XIX

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El frio calaba sus huesos y parecía querer romperlos. Sus descalzos pies acariciaban un césped tan gris, que a la distancia era difícil diferenciar entre el nublado cielo y la superficie. Ariadna caminaba frotando sus brazos inútilmente en un intento de darse calor. ¿Qué es lo que le quedaba por hacer...?

Ariadna: Debo seguir buscando... *totalmente desequilibrada...*

A lo lejos se divisaba un delgado pero largo sendero arenoso, diferenciándose en extremo con el gris ambiente que lo bordeaba. En sus bordes, rocas transparentes de un rojo brillante separaban el césped del sendero. No estaba segura de qué es lo que hacían exactamente sus sentidos, pero algo dentro de ella le advertía que estaba bien confiar en ellos.

Ariadna: Nunca es demasiado tarde...

En el instante en que sus pies se sumergieron en la arena, las horas pasaron rápidamente sobre su cabeza. El espeso cielo lo hizo evidente ante su distraída mirada. Gigantescos cúmulos de nube se dispersaron a velocidad, agrietándose en rayos de luz atardecer que coloreaban el extenso jardín. Un doloroso éxtasis recorría sobre su existencia, cuando entonces...

"No tan deprisa, primavera, aún es demasiado pronto."

En un suave arrebato, sus pies abandonaron la arena y el cielo quedó tal cual, antes de haber sido desprendida del sendero por su captor. Ariadna cayó en cuenta de poder escuchar los latidos del corazón de su oponente, al momento en que la sostenía entre sus brazos acariciando su despeinada cabellera, acobijándola en la tibieza de su torso.

Ariadna: "Recorreré todos los senderos que yo desee..."

Dijo con el coraje rebalsando su entristecido pecho. Su captor la apartó con delicadeza, apartando los mechones de su cabello que se interponían entre sus miradas. A pesar de que sus sentidos parecían reconocer a este hombre, ante los ojos de Ariadna era totalmente indiferente. El contacto de sus labios en su frente no causó asperezas pero sí un terrible miedo creciente...

"Ahora duermes..."

Ariadna: Esto... eso es un sueño. *reacciona* Todo era un sueño. Y tú... ¡tú eres ese sujeto!

"¿Qué crees que soy exactamente para ti, primavera?"

Ariadna: ¡Nada! ¡Yo ni siquiera te conozco! Oh no... asma... u-un ataque de asma...

"O tal vez sólo duermes frente a la ventana"

Intentó apartarse cuando el hombre vestido de negro se acercó a tomar de su brazo. De pronto parecía sentirlo entumecido... y una parte de ella confiaba en que acababa de traspasar, a medio camino, la frontera entre el sueño y el despertar. La mitad de su cuerpo se sentía pesado, como hecho de plomo... estaba a merced de él. Entonces el ataque de asma desapareció.

Ariadna: ¿Qué hiciste?

"Cambiar de posición la forma en la que dormías"

Ariadna: ¿Estoy durmiendo? ¿Dónde?

"Recuerdo a través de tu mirada, la imagen de dos..."

Ariadna: Las ancianitas *interrumpe* ¡El hospital! Fui con mi mamá. Entonces estoy en el auto.

El desconocido le extendió una mano enguantada, dispuesto a ayudarla a ponerse de pie. Ella bajó la mirada sobre el gras, era verde y tibio aunque juraba recordarlo frío y gris. Aún más extraño para ella, fue el hecho de sentir el tacto que la rodeaba.

Ariadna: No puedo estar hablando contigo... No eres real ¿o sí...?

"Tan real como tú acatando a tus sentidos ¿Cómo explicas que ahora eliges decisiones por tu cuenta? Como el sostener mi mano, por ejemplo."

Ariadna: N-no lo sé...

Posó su desnuda mano sobre el guante y, sin embargo, podía jurar que conocía el tacto del sujeto que la perseguía en todos sus sueños. El rubor en su rostro se hizo tan evidente, que el sujeto sonrió cálidamente para luego darle considerable espacio.

Ariadna: Creí... *duda en preguntar* que soñábamos con nuestros conocidos.

"Me conoces, Ariadna. Toda tú me conoces."

Ariadna: No, no te conozco. Sabría quién eres en la vida real.

"Muchos olvidamos a las personas que conocemos en nuestros sueños a pesar de sentirnos convencidos de conocerlos cuando estamos despiertos. Incluso olvidamos el sueño mismo."

Ariadna: ¿Eso significa... que tú y yo... hemos vivido otros sueños?

"... Yo tuve un sueño hace mucho tiempo."

Ariadna: ¿Y qué sucedió?

Las palabras articuladas por el desconocido se convirtieron en un susurro difícil de descifrar, al momento en que sus ojos se abrieron observando el respaldar del mueble donde yacía recostada. Su madre acariciaba su despeinada cabellera para despertarla, desconociendo el sentimiento de angustia que recorría por su pecho en ese momento.

Lizbeth: Ya llegamos, hija. Coge tus cosas y quédate en casa. Sólo en casa.

Ariadna: Bien... *cogiendo su mochila y su teléfono* ¿Debo contestar el teléfono de la casa?

Lizbeth: Recuerda que no hay nadie en casa, Ariadna.

Ariadna: uh... lo había olvidado. *Sale del auto*

Lizbeth: Quiero que almuerces bien *le advierte* Te llamaré mas tarde para saber cómo estás.

Dejó deslizar su mochila hasta su muñeca, mientras que con la otra despedía a su madre a lo lejos. ¿Desde cuándo tanto orden en lo que hacía? Ah sí, el sujeto que vivía dentro de sus sueños. Aún parecía inquieta por ello cuando pasó por la puerta y se aventó boca abajo sobre el mueble.

Ariadna: ... no estás en mi cabeza... ¿o sí?

Prestó atención al tacto sobre su piel de los mullidos cojines. Entonces cayó del mueble tras escuchar los agudos maullidos que provenían de su mochila. ¿Cómo había podido olvidarlo? Si cuando apenas salieron del hospital, un pequeño gatito perdido rasguñó su tobillo entre las pantis de su uniforme escolar. Acababa de recordar que aún le ardían.

Ariadna: Lo siento, lo siento, lo siento...




Quiero vivir en un Sueño (EN PARO)Where stories live. Discover now