Capítulo 10

19.4K 1.4K 54
                                    



Salí casi media hora antes de lo necesario, sabiendo que el camino se me haría un infierno. Me había tomado algo para el dolor de cabeza, pero de todas maneras, se me reventaba. Estaba pálida y tenía unas ojeras que ni el maquillaje había podido disimular. Todo esto, sumado con el malestar estomacal, era una combinación fatal.

Podría haberme tomado también el día de hoy. Total, eran solo un par de horas. Pero suponía que César iba a querer ver los avances que habíamos hecho. Y por primera vez en semanas, realmente los habíamos hecho.

Después de ver la colección de noche que Rodrigo había hecho, me había quedado tranquila. No, me había quedado encantada. Esa era la verdad. Ni se me cruzó por la cabeza traer también los míos por las dudas.

Sus diseños eran preciosos.

Me senté en mi escritorio con mi segunda taza de café en la mano, y dispuesta a ignorar lo débil que me sentía realmente.

Mi compañero, llegó unos minutos después, con sus carpetas, y tablero portátil, en una actitud super profesional que creo, nunca le había visto antes.

—Buen día. – dijo apenas levantando la mirada, y yo casi me caigo de culo.

¿Me había saludado? Quise reírme y hacer algún comentario irónico, pero no quería arruinar esa extraña tregua en la que estábamos desde la noche anterior.

—Buen día. – respondí.

Como a eso de las cuatro de la tarde, se acercó para que pusiéramos todo en común y supiéramos que íbamos a decir.

Ok. Esto ya era demasiado sospechoso.

¿Se traería algo entre manos? Jamás habíamos estado tanto tiempo sin discutir. Incluso había un amago de sonrisa que de vez en cuando se le escapaba como sin querer.

Pero no. Seguramente se había dado cuenta de que le convenía comportarse y ser profesional. Tal vez por fin había entrado en razón.

Además no es que quisiera quejarme. Así, amable y civilizado, se lo veía adorable. Nunca me había percatado del pequeño lunar en su mejilla, justo en el pliegue de su sonrisa, adornando sus labios. Ese día, se había afeitado, y quedaba a la vista.

Se había esmerado hasta para lucir especialmente bien. Se había puesto una camisa azul clara entallada, que se metía dentro de unos jeans oscuros chupines que se adherían en su justa medida. Eso, los zapatos, su peinado... perfectamente calculado. Como un modelo para una producción de fotos, aunque con su lado de chico malo...

No había nada exagerado, nada fuera de lugar.

Sacudí la cabeza y me concentré en el trabajo hasta que César nos llamó.

—Quiero empezar viendo lo de la línea "día". – me miró, y yo puse todos mis diseños ordenados. Para mi sorpresa, Rodrigo hizo incluso algunos comentarios apoyándolos, y explicando donde había intervenido.

Nuestro jefe no se lo podía creer.

Callado y con la boca un poco abierta, lo escuchaba hablar de la inspiración, de la idea, y de cómo eran los prototipos que había hecho.

—Estoy impresionado. – dijo César con sinceridad, y una sonrisa. —Sabía que no me equivocaba cuando los elegí juntos para este proyecto. – repasó nuevamente los folios y asintió.

Relajada por el clima raro y agradable que nos rodeaba, conté un poco yo también, sobre el proceso, lo que estaba hecho y lo que faltaba hacer.

—Me encanta. – dijo mi jefe. —Ahora quiero ver lo de la línea "noche". Rodrigo, me imagino que acá vos tomaste la iniciativa.

Nueva York (#1 Trilogía Fuego y Pasión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora