El Veneno de la Pasión

4 1 0
                                    

El Veneno de la Pasión

La noche cernía sobre el jardín ricamente adornado y cuidado de la mansión, dos personas sentadas, encarando y charlando, yacían en el medio, tras un camino de baldosas con braseras a sus lados, iluminando el definido camino y el alrededor de estos personajes. Era hora de la cena.

-Lord Basche, le agradezco que haya aceptado mi invitación ¿Aunque asumo que habrá llegado con alguna otra intención?-

Esas palabras provenian de una de las aristócratas menos conocidas de nombre y cuerpo, pero reconocida por las riquezas que le daban el nombre de la Dama Roja, Lady Micaela Rozzo.

- Lady Rozzo, así como se dice de vuestras riquezas se puede decir lo mismo de vuestra intuición, aclaremos, en primera instancia, que no me perdería en absoluto una invitación de formidable Dama, pero bien sabrá Ud que vengo por vuestra... sedosa mano- ante estas palabras, Lord Basche recorría el delicado dorso de la mano de su anfitriona con sus grandes dedos.

Lady Micaela era una mujer hermosa, que si bien no podía competir contra muchas bellezas de los alrededores, pero su delicadeza y pureza la hacía de las mas encantadoras; su pelo, cortesía del linaje materno, era corto, negro azabache, tenía unos ojos finos con perlas color miel que parecían llegarte al corazón, no era mayor del metro setenta y pesaba tan solo unos sesenta kilos, pero su figura era esculturalmente delgada, no estaba agraciada a un nivel mas íntimo, pues bien era visto que su pecho no era rebozante sino que se ajustaba a su figura, pero para hacerla aún mas delicada, su piel era inmaculada y poco menos clara que la misma luna. Y tan solo tenía 19 años.

-Lord Basche...- dice Lady Micaela, apartando la mano -... dejemos eso para luego de la cena, bien veo vuestra intención principal así como a mi sirviente principal trayendonos un delicioso plato para disfrutar con un tinto de la mejor cosecha-

Efectivamente, allí se acercaba quien era su sirviente principal, un joven de 21 años, pelo corto con una pequeña cola de caballo castaño claro, unos ojos color nuez y tez más palida que la de su Ama, destacando su altura al metro ochenta y cuatro, con elegancia propia de un caballero aristócrata.

-La comida está servida, mis Señores- dice, apoyando con suma delicadeza platos con carne asada y salsa agridulce frente ellos -... espero que sea digna de Vuestros paladares-
-Cuanta clase! Excelso!- dice Lord Basche en aprobación hacia el sirviente
-Coma cuanto quiera Lord Basche, esto es a vuestro agrado- dice Lady Micaela

A diestra y siniestra, Lord Basche, devoraba su plato como un perro hambriento, solo para ver luego las largas, divertidas sonrisas de su anfitriona y sirviente de esta.

-Será que le ha gustado tu comida, Steiner- decía Lady Micaela a su sirviente y con un ademán señala -Siempre he pensado que tus platos son para morirse-
-Micaela, bien sabes que mis platos solo matan cerdos y bien pienso que el nuestro ha sido tal tonto como para adentrarse en el obvio matadero- dice su sirviente, con tal sonrisa que parecia dibujada por un loco

No habían pasado ni dos segundos de dialogo entre señora y sirviente, Lord Basche comenzaba a sentirse mareado, no sentía los dedos y perdió el agarre de cuchillo y tenedor, pudo sentir un fuego que ascendía de su estomago hacia la cabeza y el sudor que caía como cascadas de su frente, ardiente como una salamandra. Empezó a sangrar por la nariz.

-Cual es... el significado... de esto...?- Lord Basche ya no podía articular correctamente
-Bueno, mi odioso Lord Cerdo, lo pondré así: Steiner se va a parar al lado mio, sosteniendo el frasco que tiene un fuerte antídoto que lo va a reponer en el acto, Ud solo tiene que pararse de su asiento y agarrarlo, él no se moverá y, si logra auxiliarse, le brindaré toda mi fortuna con sus tierras incondicionalmente...- el fuego brillaba en los ojos miel de Lady Micaela Rozzo -... apresurese, Lord Cerdo-

Lord Basche, o mejor dicho, el Lord Cerdo intentó pararse rapidamente para tomar el antídoto que lo salvaría, pero sus piernas ya no respondían correctamente, colapsando casi sin aire, frente las piernas de Steiner y este sosteniendo el antidoto a la altura de su pecho, esperando que el mismo Lord agarre su salvación y fortuna. Tan cerca estaba el Lord de su vida y de su muerte, solo tenía que dar un último esfuerzo, sin embargo, todo en vano, con sus dedos rozando el frasco que contenía un cristalino líquido azul y cayendo muerto a los pies del sirviente.

-Vaya vaya, este llegó muy cerca, creo que voy a tener que refinar un nuevo veneno- decía Steiner en un suspiro
-Tienes permitido utilizar tanto como requieras de mi dinero para refinarlo, y quedate con una parte para tí mismo- respondía su Señora
-No es necesario tanto, Milady-

Ante esto, ambos simplemente quedaron callados, mirando al cadaver y los efectos que el veneno le habían caído, como examinandolo, y viendo como una sirvienta examinaba el cuerpo y quitaba las pertenencias de este antes de mirar fijo a los ojos de Steiner. Luego se corta la tensión.

-Amor ¿cuándo crearas mi veneno?-
-Pronto, pero su refinamiento y destilado son muy delicados- y Steiner le concede un beso en los labios -Además, todavía falta para la fiesta de disfraces, tiene tiempo para disfrutar, Lady Rozzo- tras esto, da media vuelta y vuelve a la mansión, destellando una sonrisa de macabro disfrute.

El Veneno De La PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora