IV- El monzon

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El camino a piltóver era cada vez más corto, Yasuo y Janna avanzaban a toda velocidad aunque no había prisa, el ambiente fresco por las lluvias frecuentes dibujaban arcoíris en el cielo, lo cual hacia agradable el camino. Janna se dedicó durante los descansos a practicar sus nuevas habilidades, el vendaval al cual le incremento su distancia, la "cosa" que hacia lento al enemigo y su energía protectora "el ojo de la tormenta", de la que descubrió que también da fuerzas. A pesar de su optimismo, Yasuo se encontraba más serio de lo normal, miraba hacia a los alrededores, evita mirar a Janna, algo estaba a punto de pasar. Esta intentaba sacarle plática, pero solo recibía evasivas frías, tal vez estaba molesto por algo <esto estaba matando a Janna> así que prefirió ya no hablar. En un punto del camino, Yasuo se detuvo en seco, su rostro expresaba una seria cara de nerviosismo, sin decir nada volteo a ver a Janna por un segundo. Semejante rostro empalideció el de Janna, justo cuando estaba a punto de preguntarle que le pasaba, Yasuo le dijo con una voz firme y un tanto alta que fuera a buscar comida.

<No creo que sea el hambre> si no fuera por la sensación extraña en su pecho se hubiese echado a reír. <Tal vez necesita espacio> Las posibles razones del por qué se comportaba así no dejaban de atormentar a Janna. Andaba con suerte, apenas inicio a buscar y ya había detectado a un rechoncho jabalí, que bien comería hoy <claro si lograba atraparlo>. Estas criaturas son feroces si se los proponen, agiles y escurridizos pero nada ni nadie arruinaría su apetito por ese jabalí. Se había alejado un poco del sitio donde estaba Yasuo, le costó trabajo llegar. Aquello que vieron sus azules ojos al llegar, hizo que el jabalí se le cayera, se le quebrantaba el alma y ya tenía un nudo en la garganta. Al frente se encontraba un hombre siendo apaleado por un gran grupo de rufianes, lo tenían frito sobre el suelo, unos le pegaban con los pies y puños, mientras otros le daban con palos. Este intentaba moverse pues era ágil, una fuerza imparable, pero ahora no era más que un animal salvaje siendo sometido. Janna estaba paralizada, las piernas le temblaban, de pronto diviso a un hombre que portaba una espada, iba a darle el golpe final. Su mente se tornó blanca, solo vio que corría hacia él, mientras gritaba desesperadamente que lo dejaran. Tomo con fuerza su báculo y golpeo a los que pudo para acercarse a él, cuando por fin lo tuvo frente, solo pudo quebrarse en llanto, él estaba sangrado y no respondía. Nadie sabía quién era esa niña ni por qué le protegía, todos se miraban entre sí, pero el odio hacia ese hombre era más grande y si alguien le defendía también pagaría por sus crímenes. Sin piedad alguna aquellos hombres empezaron a golpearle. Janna se aferraba al cuerpo, su escudo le cubrió lo más que pudo, hasta que cayó. El dolor le impedía abrir bien los ojos, escupía sangre, solo vio el brillo de una espada que amenazaba desde arriba, pero su fuerza era más grande, no había llegado aquí para terminar así. Los ojos de Janna empezaron a emanar luz, el báculo encendió su gema, Janna lo levanto con toda su fuerza hacia el cielo, las nubes se acumularon y de pronto una violenta onda arraso con los enemigos lanzándolos por los aires. El cuerpo de Janna se desplomo, pero todavía seguía despierta cuando sintió que alguien se levantaba tras de ella. Era Yasuo, seguía vivo. No pudo evitar llorar, Yasuo le dijo algo y acaricio su cabello, no pudo escuchar que fue lo que le dijo pero se conformó con verle sonreír. Antes de que sus ojos se le cerraran, vio como Yasuo tomo su espada y ahora que estaba recuperado, tomo revancha de aquellos que le habían hecho daño. Lo último que diviso fue que ya había terminado. Todo lo que hizo valió la pena, pudo salvar a la persona más importante para ella, estaba feliz. Lo único que lamentó es que no pudo degustar al regordete jabalí. Cuando despertó estaba en un lugar diferente, había muchas personas, muchas casas y muchos talleres.

-Llegamos Janna- le dijo un voz que estaba detrás de ella- Este es piltóver.

Aquella ciudad fue de ensueño, era muy hermosa, la gente era trabajadora y agradable, y lo mejor es que comió jabalí después de todo. Janna ya se encontraba mejor, se enamoraba cada vez mas de esta ciudad, hasta que cierto día, Yasuo estaba se encontraba nuevamente serio, pero estaba vez era por tristeza.

-Janna

-si?

- Tengo que seguir mi camino...

- a donde iremos ahora maestro Yasuo!?- dijo emocionada

-No Janna, este será tu hogar ahora, debo seguir mi camino... solo

Al ver que Janna lloraba y guardaba silencio, Yasuo le prometió que algún día se volverían a ver. A esta le costó trabajo asimilarlo, pero se dio cuenta de que era lo mejor. Yasuo empaco lo que necesitaría para su viaje, y emprendió su camino hacia afuera de la ciudad. Al final de su ruta, volvió hacia atrás la mirada, ahí se encontraba Janna, mirándolo irse mientras lloraba. Yasuo se quedó atónito, pero su decisión era firme. Movió su mano en señal de despedida, a la cual Janna le respondió con la misma señal y le grito que no se olvidara de ella jamás. Las cosas suceden por algo, los caminos se separan en un punto para después volverse a unir en otro, esta historia no ha terminado aún.

El tiempo pasó, la ciudad de piltóver se había convertido en el hogar de Janna, había aprendido y se había educado en esta ciudad. Además Janna ya no era una niña, se había convertido en una hermosa mujer, cuyos poderes eran tan grandes como se belleza, era conocida como "la furia de la tormenta". Había decidido convertirse en una hechicera de apoyo, alistándose a la liga de campeones, un lugar donde los mejores se unen para combatir unos contra otros y destruir al enemigo trabajando en equipo, ahí Janna ofrecía sus servicios. Era muy popular entre los campeones, se le pedía constantemente sus servicios en la liga. Cierto día, emprendió una misión junto a sus amigos: ezreal y lux. Además de otras dos personas,, Janna sentía algo en pecho, este tal vez sería un día especial. Llego puntual a la base, ahí se encontraba ezreal y lux, la otra persona era una mujer de jonia que usaba dagas, se le veía que era de carácter fuerte. Janna ayudaría a ezreal en la línea baja, mientras lux estaría luchando en la línea media y aquella mujer cuyo nombre era irelia estaría ayudándoles por la jungla. Solo faltaba el que estaría cubriendo la línea de arriba, Janna escucho de sus amigos que era alguien temible y peligroso, estaba ansiosa por saber quién era. Faltaban 2 minutos para iniciar, cuando de pronto un aire fresco invadió la base, era una presencia amenazadora por lo que todos por reflejo voltearon hacia atrás. Ahí se encontraba un hombre robusto lleno de cicatrices, el aire revoloteaba a su alrededor, portaba una espada y su mirada era seria. Solo Janna sabía quien era, sus ojos se abrieron como si de un susto se tratase y la felicidad la embriago hasta las lágrimas, sonrió. El la miro, le sonrió también. Solo bastaba con mirarse, para decirse mutuamente cuanta era la felicidad de este inesperado reencuentro. La promesa se cumplió

-BIENVENIDOS A LA GRITA DEL INVOCADOR

-Maestro Yasuo

Este la miro

-La tempestad está a su servicio

La pelea dio inicio, los sentimientos estaban a flote, era momento de demostrar quién era el mejor y seguro este reencuentro haría ganar la batalla.







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El hombre de la espada sin honor y la pequeña tormenta. (Yasuo x janna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora