III- "Ojo de la tormenta"

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-Céfiro

-¿qué cosa?

-Así le llamaras

Janna no lograba entender a qué se refería, pero no tuvo interés en preguntarle. Solo siguieron caminando. La turbulenta noche pasada fue olvidada, Janna noto que ahora había otra cicatriz en el brazo de Yasuo, le entristecía saber que fue herido pero al mismo tiempo se sentía orgullosa de haberlo defendido

<<Herida de batalla>>

El mal tiempo se aproxima, pronto negras y cargadas nubes atormentaran el camino. El ambiente agitado le recordaba a las tierras de zaun, eso le revolvió un poco el estómago, empezaba asustarse. Se detuvieron un momento a la orilla de un rio cercano, Yasuo se encargó de pescar mientras Janna se encargaba de encender la fogata, esta sería una comida rápida. De pronto las pesadas nubes empezaron a descargar su helado y líquido contenido.

-Corre Janna!- Yasuo le señalo un pequeño refugio natural hecho de piedras, era suficiente para ellos dos.

<<Debemos llegar a una aldea cuanto antes>> eso era lo único que podía pensar Yasuo.

La lluvia no cesaba, Yasuo observaba melancólico, pues esa lluvia le recordaba su pasado, cuán grande fue su precio a pagar por algo que no hizo. Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por el titiritar de Janna, se encontraba pegada a la fría pared hecha bola para tratar de acalorarse, Yasuo pensó en hacer una fogata pero no había con que, por lo pronto lo cubrió con su manta. Pasó un largo rato pero aun con eso el titiritar de Janna no cesaba, Yasuo la observo como arrugaba su frente y se aferraba a la manta, toco su frente y era justo lo que pensaba: fiebre.

<<que momento tan inoportuno para enfermarte Janna>> dijo entre dientes con el ceño fruncido.

No había medicina, ni ungüentos, ni nadie que le ayudara. Un vago recuerdo se le vino a la mente, muchos años atrás, cuando las noches eran frías y húmedas, el pequeño Yasuo era presa fácil a enfermarse, para su fortuna siempre había un alma generosa y bondadosa que cuidaba de el: su maestro. Un hombre sabio y cálido como el sol, que le daba cariño para sanarlo cuando se enfermaba. Cuanto le había dolido su muerte, cuanto le dolió que le acusaran de semejante barbarie. Su corazón se había tornado oscuro como la noche, pero en esta ocasión, aquella desdichada y débil figura, ilumino el vacío de su alma. Yasuo se levantó, la tomo lo más cuidadoso posible y sin vacilar la acurruco sobre su pecho. <<Todos saben que el calor se transmite mejor al contacto>>

Yasuo cerró los ojos y se quedó dormido.

La lluvia empezó a calmarse, la temperatura de Janna empezó a nivelarse, su rostro se aclaró, cuando abrió los ojos sintió algo que jamás había experimentado, una sensación de calidez, de amor, de protección... miro lo que le producía tal sensación, ahí estaba dormido firmemente sosteniéndola. Un rubor inocente coloreo las pálidas mejillas de Janna mientras sonreía, cuan feliz le hacía que su maestro Yasuo hiciera esto por ella. Aquella sensación parecía desprenderse de Janna, pues una energía cubría circularmente su cuerpo, una sensación cálida y protectora. Pronto rayos de sol se abrían paso en el cielo, Janna reía al verlos, pues eran como ojos <<justo como la forma de esa energía que la cubrió>> era una paisaje admirable, esos "ojos" irradiaban cierta esperanza, era una forma artística y poética de decir que después de la tormenta viene la calma. Janna sonreía sobre sus reflexiones. Cuando por fin ceso, Janna salió rápidamente a buscar comida, pero el menú se resumía en pescado a menos que quisiera comer gusanos. El olor humeante del pescado quemándose irrito la nariz de Yasuo, haciéndole despertar de inmediato

-¡Janna pon más atención! se te están quemando los pescados

-¡diablos!

Se apresuró a sacarlos del fuego.

-Vamos Janna tenemos que avanzar

-pero todavía no acabo mi pescado

-Apresúrate quieres, no vaya ser que la tormenta regrese- alguien se había levanto un poco malhumorado

-ya voy, ya voy

Yasuo volvió a ser el mismo de antes, quien imaginaria que este hombre tiene un lado cálido como el que Janna experimento. Pronto siguieron su camino a través del pasto que olía a fresco.

-Mire el cielo, ¿apoco no parecen ojos?- Janna trataba de señalarle las figuras circulares y radiantes que se formaban en el cielo

-Yo no veo nada, apresura tu paso, no vaya ser que esos "ojos" pronto empiecen a llorar

-que malo es usted, no tiene imaginación. La tormenta ahora nos muestra sus ojos radiantes y usted no los ve

-"ojos de la tormenta" tonterías, avanza Janna

Yasuo hecho una mirada atrás y observo que había cierta energía que cubría a Janna, luego miro al cielo y vio su similitud

Ojo de la tormenta... se ha adueñado de un ojo de este desdichado fenómeno... espero no llore por él.


El hombre de la espada sin honor y la pequeña tormenta. (Yasuo x janna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora