Capítulo 7 - Renacer para un futuro más prometedor

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Intento abrir los ojos sin éxito mientras un torbellino de pensamientos se agolpan peleándose por un hueco para salir.

¡Cómo me duele la cabeza!

Dirijo una mano a mi cabeza, buscando la causa de este gran dolor que parece originarse ahí pero que se extiende por todo mi cuerpo, aunque fallo en el intento, ya que siento como si mis brazos estuviesen hecho de plomo, en un segundo intento, diviso vendas en mi frente, uno de mis brazos está envuelto por algo que no logro saber que és, pero presiento que es un yeso.

Aun veo todo negro, se me dificulta mucho abrir los ojos, por más que lo deseo, no pasa nada, trato de centrar mi mente y me doy cuenta que no se que es todo esto, que no recuerdo nada de mi, me estoy empezando a asustar pero al pasar mis manos nuevamente por mi cara para serenarme noto un cable en mi nariz y al tratar de moverme para buscar una mejor postura siento un collarín que rodea mi cuello para inmovilizarlo.

Estoy recostada sobre algo blando, siento mi cuerpo dolorido y sin fuerzas, cada leve movimiento es un enorme desafío.  ¿Dónde estoy? Dedico todas mis fuerzas a intentar recordar algo, pero no soy capaz... Me desespero.

Al volver a tratar de indagar en mis recuerdos, solo viene a mi mente una que otra imagen fugaz de una niña pequeña con rizos dorados, de un señor alto, de tez blanca, catire, lindos ojos verdes, una señora muy entrada en edad en una casa vieja, no hay muchos, ni siquiera se si son de mi infancia o cercanas a esta fecha, no puedo ni saber que edad tengo o en que año estamos, si voy a la universidad o solo soy una adolescente. Sé que no soy una niña por lo que he logrado tocar en mi cuerpo buscando lesiones graves, sigo buscando en mis recuerdos pero un muro se levanta y no me deja pasar, no me deja ver más allá de algunas figuras, que no me dicen nada. Suspiro y hasta eso me ocasiona un espantoso dolor, no consigo descifrar el origen porque realmente me duele todo.

Mi siguiente intento por abrir los ojos me empieza a dar frutos, pero lo hago poco a poco porque la luz proveniente de mi entorno provoca que el dolor en mi cabeza se intensifique, al hacerlo veo una gran luz, parpadeo un par de veces para adaptarme, y los vuelvo a cerrar; al parecer llevo mucho sin abrirlos o es mi sensación, lo vuelvo s intentar poco a poco y puedo ir  vislumbrando cada parte a mi alrededor. Todo es blanco.

<<Ahora se explica la luz que me cegaba.>>

Estoy rodeada de cuadros sencillos con marcos blancos, una ventana a mi derecha con una persiana azul cielo, unas flores en una mesita junto a una jarra llena de lo que creo debe ser agua, una silla frente a mi, Metalica; arriba de ésta un televisor, a mi izquierda un pequeño mueble con un hombre sentado y la cabeza agacha, creo que está dormido, no me parece familiar pero reconozco que es muy bien parecido, ¿me conocerá?- ¡por supuesto que, so tonta! Si no no estaría allí. -me reprendo. Sigo mi trayectoria por ver toda la habitación y al fondo hay una puerta cerrada y cerca de esta hay otra igualmente cerrada, pero todo es blanco, me recuerda a un cuarto de hospital, pulcro y reluciente.

Tras una reconfortante pausa sigo mi exploración mental, haciendo un enorme esfuerzo por recordar los pasos que me han llevado hasta aquí, y por muchas vueltas que le doy no consigo alejarme de las imágenes de esa niña, ese señor y se le suma de pronto otra de una muchacha parecida a la niña, pero esta era una adolescente igualmente rubia, ojos azules impresionantes, pero tristes, me mostraba a esa chica llorando desconsoladamente, me produjo una sensación horrible.

Cierro mis ojos con fuerza, tratando de transportarme a otro lugar que me diera algún rastro de quien soy y como llegue aquí pero no logro ver ningún cambio, solo me siento más ligera, al abrir mis luceros nuevamente, esos que me dejan ver el exterior pero no mi interior. Percibo algo diferente, ya no está el hombre alto y guapo de hace un rato, todo esta vacío, no palpo nada de lo que antes toqué en mi cuerpo, ya no hay dolor, ni cables, ni collarín, ni siquiera la venda, solo era una chica acostada en una cama de hospital.

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