas manos se metían debajo de su caja torácica, comprimian su corazón. Levantó su mirada para ver la pared del fondo, no encontró nada más, que un espejo y le reflejaba, ya no era el mismo. Ahora estaba atravesado por el filo de esa sonrisa, que le carcomia el alma.
- Cortés!!, como se encuentra?
Era el forense que apenas se bajó un poco la máscara para dirigirle la palabra al detective y este salió de su trance.
- Le estaba buscando, como es que no tienen acordonada el área. Casi no me deja pasar el tumulto de observadores.
Se acercó al forense que tuvo que mirarle elevando un poco la cabeza para poder verle el rostro, la diferencia de tamaños era considerable. El forense dio un paso atrás y le dijo con vos trémula.
- tiene que ver lo que hayamos en el baño principal. Es de suma importancia.
- Esta bien.
Respondió el detective con tono impaciente.
Mientras seguía al forense por la estancia, no paraba de observar los cuadros y uno de Doré llamó su atención, le reconoció al instante, era la caída de Lucifer. No era misterio para nadie que era una mujer acaudalada y esto podría llevar a la sospecha de un robo, pero ya había descartado esa posibilidad.

Después de caminar por la estancia para entrar al corredor donde estaban las habitaciones, se encontraron con algunos miembros del equipo de primera respuesta que venían en dirección contraria y se dirigían a la salida del edificio. Al final del corredor, se encontraba el baño y este tenía la puerta abierta de par en par, al adentrarse en el se percató de que no tenía mucha decoración. Sus ojos se posaron invomiles cuando llegaron al espejo, un escalofrío recorrió su espina dorsal, en el espejo había un mensaje y en el lavado, había un dedo amputado. El mensaje parecía haber sido escrito con la punta del dedo sin carne, y con el perfilaron las siguientes palabras.
"Saca mi vida de la cárcel para dar gracias a tu nombre".

Un Vals desde el infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora