Transcurrió la semana como de costumbre, sin nada nuevo, nada interesante. Por suerte todavía no empezábamos con las evaluaciones y todo eso, pero faltaba cada vez menos.Había estado toda la semana pensando en qué ponerme para ese día. No tenía mucha ropa y la verdad que nunca me había importado mucho, sin embargo no quería ponerme nada muy usado, quería verme bien. Algo inusual en mí.
Ya era sábado y el clima estaba más fresco de lo normal. Decidí ponerme un buzo verde oscuro, un jean y mis converse de siempre.
No me recogí el cabello porque ya llegaba tarde. Iba a ir caminando por lo tanto tuve que salir más temprano que la hora acordada.
•••
Como siempre, yo llegando antes que él. -Que chico más impuntual- pensaba hacia mis adentros. Miraba mi reloj, mi celular y nuevamente mi reloj. Todavía no llegaba, me estaba comenzando a irritar.
-¡Iriiiiiinaa!- dejé de mirar a mi celular por un momento y pude ver como venía corriendo hacia mí aquel alto joven con una sonrisa de oreja a oreja. Sentí algo incomprensible ocurriendo en mi estómago, pero decidí restarle importancia.
Cuando llegó me levantó del suelo de un tirón y me abrazó. Fue extraño. Hacía mucho tiempo que no sentía sus brazos alrededor de mi cuerpo. Le devolví el abrazo y sentí su respiración a la altura de mi nuca. Estábamos muy cerca.
Me di cuenta lo mucho que extrañaba la calidez de sus abrazos, llenos de sentimientos; de lo mucho que lo extrañaba a él.
Yo, que creía haberlo superado, ahí estaba aferrándome a los recuerdos del pasado, a lo que fuimos en ese entonces, aferrándome a él.
Después de sentarnos intenté hacerme la desinteresada y comenzamos a charlar como siempre.
A pesar de extrañarlo lo que me hizo fue horrible y no iba a ser fácil de olvidar, por lo tanto no iba a permitir que lo hiciera otra vez.
Guardamos silencio y levantamos la vista hacia el cielo. Éste estaba de un color azul francia, donde las pocas nubes que habían contrastaban tan bonitas que daba gusto verlo así, aunque no estuviese totalmente despejado.
Sonreí al sentir la delicada briza rozandome el rostro. -Te extraño- escuché en ese momento, casi en un susurro. Un escalofrío recorrió mi espalda haciendo que me diera frío.
Me volteé. Sus grandes ojos -hoy más azules de lo normal- me miraban expectantes.
-Idioteces no, Daniel- reí nerviosa. ¿Por qué me decía eso ahora? ¿Acaso se había dado cuenta qué me pasaba?
-No digo idioteces, es verdad lo que siento Irina- mis ojos se abrieron de par en par. No podía creer lo que me decía -¿Sabes desde cuándo me pasa? Desde las vacaciones de verano. Fui un imbécil al dejarte.
-No digas más. Me hizo daño lo que hiciste, me dolió mucho; te odié y no pienso volver a sentir eso, porque ya lo superé-.
Me sentía enojada pero no con él, sino conmigo misma. Estar cerca suyo me hacía sentir tranquila y feliz, pero no podía quitar importancia al momento en que terminamos, el sentir que no le importó un mínimo nuestra relación me destruyó por completo; y cuando creí que había logrado superarlo volvió. Fue entonces cuando comprendí que el primer amor nunca podrá superarse.
-Yo también me odié. No sabía que eso podía pasar en algún momento de la relación y esas son cosas que debíamos superar juntos. Era un idiota-.
-Eres un idiota- su sonrisa era contagiosa, me gustaba verlo así.-Basta Irina, no te desconcentres- necesitaba dejar de pensar en él.
Estaba tan sumida en mis pensamientos que no pude prevenir aquellos movimientos. Sus labios se encontraban a unos escasos centímetros de los míos, sólo un poco más y podría besarlo. Aunque no lo admitiera ansiaba hacerlo, pero me contenía, estaba tan cerca que podía sentir su respiración. Su mirada era penetrante, me daba vergüenza mirarlo a los ojos. Quise mirar hacia otro lado, pero fue en ese instante que sujetó mi rostro de manera gentil y me atrajo hacia el. Logró quitar ese poco espacio que nos separaba -que yo no me permitía romper- y me besó.
Sucedió todo tan de prisa que no pude pensar, me limité a disfrutar del momento. No pensé ni en lo que fuimos ni en lo que pasaría más adelante, sólo pensaba en lo lindo que se sentía tenerlo tan cerca de nuevo. Me gustaba el tener sus labios pegados a los míos y sentir también que aquella conexión que habíamos tenido alguna vez todavía seguía allí, a pesar de todo lo que había sucedido.
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Adolescencia experimental (Cancelada)
Teen FictionIrina es una chica de 15 años que vive en Madrid. comienza el 2015 y se encuentra en una de las etapas más importantes de su vida según muchos, la adolescencia. En ésta comienza a experimentar situaciones nunca antes vividas, tanto buenas como malas...