Habían pasado tres semanas desde que empecé a quedar con Monique. Aun llevando tanto tiempo, y habiéndole prometido que le contaría mi historia, no lo hice. Conseguí evadir aquella conversación. Sin embargo, aquella noche, había quedado con ella. Habíamos quedado para cenar en mi casa. Nunca antes había estado allí. Yo estaba nervioso. Había cocinado yo dos platos. El postre, incluso lo hice yo también. Estaba frenético. Tanto, que incluso al poner los cubiertos, me fijé en si estaban mínimamente torcidos. En la mesa, había dos platos, y varios utensilios tales como servilletas, vasos, tenedores, cuchillos, etc. Como ella no sabía el camino a mi casa, decidimos quedar aquella noche en el bar. Yo la recogería con mi coche.
Cuando en mi casa pensé que todo estaba asegurado, me marché. Mientras bajaba con el coche, muchos pensamientos asaltaban mi mente, tal y como hacían noches anteriores. El asiento del copiloto parecía estar ocupado por Sara. Me recordaba cuando bajábamos a tomarnos algo con nuestros amigos. Todavía no me podía creer el paso que estaba dando. Al llegar al bar, ella estaba en la puerta. Recuerdo haber estado con ella muchas noches, pero aquella fue especial. Aquella noche ella estaba preciosa. Su pelo rojo rizado, sus mejillas ligeramente coloreadas y un vestido negro ceñido que le llegaba justamente hasta las rodillas, Incluso los más mínimos detalles me llamaban la atención. Estaba cada vez más nervioso. Se acercó a mi coche, abrió la puerta y se sentó en el asiento del copiloto.
-Hola- me saludó con mucha vitalidad.
-Muy buenas-
-Bonito coche. Bueno- suspiró. -Vayamos a tu casa-
Establecí una ruta hasta mi casa, y al llegar, mi perro vio a la persona que traía conmigo, y nada más verla, Golden se le echó encima sin ánimo de ofender. Monique, en vez de malinterpretar su saludo, se agachó y lo acarició con mucha ternura. Cuando entramos en casa, ella se quitó su calzado, y yo el mío. Puesto que el suelo de la casa estaba compuesto de baldosas frías, le ofrecí un calzado alternativo para que no pasase frío en los pies.
-Vaya casa. Yo vivo en un piso, y no es ni un cuarto de lo que es esta pedazo casa- dijo maravillada.
Yo me sentí triste, ya que el techo bajo el que yo dormía cada noche, lo había pagado junto con Sara.
-¿Vamos a la mesa?- Pregunté.
Ella respondió asintiendo con la cabeza, y me siguió hasta el comedor. Me quité la americana, y la puse sobre mi silla. Seguidamente, fui hasta la cocina, recogí la cena, y la serví. Nada más sentarme, ella me hizo algo que llevaba evitando veintiún días.
-¿Por qué perdiste la pasión por tu oficio?-
-Ya te dije que no he perdido la pasión. Sin embargo, te mereces saberlo, Monique. Perdí la capacidad de curar enfermedades psicológicas porque la perdí a ella-
-¿Ella?-
-Mi ex prometida. La tienes a tu espalda-
Detrás de Monique, había una foto de Sara y yo juntos. Se dio la vuelta, y la miró.
-¿Lo dejasteis?-
-Murió en un accidente- se quedó paralizada en cuanto se lo dije. -Esta casa que dices que es inmensa, la pagamos entre ella y yo. Era nuestro proyecto junto con formar una familia. Llevábamos diez años juntos. Y un día, sin aviso previo, ella su fue. Al menos, después de discutir, tuve la oportunidad de verla sonreír por última vez. No sabes lo mucho que me alivió. Aunque poco después, yo no soporté más-
-¿Cómo es que pudiste verla?-
-Poco después del accidente, la trasladaron al hospital en el que yo trabajaba. Como estaba yo trabajando, fui yo quien la operó-
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Todo debe seguir (Título provisional)
RomanceEn el siglo XXIII, Salvador, quien perdió a su prometida hace tres años, sigue sin poder mirar adelante, sin ella. Un día, conoce a Monique, lo cual hará que se inicie una sucesión de problemas y vueltas en la vida de este exitoso y prometedor, aunq...