1. Susurros del invierno

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Como quien dice que después de la tempestad siempre hay calma. Que después de la tormenta siempre se encuentra ese sentimiento ambiguo, que realmente nunca sabes a que derivará. Como el invierno, que ya no solo trae el caer de las hojas sino también el de nuestra alma. Palabras que se quedan en el baúl de los recuerdos. Promesas que se quedan por cumplir, como quien dice que el amor es eterno. Así me encontraba yo, en una situación que ni yo misma sabría describir con cordura, si, esa misma cordura que decían que sobraba en el amor. Ingenuos ¿no? Sin darme más rodeos y mucho menos mirando hacia atrás debo decir que no soy alguien fácil de comprender –como cada ser humano de este planeta, pero bueno–. Comencemos.

Como cada mañana el despertador me desvelaba con aquel irritante sonido que desde tan temprano ya te da ganas de lanzarlo por los aires y hacerle chocar contra alguna pared.

O que salga despedido por la ventana. Quién sabe.

Giré sobre mi propio cuerpo, fijando mi mirada en el blanco techo de mi habitación mientras que mi deseo de volver a los brazos de Morfeo se esfumaba tan rápido como el humo de un cigarro al cual ahogas entre tus labios.

Recordando que era la mañana de un lunes «maldición» pensé echándome las manos a la cara para frotarme los ojos sin mucha delicadeza. Aun rememoraba sin mucha certeza que hacia escasos días había comenzado el invierno, rompiendo el tiempo con una de sus primeras nevadas y dejando al oscuro asfalto cubierto –a la par que al adoquinado suelo– por un gélido y mullido manto blanco. Mis descalzos pies rozaron el parqué que cubría el piso de mi habitación, haciéndome sentir un escalofrío que me recorrió por todo el torrente sanguíneo. Ya no solo me recorría una sensación de odio y angustia que se albergaba en mi corazón y que era bombeado a través de mis venas recorriendo cada ápice de mi menudo cuerpo. Aun recordaba que en antaño en vez de esos sentimientos tan repulsivos lo que me recorría era felicidad, pero... ¿Qué ocurrió? Bah a saber. Teniendo en cuenta que me hicieron tan dura y frágil como un diamante, no sabría si desear que todo volviera a ser como antes.

Me estiré, creando ese sentimiento de placer que cada uno siente al desperezarse ¿sabéis de qué hablo? Ese hormigueo que hace que cierres los ojos y bosteces a su par, enseñando al cielo incluso tus entrañas. Me incorpore del todo, sintiendo entumecidas mis piernas a la vez que me situaba frente al espejo, contemplándome recién levantada, con mi pelo encrespado por la almohada, azulado, cayendo como si fuera una cascada hasta media espalda y por mis hombros. La pata de mis pantalones aterciopelados arrastraba por el suelo, sirviéndome como calcetines.

Sobre la mesilla, un reloj digital parpadeaba una y otra vez mostrando la hora de un tono verde eléctrico [9:18 am]. Me encaminé hacia el mueble que había empotrado en la pared, las puertas estaban repletas de fotos plastificadas, notas, dibujos, posters, entradas a conciertos... cada uno explicaba algo de mi vida, desde que era pequeña hasta ahora, mis 19 años. Agarre los pomos y tire, dejando al descubierto un blanquecino interior. Repleto de ropas de resaltado color negro –sí, negro, ese era mi color favorito y no, no soy gótica, tan solo me gusta el color negro, es un color precioso, uno que alberga todos los demás en su interior y juntos, mezclados–. Del interior saque, aún bastante adormilada, una camiseta de color oscuro y una camisa de cuadros negros y rojos, las cuales deje sobre la cama justo antes de sacar unos pantalones vaqueros rotos, tan negros como el carbón y unas botas militares a juego. Justo antes de desvestirme, unos pasos delicados subieron paso a paso por las escaleras de madera que subían hacia la segunda planta de mi casa.

—Martina— Una voz delicada. Dulce y a su vez encantadora. Resonaba al otro lado de la puerta con un tono de cansancio mental —Vas a llegar tarde si te sigues demorando tanto. Deja de dormirte en los laureles que Kazeren te está esperando abajo.

Recuerdos en baúles viejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora