Capítulo 3

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No sé qué ropa debo ponerme. Iré a una de las empresas más importantes de Nueva york y lo único que tengo en mi armario son jeans, blusas, camisas, tenis, oh y mi ropa de Starbucks.

— ¿Por qué no te pones una falda? —Sugiere Lorraine.

Resoplo, levantando mi flequillo.

—No tengo. ¿Recuerdas que las done para la caridad hace unos meses?

—Oh, es cierto—se da un pequeño golpe en la frente.

Las doné porque casi no las utilizaba y ahora me arrepiento de haber hecho eso. Todo por hacer una buena acción para los demás. Necesito tan siquiera una para no lucir tan informal en ese edificio. No tengo suficiente tiempo para ir a la casa de Lorraine por una prestada. Bueno, ya está, unos jeans con una blusa azul marino están bien. Me pongo unos pequeños tacones negros y me suelto el pelo para recogerlo con un simple listón.

— ¡Wow! Mi amiga está muy linda hoy—me abraza y me guiña varias veces el ojo.

—Exageras—ruedo los ojos.

Entro a la cocina y me sirvo un poco de agua. Me pierdo unos segundos mirando el vaso de cristal que tengo en mis manos. Me siento fuera de esta realidad.

— ¿En serio me prestas tu beetle? —Le vuelvo a preguntar con timidez.

—Claro, jamás podrías llegar a tiempo en el autobús o en el tren subterráneo.

—Gracias—dejo el vaso sobre el fregador.

Camino hasta la sala, tomo mis cosas, las llaves de su auto y trato de tranquilizarme.

—Tú puedes amiga, yo estaré aquí viendo a las locas Kardashian—dice con una risita.

Qué cómoda.

—Bien, estoy dispuesta a sobrevivir, amiga.


*

Manejo por las calles más transitadas de Manhattan, pero a buen tiempo y sin nada de tráfico. Me siento muy ansiosa. Aprieto el volante de la misma tensión que llevo. Ya casi estoy por llegar, el gran edificio de la empresa se puede ver más cerca y a decir verdad, es un fantástico y hermoso arte arquitectónico de la ciudad, comparado con otros. Estaciono el beetle en la acera de enfrente del enorme edificio. Unas grandes letras resaltan en él: Evans Company. de un color azulado claro. No puedo dejar de mirar hacia arriba. Debe tener más de treinta pisos.

Entro en el imponente edificio, mirando a todos lados. Personas de traje y señoritas con vestidos muy elegantes, mueven al lugar.

Miro hacia el frente en donde hay un mostrador de piedra y en donde una señorita pelirroja me sonríe amablemente. Va muy bien vestida. Lleva un vestido negro, muy llamativo. Me apresuro a acercarme hasta ella.

—Hola, buenas tardes. Vengo con el señor Evans. Soy la estudiante Elizabeth Reed—alzo un poco la carpeta en donde llevo mi tesis.

Intento de hablar lo más relajada que puedo.

—Permítame—sigue con su sonrisa en la cara.

Ella no es la misma con la que hable por teléfono... ¿O sí? Me siento incómoda ahora. Algunas mujeres pasan cerca de mí viéndome con poca discreción. Si, ya sé que no llevo un buen atuendo, exageradas.

—Sí, tiene cita a las dos en punto. Firme aquí, por favor.

Me entrega un bolígrafo de punta fina y firmo con las manos un poco temblorosas. Me entrega un gafete blanco con un gran lunar verde. ¡Qué raro! Me lo coloco enfrente de mi blusa y me hago el cabello a un lado para que pueda ser visible.

El lado Oscuro de Evans #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora