Capítulo 3

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Por un momento, en la semioscuridad del dormitorio, observó atentamente como Colin con ojos entrecerrados, estudiaba la rota cremallera de la falda. Para seguidamente suspirar con cierta determinación, e intentar tirar hacia abajo de ella sin estar ya la cabeza del enganche.

Pero tras varios tirones y jirones de la maldita prenda, lo vio mover la cabeza con movimiento negativo al tiempo que soltaba una pequeña risa.

-¿Es muy valiosa?-Alzó su mirada para posarla en la mirada nerviosa de ella.

Abie se encogió de hombros.

-Es de Paige –Informó mordiéndose el labio, al verse perdida ante aquella pregunta.

-Bien... -Suspiró-. Yo solo le veo unas tres soluciones –Dijo chascando la lengua, para tratar de no soltar una carcajada ante la apurada joven, pero siendo imposible de ocultarle su atractiva sonrisa.

-Dime –Su corazón latía impaciente.

-Oh, duermes con ella y esperas a que decida mañana tú amiga, sobre el destino de prenda tan llamativa –Le guiñó un ojo, mientras le transmitía humor a la situación con su tono de voz-. Oh, utilizamos unas tijeras...

-¡No por dios! –Lo interrumpió alarmada, viendo como éste hacía un amago de mueca.

-Oh –Calló por un segundo-. Nena, la agarro fuerte con mis manos y probamos a desatascarla de tu cuerpo con un buen tirón.

Dando otro mordisco fuerte a su labio, cerró los ojos al tiempo que alzaba su rostro al techo y profería un gruñido, cargado de alta frustración.

Estaba destinada a sufrir una tras otra, bochornosas situaciones en los peores momentos. Como en aquel, que su escena de seducción se iba por el retrete.

-¿Abie?

Inquirió él, poco antes de ver como ella cogía aire profundamente y tras asentir dos veces con energía con su cabeza, le cedía el poder a la buenaventura.

-Adelante.

Colt, llevó sus manos al bajo de la falda, para tirar de ella tras haberla sujetado de forma apretada. Pero la suerte no les sonrió, al revés... Más bien, se rió de ellos.

-Deja que pruebe sujetándola por la cintura –Indicó con voz ahogada por el esfuerzo y el sudor.

Tenía que confesar, que aquello no le estaba sentando nada bien a su líbido.

Allí, en el dormitorio de ella con la grande cama tras ellos, invitándolo todo el rato a que tumbara a la joven. Por no decir también, que se sentía algo impaciente por ver qué ocurría tras quitarle aquella prenda.

¿Llevaría ropa de encaje seductora, como el resto de la indumentaria?

¡Colt!

Se reprendió molesto, agarrando la prenda por la cinturilla y no pudiendo, evitar sentir la suave piel con sus nudillos. Y creía, haber escuchado un gemido ahogado en labios de ella.

No se equivocaba por completo.

Pues no era un gemido, sino más bien un amago de risa. Lo comprendió, al ver como su estomago se encogía cada vez que lo tocaba.

-Cosquillas –Señaló ella con boca pequeña.


Colt, ya no pudo aguantarse más y rompió en carcajadas, sin saber que con aquel gesto ya le dejaba los ánimos por el suelo a la joven.


-Pues vas a tener que mirar de aguantarte un poco –Habló con tono calmado nuevamente-. Porque eso está muy agarrado a ti.

Sorpresa Por NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora