Entre en aquella consulta fría a la que mis padres me habían obligado a ir, dicen que no estoy bien, ellos que sabrán si nunca les he importado.
Al entrar me asombre al ver a un hombre joven, estaba sentado en un sillón de cuero negro, apuntando cosas en su libreta, típico de psicólogos.El era moreno, con el pelo corto y rubio, sus ojos eran de un color grisáceo casi azul, era delgado y llevaba una camiseta normal y unos vaqueros oscuros.
Me senté en un sofá que estaba en frente de él, me puse a observar la habitación, era una sala bastante espaciosa, con las paredes de color crema, las paredes estaban cubiertas de estanterías repletas de libro, un tiempo atrás me habría levantado para hojear uno por uno cada libro, pero ahora no me encontraba con las suficientes fuerzas para hacerlo, cerca de las estanterías había un escritorio con fotos y algunos papeles. Escuche al doctor toser, dejé de observar la habitación para mirarle.
-Dime Érica,¿Porque crees que estas aquí? - Dijo el doctor con sutileza, como si hablara con un animalillo.
-Mi madre dice que no estoy bien, que necesito ayuda- Dije con la voz apagada, no quería hablar, quería estar en casa, en mi habitación escuchando música, no aquí.
-Érica, no me importa lo que diga tu madre, me importa lo que tu digas y sientas,¿Qué es lo que te preocupa, qué es lo que no te permite estar bien?- Dijo con preocupación e interés mientras miraba mis ojos verdes fijamente.
-Doctor...-Esa palabra salió en un susurro de mi garganta, estaba a punto de derrumbarme, no quería llorar, pero me era inevitable.Una lágrima solitaria escapa de mi ojo cargada de angustia y dolor-...He perdido a la persona que más he amado en mi corta vida, mis días están tan vacíos sin él que no puedo pensar con claridad, siento un vacío tan grande en mi pecho que me abruma y me duele de tal manera que no me deja dormir, comer o siquiera pensar.Mi corazón se rompió justo en el mismo momento en el que lo perdí a él.Cada uno de los pedazos de este corazón se me clavan en la piel, haciendo sangrar por dentro.-Dije con la voz rota, por haberlo dicho al fin, pero esto no acaba aquí.
Hubo un momento de silencio, entonces dije:
- Dígame doctor,¿Cómo pretende que yo viva con este dolor incesante?¿Cómo puede usted ayudarme?- Dije con un ápice de enfado en mi voz, harta de esta situación.
El doctor me miró con cara de incredulidad, tardó unos minutos en responder.
- ¿Cuando pasó todo ésto? -Dijo el asombrado.
- Doctor , se lo contaré todo con la condición de que usted me ayude a superar este dolor.
-De acuerdo-dijo él interesado
Aquí es cuando de verdad empieza mi historia.
ESTÁS LEYENDO
Los colores de un corazón roto
De TodoÉrica esta hundida en su propio dolor, ella a sufrido la pérdida de la persona a la que más amaba, Aaron. Esta historia cuenta los giros que puede dar la vida después de una perdida, acompaña a Érica en su vida, pero una pequeña advertencia, esta n...