Recuerdos de guerra

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El pequeño Tommy abrió con gran reparo la puerta, a pesar de que sabía con suma certeza que en aquellos precisos instantes, la habitación estaba completamente desocupada. Se adentró en el dormitorio de sus abuelos con cautos pasitos, como se imaginó que hacían los valientes exploradores cuando se aventuran en el interior de algún templo o pirámide milenaria, tratando de evitar accionar alguna trampa mortal o maldición. En su caso, esperaba que nadie lo descubriese fisgoneando y le cayese una reprimenda. En lo que al resto de moradores de la casa respetaba, Tommy se encontró en la sala de estar viendo la televisión. Desde el piso de abajo le llegaba el sonido que producían los Looney Tunes en alguna de sus disparatadas historias. Su madre estaba enfrascada charlando con su abuela en la cocina. Y su abuelo se encontraba en el garaje,chapucillas . Estaría ensimismado construyendo una nueva pajarera, otra mecedora o un nuevo estante para las especias de la abuela; aunque al final solo use el molinillo de la pimienta. Aquel era el momento ideal para descubrir si lo que decía su hermano era cierto.

"Te lo juro. Dentro de su armario hay un verdadero tesoro que se presentó de la Guerra".

Aunque no quería volver a dejarse embaucar por su hermano mayor, no pudo evitar esbozar un gesto de asombro al escuchar aquello. Esto no era como cuando le aseguraron que dentro del roble del jardín trasero de su casa vivía una familia de duendes para divertirse viendo como su hermanito se quedó atascado en el hueco del árbol durante una hora. Timmy sabía de buena tinta que su abuelo había participado en la Segunda Guerra Mundial. Y había unos leído cuantos libros en los que sus protagonistas (combatientes en dicha guerra), se llevaban oro nazi u obras de arte alemanas. ¿Se trataría de eso? 

Cuando abrió el armario, el olor de las antipolillas colgadas junto a las camisas y trajes pasadas de moda hace medio siglo, le dio una impactante bienvenida. Cuando se recuperó, no perdió más tiempo y se sumergió en aquel mar de trajes, camisas y vestidos que la pareja de ancianitos solo quedó ahí para atesorar los recuerdos hilvanados entre las telas. Trató de no revolver demasiado y de dejar todo como estaba. Debía actuar como un verdadero espía a las órdenes de Nick Furia. No debería dejar pruebas de que había estado ahí. 

A punto de darse por vencido y maldecir la estampa de su hermano, su mano se encontró con una asa en el fondo del armario. Se hizo con un gran maletín que colocó en el suelo con todo el cuidado que pudo. Sin duda era del ejercito. No era para nada una maleta de viaje. Era verde y de metal, con números y palabras serigrafiadas que no tenían mucho sentido para el chico. Estuvo dudando un buen rato sobre si debía abrir o no la maleta. Dentro podría haber cualquier cosa. Pero sabía que, en alguna parte de la ciudad, su hermano le estaba llamando "nenaza" mientras estaba con su grupo de amigos haciendo lo que diablos hicieron los adolescentes de dieciocho años los sábados por la tarde. Así que aspiró e inspiró un par de veces antes de abrir los cierres y descubrir el tesoro de su abuelo. 

El uniforme de combate estaba perfectamente planchado y doblado. Tenía algún que otro descosido y aún conservaba alguna que otra mancha de barro. A su lado descansaba una pistolera; Timmy no se atrevió a hacerse con el arma. Siguió fisgoneando y se topó con un paquete de cigarrillos que aún contenía un par de "palitos de la muerte", como los llamaban su madre. Varias latas con nombres de varios países escritos en sus tapas que contenían arena y tierra. Una fotografía en la que posaba un grupo de soldados; algunos sonreían, pero la mayoría tenían un semblante serio y cansado. Uno de ellos, tenia la cara tachada con rotulador. No se preguntó la razón y tratar de identificar a su abuelo, pero pronto desistió y siguió buscando. Halló más enseres del ejército hasta encontrar, esta vez sí, un verdadero tesoro. 

Se atrevió a cogerlo con sus dedos temblorosos. No podía creerlo. Era una primera edición. ¡Un cromo clásico del Capitán América en perfecto estado! Abrió el sobrecito de plástico protector y estudió detenidamente el porte del Primer Vengador. Siempre había querido tener entre sus manos uno de aquellos cromos que ahora se habían convertido en joyas de coleccionista.

MarvelievableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora