Capitulo 3

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Apronté dos cafés negros, y un capuccino, por si acaso.
Un plato con galletas a un lado de las tazas. Me senté tranquilamente, evitando pensar, evitando emocionarme por el echo de miles de recuerdos serán contados con tal viveza y emociones que será difícil no ahogarme en un mar de lágrimas y no querer volver desesperadamente a esos años.
Suspire. Tomé aire y sonreí.
La puerta sonó.
-Pasa- sin mover ni siquiera la mirada, tomé un trago de café, y observé como Clarissa, pasaba y se sentaba justo enfrente mío. Apretó sus manos en la taza de café tratando de agarrar calor y antes de que pronunciara palabra algunas, comencé.

-17 de junio de 1994, pedí un café negro, tomé el periódico y leí distraídamente los títulos. La lluvia golpeaba tan fuertemente la vidrios del café que poco me podía concentrar en otra cosa.
-Su café, señorita-amablemente lo dejaron sobre la mesa, le dediqué una sonrisa y musité un 'gracias'.
-Café negro, sin una gota de azúcar, debe de andar bien de amores- ronca, ronca voz pronunció esas palabras. Se trataba de un chico, más o menos de mi edad, cabello negro algo corto, se sentó enfrente mío- Un capuccino, para el mal de amores, por favor-. Sonrió y me guiño un ojo. Menudo idiota me vengo a encontrar, pensé.
Aún no había emitido sonido alguno, tomaba mi café ignorándolo por completo.
-Puedo ver en tus ojos que estas cansada- negué con la cabeza-. Triste-negué-. Aburrida- la misma reacción-. Mal de amores- rodee los ojos, gran, gran idiota, me corrijo-. Ahora puedo ver que te estoy irritando- me quedé en absoluto silencio mirando las gotas caer- Di algo- insistió-.
-Tu eres como esa gota, la que va cayendo en el vidrio, ahora se ha estrellado contra el suelo, no existes, ya- sonreí irónicamente. Dejé 1 dolar con veinte sobre la meda, a un lado de la taza, tomé mi bolso y me dispuse a salir de ahí.
-Las gotas están formadas por agua, y el agua nunca deja de existir-ronca voz otra vez- además, son lindas- se burló y salí de allí.
Maldito gracioso, le ha salido bien.

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