Tareas domésticas.

2K 267 31
                                    

Cada uno tenía el puño derecho detrás de la espalda, enfrentándose directamente, cara a cara. El silencio invadió la habitación. Sólo había un tiro, por consecuencia, sólo un ganador. Makoto se mordió el labio inferior cuando una de las cejas azabaches se levantó con intriga.

— Deberías rendirte, Makoto —Sousuke trató de persuadir a su contrincante, cerrando un paso más la distancia entre sus cuerpos.

— No lo creo, Sousuke —Makoto sonrió, a pesar de sentir las mejillas rojas—. Este es el tiro decisivo. Todo o nada.

— Si te rindes ahora, prometo no dejarte morir solo —propuso el moreno.

— No perderé —aseguró.

El más alto sonrió de lado, acercándose dos pasos más. Makoto contó hasta tres, y ambos jugadores desfundaron el puño. Sousuke tenía piedra, Makoto tijeras. Los ojos verdes se abrieron con gran terror, gesticuló con la boca pero ninguna oración coherente.

— ¡No, Sousuke! —El castaño brincaba infantilmente frente a su pareja.

— Perdiste.

— Otra vez, cuatro de seis, ¡Sousuke! —El moreno se dio media vuelta, dirigiéndose al sillón. Makoto se aferró a sus piernas, impidiéndole caminar—. Es injusto, tú nunca pierdes, haces trampa.

— Perdiste, te toca lavar el baño.

Makoto se levantó, inconforme, y se dirigió hasta el cuarto de baño sin dirigirle la palabra a su novio.

Sousuke cocinaba, Makoto lavaba platos; Sousuke tendía la cama y limpiaba ventanas, Makoto limpiaba los pisos; Sousuke lavaba la ropa, Makoto la doblaba; hacían las compras juntos, y el baño lo lavaba el que perdía en "piedra, papel o tijeras".

Pero no había necesidad de que Makoto se diera cuenta que cuando más nervioso se encontraba, ponía "tijeras" en su puño, cuando se mordía el labio era "papel" y al sonreír tiraría "piedra". Porque esos detalles solo los sabía Sousuke tras años de conocerlo. Y aunque Makoto se enojaba siempre al perder, existía el sexo de reconciliación.

t


Juntos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora