LIBERTAD

Capítulo 17 - Conociendo el pasado (parte 2)

Entre risas, imagino que nota la incomodad en mi cara y en mis continuos movimientos ya que sin ningún esfuerzo y para mi sorpresa me sujeta entre sus brazos y me deposita con sumo cuidado en lo que creo que es un lindo y confortable sofá cama color crema, ¿por qué tendrá uno de esos en la oficina?

¡Mujer no empieces con malos pensamientos o el divertido momento se estropeara! Me reprendo mentalmente por mis tontos celos. ¿Habré sido así antes?

Me ofrece un vaso de agua que acepto gustosa, ya que cada segundo que paso con este hombre se me reseca más y más la gargante. Luego de beber lo dejo en la mesita de al lado.

-Te ves cansada, ¿estas bien?- asiento y respondo.

-Ha sido un día muy ajetreado, supongo que aun no estoy preparada para tanta caminata y bueno... Hoy me he estado excediendo. Pero no es nada que un buen baño y una siesta no arreglen.- digo tras un soltar un largo suspiro y esbozar una sonrisa para calmarlo, aún así frunce el cejo pero cuando me ve sonreír la arruga en su frente se suaviza y al final me regala una sonrisa de lado de esas perdonavidas la cual se me esta haciendo una de mis favoritas.

-Mmmm... Puedo ayudar a relajarte un poco, si quieres.- dice con voz cargada de erotismo, lo cual me enloquece. No hemos tocado el tema por el que he venido a su despacho pero si él no lo saca a relucir yo tampoco lo haré, quiero disfrutar de su compañía, de su sonrisa... Su voz... Su tacto... Todo en él me encanta, todo en él me reconforta y todo en él me vuelve loca.

Cada vez estoy más liada, me encanta... Me gusta... Me enamora... Pero la verdad es que empiezo a conocerme, todo es nuevo para mi, y una de las cosas que he notado es que soy celosa y no quiero entrar en una relación en la cual tendré que compartir algo que quiero para mi... Solo y completamente para mi, ¡todito! De pies a cabeza. ¡Cada pelo de su cabeza! Me enfurece solo pensar que le ofrezca esa mirada y esa sonrisa a otra mujer.

Aun en silencio ante su expresión, el como recorre mi cuerpo con su mirada, sin ningún decoro, lo que ocasiona que mi cuerpo se erice por completo y se caliente al instante. Debo suponer que ha tomado mi silencio como una afirmativa porque sin quitarme ojo dirige su mano hasta posarla en mi cintura de manera posesiva. Lo que me calienta la sangre. Se acerca a mi y me besa con suavidad mientras siento como su mano baja poco a poco buscando el borde de mi suéter, no traigo nada debajo salvo el sujetador; uno fino de tela, por lo que no produce calor en exceso, perfecto para una oficina con aire acondicionado. Al conseguirlo, su piel entra en contacto con la mía provocando un corto circuito en todo mi sistema. Sigue besándome, y yo consigo el momento idónea para morder su labio inferior y por lo que noto eso le gusta, su mano sigue el recorrido hasta llegar a mis pechos... Los toca... Los siente... Como si nunca hubiera palpado algo así, con delicadeza pero al vez con firmeza. Es lo mejor que he podido sentir, quizá en toda mi vida, porque a pesar de la intromisión, de sus manos grandes y poco suaves me siento segura, excitada, en las nubes.

Gemidos. Eso es lo que sale de mi boca, mientras de él salen jadeos. Sonidos que expresan nuestra excitación. Nuestras respiraciones se vuelven cada vez más erráticas, una de mis manos se posa en su hombro y la otra en la nuca de su cabeza para acercarlo más. Cambiando el rumbo de su mano, y dejando a una parte de mi anatomía queriendo más, baja y se detiene en la hebilla de mi pantalón. Se lo que eso significa y no quiero que se detenga pero algo hace que evite seguir, y por ende mi mente a pesar de toda la estimulación comienza a pensar en muchas cosas, como por ejemplo:

¿Seré la primera que está, en estas condiciones en su despacho? ¿... En su sofá?
¿Seré un juego para él?
¿El sofá es para descansar o para acostarse con las clientes femeninas que vienen aquí? Y si es así... ¿Habrán sido muchas?