Los autos pasan y pasan, la autopista se ve que no tiene salida hacia algún lugar y los árboles que se ven por el cristal de la ventana me están mareando...
Alzo mi mano derecha y veo que las manecillas de mi reloj color negro marcan la 1:52 p.m. Ya llevo casi cuatro horas sentado, viendo puros árboles y carros que van y vienen. Me siento tan aburrido y sin ganas de hacer nada, como desearía que llegáramos en este momento. Me siento en los asientos, porque desde que salimos de casa, vengo en la misma posición y min cadera me está matando. Mama devisa de reojo por el retrovisor y le toca la mano a papa.
- ¿te sientes mal hijo? _dijo papa_.
- No, no tengo nada papa.
- Pero mírate. ¡parece que acabas de salir de un funeral!
- Ya te dije que no tengo nada _repetí otra vez_.
- Por favor Uriel te conocemos como la palma de nuestras manos _dijo mama_ deberías estar feliz.
- ¡pero no lo estoy! ¡¿acaso no me entienden?!
¡Diablos!, acabo de regarla. Papa y mama solo quieren lo mejor para mí y yo salgo con mis estupideces, ellos no se merecen esto. Debo arreglar este comentario de inmediato.
- Perdónenme, es solo que estoy un poco frustrado por todo esto.
- Nosotros te entendemos hijo _dijo mama_ descuida.
- Gracias _dije yo_.
(1 hora después)
- Por fin hemos llegado _dijo papa_.
Siento un poco de emoción y por fin veo las primeras casas de esa ciudad. Sus calles son hermosas con ese pavimento color negro y con esa línea color amarilla que divide los sentidos de la trayectoria de los autos. Las casa son grandes y bonitas, algunas con unos jardines grandes y con una fuente en medio de ellas.
Llegamos casi al centro de la ciudad y ahí todo es más bonito, más que la ciudad en la que vivía. Por los dos lados de la carretera, había varios locales de ropa, cafeterías, panaderías y lo que más me llamó la atención fue que en la cima había un lugar especial para ver la ciudad. Papa va bajando la velocidad al auto y frena cuidadosamente para poder estacionarse en la carretera, atrás de nosotros vienen los demás carros de mudanza, que se estacionan ahí mismo.
- Bienvenidos a su nuevo hogar _dijo papa_.
- Gracias papa.
Bajo del carro rápidamente y entro por ese portoncito pequeño de la entrada. La casa es muy bonita, más bonita que la que teníamos antes.
- ¡un momento! ¿Por qué el jardín no tiene fuente? _ me peguntaba yo mismo_.
Pero me da igual, la calle en donde está situada mi casa es muy bonita y así puedo respirar más, el aire de las demás flores que hay en el jardín de mis nuevos vecinos. Entro corriendo a la casa y subo rápidamente, para ganar el cuarto más cómodo.
Las personas de la mudanza entran y traen mis cosas que vienen en cajas y maletas. Unos hombres traen mi colchón y la colocan en el piso. Solo me acuesto esperando a que los señores se vallan y que me quede completamente solo.
- Gracias diosito _ me decía mentalmente_ por darme a estos padres tan maravillosos, gracias.
Saco mi celular y pongo un poco de música, agarro mi cabecera y la coloco en mi cabeza, quedándome profundamente dormido.
Continuara...