Suelo recordar a una persona con la cual tenía conversaciones sin palabras, besos con miradas y encuentros silenciosos en nuestros sueños.
Hay veces en que no sé si la conocí, o simplemente soñé hacerlo. Pero me reconforta el saber que, ya sea en un mundo onírico o en el real, hay alguien esperándome día tras día.
El color de sus ojos era idéntico a la luz de la luna tocando el océano; un suave gris con un eclipse total adornándolo en medio. Que aquellas piedras preciosas se posaran en mí persona me hacía sentir tan pequeño e inseguro, pero a la vez tan infinito y afortunado.
Así comienzo mi relato. Uno sin personajes principales o secundarios; sin principio ni fin; sin lugar ni tiempo, pero aún así un relato casi tan confuso como la vida misma.
ESTÁS LEYENDO
full moon
Short StoryLas almas se conectan mucho antes de que los cuerpos se conozcan.