Entre a la habitación dispuesta a irme directo a la cama, y en cambio, me encontré a Rodrigo, sentado en ella con la cabeza entre las manos.
Parecía angustiado.
Me acerqué con cautela, aunque sin poder evitar hacer sonar la puerta al cerrarse a mis espaldas.
—Angie. – dijo levantando la mirada. —Perdón.
Confusa fui caminando hacia donde estaba y lo miré sin decir nada.
—Perdoname, soy un imbécil. – y no sabía si era por la borrachera, pero parecía muy arrepentido. —Vos no tenés nada que ver... – resopló. —Encima que me hacés el favor de venir... – parecía estar hablando para él mismo.
—¿Para qué querías que viniera? – pregunté en voz baja. —Estuviste toda la noche con todos menos conmigo. – de verdad, no quería ser un reclamo, era curiosidad. Pero terminé sonando exactamente como no quería. Y él, en lugar de enojarse, parecía más apenado.
—Perdón. – se pasó las manos por el cabello. —Tomé de más, y me pongo más idiota cuando tomo... por si no te diste cuenta. – se apretó el puente de la nariz con los dedos. —Quería molestar a Alejandro y me fui a hablar con su socia.
Parecía triste, y yo no podía seguir enojada con él. Menos aún cuando Karen me había dicho que estaba embobado conmigo.
Lo vi tambalearse en mi dirección y lo ayudé a mantenerse en pie sujetándolo de los hombros.
—Y otra cosa. – cerró los ojos como si algo le doliera. —Nunca te pedí perdón por lo que te dije en tu casa esa noche... cuando te llamaron del hospital.
Lo recordaba perfectamente. Me había acusado de no haber rechazado a Enzo, ni a Gino, ni a Miguel, ni a César ni a él. Había estado a punto de golpearlo por eso.
Me quedé muda y lo miré para que siguiera hablando.
—Me muero de celos, Angie. – admitió bajito. —Nunca me había pasado y lo odio. Disculpame porque es cosa mía, y vos... vos sos libre de hacer lo que quieras. Estuve mal.
¿Por qué decía cosas como estas? Yo también me moría de celos por él... quería decírselo, pero no me salían las palabras. Sus ojos seguían pareciéndome apenados, y ...dulces.
Quería comerme a besos a este idiota. Eso era lo único en lo que podía pensar.
—¿Me perdonaste? – preguntó con voz ronca cerca de mi oído.
—No sé. – confesé mirándolo a los ojos. Estaban rojos y brillaban a causa del alcohol, pero también me miraban como siempre. Con eso que hacía que me olvidara de todo. Hasta de mi nombre.
No sabía si le perdonaba las cosas, más bien, me las olvidaba por completo.
Acarició mis brazos con sus manos en un gesto cariñoso y pegó su frente a la mía. A lo mejor estaba mareado.
—Con todo lo hartante e insoportable que sos... – comenzó a decir y yo me separé apenas para mirarlo mal. Pero no me dejó interrumpirlo y siguió diciendo. —Me alegra que estés acá conmigo. No se lo hubiera pedido a nadie más.
Su boca rozó la mía apenas, dejando pequeños y casi imperceptibles besitos y la piel se me erizó por completo.
Pensando en lo que me había dicho, me reí y puse los ojos en blanco.
—A nadie más... Claro, todo sea por que tus chicas no se hagan ilusiones ¿no? – me burlé.
Me sonrió y siguió besándome, cada vez con más ganas.

ESTÁS LEYENDO
Nueva York (#1 Trilogía Fuego y Pasión)
RomanceSinopsis: Angie es una diseñadora de indumentaria, romántica, soñadora y creativa, con una carrera de moda prometedora, en una de las empresas más grandes del país. Rodrigo, es su compañero de trabajo, pero también su rival camino a la cima. Seduct...