Hoy tuve ganas de escribirte, decirte que tuve un pésimo día, que me hubiera encantado que estuvieses conmigo haciéndome olvidar el peso de la realidad, que te necesito aún más de lo que reconozco y que hubiera dado todo porque me hicieras sonreír.
Tuve muchas ganas de decirte muchas cosas, pero me calle. La soledad es el peso de mi cobardía.