*La canción conviene escucharla mientras léeis el capítulo. Disfrutad de Rusushi ❤*
Rush rebuscó impacientemente en su armario en busca de algo que ponerse. Cuando finalmente lo encontró, sonrió satisfecho. Se deshizo de la camisa blanca que tenía para andar por casa y la sustituyó por la negra de Green Day que acababa de rescatar de las profundidades del mueble. Se observó en el espejo un momento, pero entonces frunció el ceño. Regresó al armario y rebuscó de nuevo. Una sudadera. Se la puso encima y se miró de nuevo. Eso estaba mejor. Al fin y al cabo, ya casi era invierno.
Se calzó deprisa y corriendo. Cogió en la entrada las llaves de su moto, que guardó en el bolsillo del pantalón.
-¿Adónde vas? -preguntó alguien tras de sí.
Él se asustó al escuchar una voz de repente mientras estaba ensimismado, pero se giró con una sonrisa y encaró al niño que estaba parado en mitad del pasillo y le miraba fijamente.
-A casa de Max. Volveré en un par de horas -dijo mientras se acercaba a él apara revolverle el pelo-. Hasta luego enano. Papá y mamá están a punto de llegar, díselo cuando vengan, ¿vale?
-¿Puedo ir? -preguntó con su débil vocecita de niño pequeño. Odiaba quedarse sólo en casa. Aunque sólo fueran unos minutos. Y a Rush tampoco le hacía gracia eso, pero no le quedaba otra. Sus padres llegarían del trabajo a las seis y media, y eran y cuarto. Realmente no estaría ni veinte minutos solo.
Rush lo miró enternecido por su inocencia.
-Lo siento enano. En un par de años tú también saldrás con tus amigos, pero ahora tienes que quedarte en casa -el niño hizo un puchero, pero Rush le revolvió el pelo de nuevo-. ¿Te pongo los dibujos?
-¡No! -gritó, como si toda la tranquilidad que tenía hasta hacía un momento la hubiera estado acumulando para estallar en ira de golpe-. ¡Quiero ir!
-Pero es que te vas a aburrir... -insistió Rush a la desesperada.
-¡No!
-Vamos Nico. ¿Hacemos un trato? Tú hoy te quedas aquí viendo los dibujos y otro día vienes conmigo, ¿te parece?
El niño rubio se le quedó mirando con sus grandes ojos azules y un brillo especial en ellos. Parecía como si le acabase de entregar un gran tesoro, algo que debía cuidar como a su propia vida.
Pero seguía siendo hermano de Rush.
-Y me comprarás un pastel de esos de chocolate tan ricos que trajo papá el otro día.
El joven esbozó una sonrisa.
-Hecho.
Cumplió con lo dicho y le acompañó hasta el salón para ponerle los dibujos animados en la tele. Nico era un fanático de Hora de Aventuras. A continuación, miró el reloj que colgaba de la pared de la sala, y abrió mucho los ojos. Ya eran y veinte pasadas. Se despidió de su hermano, corrió hasta la entrada y buscó sus llaves en el cuenco, pero no estaban. Se alarmó, porque ya iba tarde, todavía tenía que pasar por la pizzería, y aún encima las llaves no estaban en su sitio. Entonces, se llevó la mano al bolsillo. Y luego al otro. Y sacó la llave. Menos mal. Salió de su casa cerrando la puerta tras de sí con un golpe sordo y corrió junto a su moto aparcada al otro lado de la calle. Arrancó y salió de allí como un rayo.
Serpenteó entre las calles hasta llegar a la avenida en la que se encontraba su pizzería favorita. Tras cumplir con su misión en la vida, puesto que él era el encargado por excelencia de llevar la pizza, y de flirtear con Martha, la guapa dependienta que curiosamente siempre le atendía, se dispuso a seguir su camino hacia la casa de Max. Según su móvil, ya eran las seis y media, y le quedaban cerca de diez minutos para llegar. Y había quedado a las seis y cuarto. En fin.
Suspiró y se puso el casco. Pasó una pierna por encima de la moto para subirse y se dispuso a arrancar de nuevo. Pero no pasó nada. Frunció el ceño y volvió a intentarlo, sin resultados.
-¿Qué coño pasa? -preguntó en voz alta a nadie en concreto.
Estaba preocupado y extrañado. Más lo primero que lo segundo. Extrañado, porque nunca le había dado problemas. Y más preocupado que extrañado porque esa moto era como su bebé. La quería casi tanto como a su propia vida. Y su bebé no podía estropearse. Era su bebé. Aparte de que no tenía dinero para talleres.
Siguió intentándolo, desesperado, y milagrosamente, a la séptima arrancó.
Condujo prudente y desconfiado por si le daba un susto en el peor momento. Eso que había pasado no le había gustado nada. Tendría que echarle un vistazo.
Pero, paradójicamente, lo peor no había sido eso. El problema era que Rush creía en el destino. Y las desgracias nunca vienen solas. Y ese contratiempo, por muy absurdo que parezca -aunque para él no lo fue en absoluto- le hizo tener el presentimiento de que no sería lo único malo que ocurriría esa tarde. De que algo le estaba esperando. Como cuando te pasa una cosa sumamente buena y a continuación el universo lo compensa haciendote una putada. Algo así sintió él. Salvo que Rush no había hecho nada malo. ¿O sí?
El problema era que Rush creía en el destino.
No sabía cuánta razón tenía.
Ni cuánto lamentaría eso.
N/a: aquí me tenéis, dando guerra. Y con un capítulo largo eh. Ahora empieza lo bueno. Bueno, relativamente, porque es bueno para vosotros por el salseo, pero yo voy a sufrir por mis chicos. Aquí empieza la movida de la historia. Y yo sufriré escribiendo, por primera vez en mi vida, OMG. Como ya dije en mi perfil, iré actualizando a lo largo de la semana que viene varios capítulos que le darán caña a la historia.
Cambiando de tema gratuitamente, he empezado una nueva novela, Destiny, pasaros por ella si tenéis un rato, me haríais súper feliz.
Besos de agua salada.
-Reject.
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Scintillae (PAUSADA)
Short StoryEllos son como las chispas. Una sola basta para encender un fuego. (Sinopsis más elaborada en el interior) Fecha de publicación: 10-08-2015 Está totalmente PROHIBIDO el plagio total o parcial de esta obra. Todos somos capaces de imaginar una histori...