Capítulo 37: La huida.

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Capítulo 37: La huida.

ADALIA

Había que ser sigiloso e invisible, nadie podía vernos escapar y a la vez, debíamos hacerlo cuanto antes. El caos por esta batalla nos venía bien, aunque sabíamos que el destino de los habitantes era muy negro al marcharnos, no tendrían a los elementos para acabar la batalla en unos minutos, ahora estaban solos.

Andábamos buscando las sombras, la noche era oscura y las nubes impedían la luz de la luna, pero no podían impedir la luz de las farolas y luces de emergencia que indicaba que estábamos en batalla. Necesitábamos algo para poder salir de aquí, a pie sería bastante fácil, pero tendríamos que pelear y eso implicaría la posibilidad de ser visto, por no mencionar que Canadá estaba muy lejos para ir andando.

- Tengo una idea. – dijo Kai mientras nos obligaba a meternos en una de las casas vacías que había en la comunidad. Fuimos directamente al garaje, lo cual nos extrañó a todos. Pero cuando encontramos una moto de aspecto caro, ahí ya no supimos que esperar. – Sé donde guardan los vehículos, Ralph me llevó el día que me dio la moto.

- ¿Propones que robemos un coche? – preguntó Isaura con un tono de voz de censura.

- Sí. – no se ando con rodeos, se notaba que Kai tenía muchas ganas de ponerse en marcha. – Vosotros esperáis aquí, Adalia y yo vamos en la moto y volvemos con un coche.

- ¿Cómo vais a ir en moto sin ser vistos? – preguntó Dayan.

- Nos las apañaremos.

Kai se subió en la moto y la encendió metiendo una llave en el contacto. Esta empezó a vibrar bajo sus piernas, ni siquiera se puso un casco o me dio uno a mí.

- ¡Genial! Una moto y una escasez de planes, combinación perfecta. – dije sarcásticamente mientras pasaba una de mis piernas por encima de la moto y me agarraba a la cintura de Kai.

Kai ni siquiera esperó, dio gas a la moto y salimos del garaje. De estar yo en su lugar, creo que actuaría exactamente igual, no perdería ni un segundo en recuperar a Matt.

- No pienso parar por nada, ¿lo entiendes? – su voz se oía por encima del rugir de la moto y aunque la pregunta me había pillado desprevenida, entendía perfectamente lo que quería decir.

Quería decir que no pararía ni aunque el mismísimo Matt se pusiera delante y que debía estar preparada por si el que se ponía delante era algún maloliente brujo.

Al principio las calles estaban desiertas, ni siquiera parecíamos estar en batalla ya que lo gritos y explosiones quedaban en un segundo plan con el rugir de la moto. Pero según nos acercábamos a la sede, los gritos, la gente corriendo y los estruendo, llenaron tanto nuestra vista como nuestros oídos. Todo el mundo corría, algunos lo hacían en mejor estado que otros, pero todos corrían.  Alguien lanzó una bola de fuego desde algún lugar y esta calló a escasos centímetros de nosotros.

- ¡Adalia! – me riñó Kai por no estar atenta.

No era mi culpa, ni siquiera estaba preparada para volver a la lucha. Pero su toque de atención hizo palpitar mi corazón a causa de los nervios. Una segunda bola se acercaba a  nosotros y calculaba que iba a caer a un par de metros de nuestra posición, justo donde un herido intentaba refugiarse en cualquier lado. Lancé una bola mía y ambas chocaron en el cielo provocando unas chispas en forma de fuegos artificiales.

- Esto parece ponerse feo. – dije mientras intentaba colocarme en la moto en una posición que ayudara a nuestra defensa, es decir, poner mi espalda junto a la de Kai. – Intenta que no me caiga, ¿quieres?

- Veré que puedo hacer. – dijo en broma, o al menos yo me lo tomé como tal.

Fui haciendo explotar en el aire cada objeto volador con intención de caer en nuestro bando. La velocidad de la moto impedía que los brujos supiesen de donde venían las bolas de fuego que les estaban salvando la vida, por lo que yo seguí lanzando fuego para proteger la comunidad mientras que Kai conducía a toda velocidad por las caóticas calles.

Saga Elementos IV: Destino de GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora