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Suena el timbre que indica el comienzo de la siguiente clase, miro mi agenda, Geografía e Historia, que pereza. Me siento en mi sitio saco los libros y, hablo con mi compañero a hasta que llega la profesora.

Nada más llegar, deja su bolso y un buen taco de hojas en su mesa, nos saluda y se dispone a escribir en la pizarra.

-Vaya, no hay tiza, em... Jorge, baja a conserjería y pide una de mi parte.
-Vale- respondo.

Que suerte, me puedo perder algo de clase. Me levanto de la silla y cierro la puerta dando un pequeño portazo.
No me doy prisa, tampoco la tengo, comienzo a bajar las escaleras, no hay nadie, me siento bien.

A medida que voy bajando voy escuchando algo, parecen como ¿llantos? No, no creo. Lo ignoro y sigo bajando, aún me queda por bajar otro piso y, cada vez el sonido es más fuerte.

Una vez llego al primer piso me paro y guardo silencio, los llantos vienen del pasillo de la izquierda. Me asomo y, ¡estaba en lo cierto! Eran llantos.

Había una chica, me suena muchísimo, la he visto por los pasillos, por el recreo y a la salida de clase, aunque también la reconozco porque nos seguimos en instagram mutuamente.

No recuerdo su nombre, no se si acercarme o ir hacia el lado contrario a conserjería. Voy a ver que la pasa, sería incapaz de dejar a alguien así.

Me acerco a ella con paso decidido y me pongo delante suyo, ella no puede verme porque tiene la cabeza entre los brazos y estos apoyados en las rodillas.

Me agacho para ponerme a su altura y pongo mi mano en su hombro.

-¿Qué ocurre?

No obtengo respuesta, solo llantos continuados. Al ver que no reacciona, me siento a su lado apoyado la espalda en la pared y me pego más a ella para que se de cuenta de mi presencia. Pero nada.

Opto por rodear sus hombros con mi brazo.

-Venga, ¿qué ocurre?

Los llantos paran un poco, ahora solo hay respiraciones bruscas. Ella levanta su cabeza, tiene toda la cara roja y mojada por las lágrimas.

-No me moveré de aquí hasta que no me respondas.
-Mis-mis padres.
-¿Qué ocurre?
-Han mu-muerto en un a-accidente- dice a la vez que vuelve a llorar más fuerte.
-L-lo siento, yo...

Repentinamente ella se incorpora un poco, se gira y me empieza a abrazar.

-¡Ya no me queda nada!

Estaba desconcertado, no se que haría yo si me dieran una noticia como esa.

-Yo cuidaré de ti- digo de manera inconsciente.
-Gracias- responde llorando.

Aún no se como se llama, pero me da muchísima pena, no puedo dejarla allí sola, no me lo perdonaría.
Me fijo en una pulsera que lleva "Alicia", ¡es verdad! Alicia, se llama Alicia.

-Venga Ali, intenta calmarte.
-No puedo- responde entre sollozos.

La verdad es que yo tampoco podría, así que me limito a hacer de almohada, intentar consolarla y hacerla compañía.

De Vista Y Por Insta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora