Me despierto con el estruendoso sonido de la alarma de mi celular. Me levanto y observo que son las 8:30 a.m.
-Mierda-Gruño. Linda forma de comenzar el día.
Resulta que mi hermoso hermanito cambió la hora en que debería haber sonado mi alarma. Este niñito me las pagará.
Lo peor es que debo hacer todo veloz y medio sonámbula.
Me levanté de golpe y mi cabeza da vueltas, me paro y caigo al suelo deseando no haberme resbalado con una dona o algo así, porque la cosa estaba pegajosa y suave ¡Y qué te importa Zoe, levántate!Lo hago, rápidamente me cepillo los dientes y me lavo la cara, yo no suelo maquillarme, con tener las cejas y las piernas depiladas es suficiente para mí.
No tengo tiempo de darme una ducha, así que me cambio de ropa con lo primero que encuentro a la mano en mi clóset: una sudadera verde claro, que me quedaba un poco más abajo de mi cintura tapando mi trasero, unos jeans y mis fieles botines marrones. Mi pelo lo amarré en un moño alto casi perfecto, no sé cómo es que a veces mi pelo amanece en buen estado.
Agarro mi mochila de color azul que estaba en la silla de mi escritorio y un fólder con las hojas sueltas de mi trabajo que debía entregar hoy en Arte, ya las perforaré luego.
Bajo corriendo las escaleras hacia la cocina para ver si al menos puedo comer algo rápido como una fruta o el sándwich que no comí en la cena.
Y como lo supuse, mis padres y Evan ya se fueron.
Abro el refrigerador y no encuentro nada comestible, ni si quiera una mísera manzana. Genial, muero de hambre pero no puedo hacerme más tarde para llegar.
Normalmente iría en mi carro pero no recuerdo dónde dejé las llaves. Así que no tuve elección.
-Piernas, no me fallen ahora-Corro a más no poder hacia la escuela, queda a cinco cuadras de mi casa, no es un gran problema gracias a que practico básquetbol.
Sí señores, el básquet es lo mío.
Estoy en la selección y este año quedó una vacante porque Katia tuvo que mudarse a Seattle por trabajo de sus padres, la extraño, algún día la visitaré.
Ya no faltaba más. Cuando llego sigo corriendo por el pasillo ya que la escalera al segundo piso más cerca a la clase estaba al fondo de la escuela.
Todo fue en cámara lenta cuando me golpeo contra algún cuerpo, uno muy ejercitado debo decir, porque al impactar contra su pecho caigo al suelo regando por todos lados los papeles del fólder.
-Ay, perdón-Es todo lo que dice y se larga corriendo sin más a quién sabe dónde, ni siquiera se inmuta a ayudarme.
-¡Idiota!-Le grito, pero fue en vano porque ya desapareció, ahora por culpa del desgraciado ese llegaré mucho más tarde por estar levantando los papeles que volaron por todas partes.
Cuando recogía el último, el timbre sonó y todos los alumnos salían de sus aulas llenando el pasillo.
Bajando por la escalera del fondo diviso a mis tres fieles amigas.
-¡Hey, chica rebelde!-Me llama Jessica, ella tiene el pelo negro y con ondas.
-¿Zoe Thompson qué sucede contigo?-Ella es Emma, pelirroja y piel blanca-¿Ahora faltar a clase es tu nuevo pasatiempo?
-¿O te tiraste a alguien anoche y no dormiste bien?-dice Camila. Las tres ya estaban en frente mío. Cam es de tez blanca, cabellera rubia y lacia, tiene un voluptuoso cuerpo que ella no teme demostrar.
ESTÁS LEYENDO
¡Hey, nena! Eres mía
Teen FictionÉl tiene sus manos en mi cintura sobre el vestido. Mi boca ya desciende con pequeños besos a su entrepierna abultada y justo antes de llegar a mi destino me levanto y agarro mi bolso. -¿Qué-qué haces?- pobre iluso. -Me voy, ¿no es obvio? -¿Y me deja...