VI

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Día 6:

- ¿Cómo está tú amigo? - pregunta April cuando entra a la sala de espera.

- Dijeron que mejoro. Tuvieron que coser la herida pero dijeron que no fue nada profunda. Gracias por venir.

- ¿Cómo estás tú?

- Bueno, he pasado aquí toda la noche así que supongo que no muy descansado. Pero no pensaba dejarlo aquí solo.

- ¿Es tu mejor amigo?

- Lo es.

- Oye, no te preocupes, todo estará bien ¿Si? Va a reponerse, y tú también necesitas descansar. ¿Qué te parece si vamos a mi casa?

April toma mi mano y desliza uno de sus dedos sobre ella, baja la mirada y mira mis nudillos, y hasta ese momento veo que están heridos. Ella me mira a los ojos y dice:

- Fuiste a la pelea... ¿Verdad?

- Si. No iba a dejar que nada malo te pasara princesa.

- Realmente eres un ángel John Parker.

Sonrío por primera vez desde la noche anterior y luego recuerdo a Santiago ahí adentro, que es la razón por la que estoy aquí.

- Pues eso no evito que le hicieran daño a mi mejor amigo.

- Tranquilo, no podrías haberlo sabido. No es tú culpa. – contesta ella y pone su mano en mi mejilla. Luego acerca sus labios y deja un beso sobre mi piel. – Sabes, anoche me tenías preocupada... Y me hiciste mucha falta... Así que no pude dormir... ¿Vamos a descansar? – dice y muerde su labio sonriendo.

- Está bien princesa, vamos a dormir.

La cama de April me parece más suave de lo que la recordaba, ahora que sus padres me conocen no fue problema contarles toda la historia, todo lo que había pasado. Antes de salir del hospital, los padres de Santiago llegaron, así que lo deje en buenas manos, no hay duda alguna de eso.

Lo último de lo que soy consciente es de las manos de April deslizándose sobre mi cabello, y lentamente me voy quedando dormido, hasta que todo se vuelve oscuro.

Cuando despierto, me encuentro con la chica de cabellos castaños dormida sobre mi estómago, le acaricio levemente la cabeza, enredando mis dedos en su cabello.

- Buenos días dormilón- dice ella sonriendo apenada.

- Me parece que la dormilona es otra ¿Me equivoco? – le respondo devolviéndole la sonrisa.

- Cállate -contesta ella sin borrar la sonrisa de su rostro.

- ¿Qué hora es?

- 19:00 En punto muchacho ¿Descansaste bien muchacho? – dice su padre, provocándonos a ambos un susto. Está de pie en la puerta, y la madre de April recostada en su hombre

- Eh... muy bien... gracias señor...- alcanzo a contestarle medio somnoliento.

- Es bueno saberlo. ¿Puedo hablar contigo?

- Claro.

Dejo a April recostada en la cama y salgo junto a su padre hacía el comedor, donde ya se encuentra un plato lleno de galletas con chispas de chocolate y un vaso de soda.

- Gracias... Por todo. Cuidar tanto a mi hija de criminales sin importar nada de lo que pudiera pasarte, creeme, estoy más que seguro de que no cualquiera haría eso por ella.

- Puedo asegurarle que ella no corre ningún peligro conmigo. No se preocupe, seré un buen amigo para ella.

- En realidad... se que te parecerá lo más extraño del mundo pero quería decirte que... Si alguna vez llegas a tener una relación con mi hija, tienes todo mi permiso, y no cualquiera consigue eso, sin embargo, me has demostrado que siempre cuidarás muy bien de ella.

En ese momento, la galleta que tenía en mi mano cayó dentro del vaso de soda, su padre observó todo y comenzó a reír de una manera que no me esperaba.

- ¿En serio no te lo esperabas verdad muchacho?

- En absoluto.- digo y comienzo a reír también.

- Bueno, no comas mucho, ya casi es hora de cenar, ¿Te gusta la pizza verdad?

- Por supuesto.

Tras la ventana...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora