Veo a través del espejo retrovisor a mi papa. No me devuelve la mirada. No lo hace porque no se ha dado cuenta que le estoy mirando sino que lo hace porque no quiere mirarme. Mejor para mi. Ya me basta con mi mama, y sus palabras mudas, su silencio roto sólo por información crucial. El mismo estilo que utiliza en el trabajo. Supongo que para ella comparar esta situación con el trabajo es lo que se le hace más cómodo. Por mi está bien, mientras todos sigamos actuando, por mi está bien.
Desvío la mirada y me encuentro con el edificio estilo colonial que tiene un gran letrero de Sanatorio mental zona pacifico. Que chucha, Zona pacifico, el nombre me da mucha gracia. Acá no hay nada pacifico, como serlo cuando está lleno de locos. El auto entra al estacionamiento y me doy cuenta que los loqueros de muestran en las películas son más llamativos. Este es más bien un lugar alejado de la ciudad que tiene un hombre corriendo por el patio mientras grita que nos dominaran. Viejo culiao loco. Es irónico, todo me resulta irónico. Es inevitable que no comience a reírme.
Siempre cuando mis padres me castigaban comenzaba a reírme porque quería cabrearlos. Ahora no quiero cabrearlos, ahora sólo quiero que noten mi descontento. Además realmente esta no es una risa fingida. Me da mucha risa que me dejen aquí para sanarme cuando el sitio está rodeado de locos. Es como sanar a un drogadicto metiendolo en una fabrica de cocaína. Continuo riéndome hasta que siento la estática, esa sensación que te devuelve a la realidad. Miro los dos asientos frente de mi, el de Miguel y Yanet. Ninguno de los dos me ha regañado. Antes cuando utilizaba está técnica, mi mamá saltaba y me decía cállate por la mierda. Por otro lado, mi papá decía déjate de molestar, y haz lo que te dicen, acá yo mando. Ninguno de los dos dice nada porque están como estatuas mirando hacia el frente. Recuerdo las palabras de la vieja estirada, inseguridad, sicologicamente inestable, baja autoestima.
Y ahora sí, ahora realmente me calló. Les miro con asco. Todo esto me da asco. Que me haya intentado matar no significa que de la noche a la mañana seré una persona maravillosa. Que lo haya hecho no significa que haya sido alguien excelente. La muerte no te dignifica. Pero ellos por sentirse culpables así es como me ven. La hija inestable que deben aguantarle todas sus faltas de respeto.¡Castigenme por la chucha! ¡Sigo siendo la misma persona que los ignoraba cuando quería, la misma persona que no les hacía caso!
-¿No les resulta irónico? La mayoría de las personas piensan que es oportuno meter al loquero a alguien que no ha hecho los que a la mayoría le gusta. Pero piensen, en un loquero hay más locos, y más locos. Un bombardeo de locura. Al final no lo terminas volviendo normal sino que lo vuelves más loco.
En otra oportunidad mi mamá hubiese dicho ¡Ema, como piensas eso, esa una falta de respeto! Mi papá hubiese dicho ¡No hay que criticar a las personas! Sin embargo, no lo hacen porque los dos se quedan como piedra. Tengo un flash back, y me ubico en la época donde mis padres descubrieron que habían expulsado a Marcos de medicina. Todo el esfuerzo por nada. Ahora y en esa ocasión, ambos se quedaron quietos con la mirada en el horizontes, sin compartir palabra. Mi madre con el ceño fruncido y mi padre apretándose las manos. Lo siguiente que sé, es que el odio se ha ido, y que en su lugar ha dejado la culpa. No quiero que sufran por mi. No soy capaz de soportarlo. Necesito actuar otra vez. Necesito volver a ser la Ema que hacía reir a todos. No esta persona que todos mirar con lastima.
-Sigo siendo la misma persona-Comento para intentar aclarar cualquier inquietud.
Por primera vez mi papá, el hombre que nunca escuchaba mis conversaciones atentamente pues estaba fijo mirando la televisión, viendo algún reallity show. El hombre que no me ha mirado a los ojos desde que estuve en el hospital, me mira. Y dice:
-Y esa es la peor parte.
Y entonces lo comprendo, la obra ha acabado. Aquí todos hemos dejados nuestros papeles, y nos comenzamos a demostrar tal como somos.
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Apoptosis
Non-FictionEl 2013 fue el año de la locura. Mi hermano mayor fue expulsado de la carrera de medicina después de haber estado estudiando por más de tres años en una de las mejores universidades del país. Mi hermano menor se obsesionó con esos juegos online de...