3. ¡¿Por qué tenían que ser indígenas?!

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Por tanto, fuimos a por ellos y el cielo se llenó de pelicans (helicópteros gigantes).
Y pronto encntramos una avanzadilla así que fuimos a atacarla, para ganar territorio y quitarles unidades de infantería.
Pero,¡estaba hasta arriba de indígenas!, mira tú qué bien. Al principio no veíamos nada del enemigo y pensamos en entrar a investigar, pero de repente vimos a los indígenas. Eran horribles, parecían sacados de una novela de terror. Eran como los de la peli de Avatar, pero más pequeños (de 1,50 a 1,70 calculamos). Pero estaban armados hasta los dientes de armas láser y cañones gigantescos, lo cual era muy raro. Bueno, el caso es que estaban bien armados y no tenían miedos de usar armas láser, porque vieron a uno de los nuestros y comenzaron a disparar como locos. Al que le vieron, sobrevivió (por si os preguntabais qué le pasó). Comenzaron a disparar y pronto el suelo estuvo hasta arriba de cráteres. Habían dejado de disparar, así que salimos al contraataque. En aoenas dos horas sólo quedaban unos pocos, que salieron por patas de los escombros del puestecillo. Pero uno se quedó enredado entre un montón de cables y le cogimos. Le mandamos rogando por su vida a una de nuestras bases. Luego fuimos a por los que quedaban y nos costó mucho encontrarles, pero les exterminamos. Aunque uno de ellos técnicamente no lo matamos (se suicidó) y rápidamente volvimos a donde supuestamente estaban los pelican, pero...
-¡SANTO DIOS! ¡¿POR QUÉ ME PASA ESTO SÓLO A MÍ?!-dijo el jefe.
Y tenía razón, sólo tenía él las desgracias. Esta fue que los pelicans explotaron por el fuego de cobertura del enemigo.
-Supongo que tendremos que llamar a las bases para que nos brinden unos pelicans, ¿no?.-dije yo.
-Tardarían días, O'conell.-me rspondió Marcus-. Moriríamos antes de que llegasen.
-Ah, ¿entonces que hacemos?-dije.
-Conseguir suministros y rezar para que se den cuenta de que estamis aquí.-dijo el inquisidor.
Con lo cual, la habíamos liado parda, porque además no sabíamos lo que se escondía en estos oscuros parajes.
El primer día no comimos más que la carne de los indígenas caídos (asqueroso, deberíais haber visto la cara de asco de todos, pero no teníamos más). Y por la noche vino la "fiesta". Resulta que había otro puesto de caballeros prometeo, y cada noche patrullaban cada parte del bosque (sí, el puesto estaba en un bosque) y nos encontraron así que decidieron atacarnos. Pero agradecimos que fuéramos tantos porque les superábamos en 40 contra 1 (por cada uno de ellos que había, había 40 de nosotros) y en cuestión de minutos nos cargamos a todos. Irónicamente eran todos los de su puesto avanzado.
-Dios, qué suerte.-dijo uno de los soldados.
-No te motives, que por cada cosa buena que decimos nos cae una desgracia.-le dije.
-Ok, ok.-me dijo.
Al día siguiente, gracias a Dios, vinieron un montón de pelicans a resctarnos.

Halo: La historia de un Spartan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora