Dark grey » Niall Horan {Deep colours #2} CANCELADA

Capítulo 5.

ARIANNA

Llego a casa a mediodía. En cuanto entro por la puerta de la entrada, un olor a guiso inunda mis fosas nasales. Respiro hondamente y me dirijo a la cocina. Encuentro a mi madre cocinando de espaldas a mí. La saludo brevemente y subo las escaleras hacia mi cuarto. Antes de abrir la puerta de este, la voz de mi madre desde la planta baja interrumpe mis movimientos.

-¡Ari, he puesto las cajas que había en el pasillo en tu habitación! -me avisa.

-¡Vale, no te preocupes!

Una vez que me adentro en mi dormitorio diviso un par de cajas colocadas en una esquina, justo al lado del tocador. Me dirijo hacia ellas y con un cutter que busco en la caja de herramientas de mi padre, rompo el fiso y las abro.

Ante mí aparecen un montón de álbumes de fotos ordenados por columnas. En la portada está escrita la fecha y las personas que están en él. El primer cuaderno es de la Navidad de 1999, cuando yo tenía cuatro años recién cumplidos: mi cumpleaños es el 18 de diciembre.

Abro el álbum por la primera página, encontrándome una imagen de lo más familiar: estoy abriendo los regalos con impaciencia frente al árbol de Navidad, mi madre observándome con una amplia sonrisa en el rostro y estando en cuclillas justo a mi lado derecho. Recuerdo que esta foto la hizo mi padre. Sonrío nostálgica, dando la vuelta a la hoja. Esta vez hallo una fotografía de mí subida a un poni de juguete y mi padre observándome con una sonrisa al otro lado del retrato. Me acuerdo cuando pedí ese regalo. Lo vi en una revista de juguetes y me pareció tan bonito que incluso fue amor a primera vista. Quién iba a decir lo que me esperaba a mí cuando mi padre murió.

Estoy en un trance, puesto que no sé si sentirme molesta hacia mi padre o no: nos dejó todo el marrón a nosotras sin preocuparse siquiera de si iba a ser peligroso para mamá y para mí, su única intención fue deshacerse del problema para que así él no tuviera que preocuparse más por las estúpidas Organizaciones que iban tras él. Pero, por otra parte, él me avisaba continuamente con la famosa frase de no te acerques a Blue. Me siento decepcionada por la persona que más me apoyó en este mundo pero a la vez la que más disgustos me trajo. Es muy confuso para mí. Sin embargo, no le puedo reprochar nada. Está muerto. Mi padre está muerto y eso no va a cambiar. No puedo vivir con el sentimiento de rabia y frustración hacia él. No me haría ningún bien.

Al fondo de la caja localizo un álbum que hace que mi corazón lata con más rapidez. Dudo por un segundo en si debería cogerlo o no, pero finalmente lo hago. Es el libro de fotos de Niall y de mí. Aspiro hondamente y suelto el aire suavemente. Mi meta es poder mirar sus fotos sin sentir nada en mi interior, pero sé que no estoy preparada para ello todavía. Aun así, lo abro y la primera imagen que aparece ante mí es una que le saqué sin que se percatara. Estaba riendo, riendo de verdad. Sus ojos estaban achinados y se le formaban unas pequeñas arruguitas a cada lado. Su dentadura era perfecta: blanca y recta. Su mandíbula estaba muy marcada y esa era una de las cosas que más me encantaban de él. Y lo sigue haciendo. Siento un pinchazo en el pecho y se me crea un nudo en la garganta sin siquiera poder evitarlo. De algún modo u otro, sabía que acabaría así en cuanto abriera una página de ese álbum.

Paso a la siguiente. Esta vez estamos los dos juntos en un banco de la plaza de Mullingar. Niall está bizco y con la lengua fuera, mientras que yo tengo la nariz arrugada poniendo morritos exageradamente. Yo estaba horrorosa -al fin y al cabo, esa era la intención-, pero él parecía un ángel. Ni intentando lucir feo era feo.

Otro pinchazo.

Mis ojos comienzan a aguarse y me veo obligada a limpiármelos con el dorso de la mano. Joder. En serio, tengo que parar de llorar continuamente. Me hace sentir débil y no quiero serlo en absoluto. Pero supongo que eso es lo que el amor hace: te debilita hasta dejarte por los suelos.