La chica de aquel bar

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Era media noche cuando entre música y humo de cigarrillo divise en un rincón de aquel bar a una chica muy callada, llevaba un vestido negro de encaje con la espalda descubierta lo que me dejo ver que no llevaba brasier, lucia unos zapatos de taco alto que hacían juego con su vestido, su piel era de un exquisito tono rosa claro acariciando la palidez, tenía el cabello rojo como si fuera fuego de pasión que combinaba con el color de sus labios, sus ojos eran de un color turquesa envolvente por lo cual no tarde en perderme en ellos, me acerque lentamente a su mesa y le ofrecí invitarle un trago.

Después de unos minutos entre hablar y beber decidimos ir a un lugar más íntimo en el cual desenvolvernos mejor, pasaron los minutos y la atracción se volvió más evidente entre ambos lo que desato la pasión que escondíamos en lo profundo de nuestra quietud, me acerque lenta pero firmemente y la tome de su cintura para recostarla en aquel sofá que se encontraba en la sala, aprisione sus manos tras su cabeza utilizando mi corbata sin quitar mi vista de la suya para comenzar a probar lentamente cada parte de su cuerpo con mi boca, me detuve un instante para levantarla y desvestirla, le solté las manos, una vez que la tuve frente en nada más que una sutil pero muy provocadora tanga negra comencé nuevamente mi juego, usando mi pañuelo le vende los ojos, corte la bufanda que se encontraba en el mostrador para atar sus piernas una a cada lado del sofá, con mi corbata volví a atar sus manos pero esta vez hacía en frente dejándola en una posición donde podía ver hasta lo más mínimo de su ser, comencé a tocarla lentamente y de vez en cuando le daba una nalgada ni tan fuerte ni tan suave la cual le hacía soltar un pequeño gemido de placer que yo disfrutaba, la volví a soltar para colocarla en una nueva posición, esta vez de frente con las manos atadas nuevamente tras su cabeza, las piernas atadas entre la mitad de su muslo y su canilla dejándome ver toda su parte frontal sentada en el sofá, me acerque a ella para probar sus labios mientras que una mano mía jugaba en su zona más íntima al punto de humedecerla y que los pequeños espasmos de placer movieran involuntariamente su cuerpo, la vi morderse el labio por la grata sensación que estaba obteniendo lo que me hizo deslizar mis labios hacia su cuello el cual bese de forma sutil mientras jugaba con su clítoris, su cuerpo se estremecía mientras la tocaba así que baje hasta sus senos para jugar con mi lengua en su pezón, mi mano puesta en su cintura y con la otra hice a un lado su pequeña tanga y para comenzar a introducirla lentamente en su vagina, primero un dedo y luego dos, mientras que mi pulgar masajeaba su clítoris, la masturbaba lentamente y de a poco la velocidad iba aumentando, a medida que la sensación crecía su cuerpo reaccionaba más fervientemente a mis tocaciones lo que me excitaba de una manera increíble, quería penetrarla pero aun no era el momento, debía esperar un poco más antes de explayar el placer que en mi cuerpo guardaba.

Volví a detenerme brevemente, pero esta vez para desnudarme y dejar mi pene erecto al descubierto, la volví a desatar pero sin descubrirle los ojos y le quite aquella sutil tanga que cubría su entre pierna, ya desnuda completamente frente a mí, ella sin decir ni una palabra mientras se mordisqueaba su labio se puso de rodillas quedando con su vista cubierta frente a mi ombligo y sus labios seductores frente a mi pene, esta vez era ella quien comenzaba a darme placer a mi usando toda su experiencia, comenzó a lamer desde la base hasta cerca del glande una y otra vez sin usar sus manos lo cual se sentía exquisito, en un instante puso sus manos en mi abdomen y me empujo para caer sobre aquel sofá y ella empezó a chupar mi pene mientras que con su mano acariciaba su clítoris para no perder la húmeda satisfacción que en el tenia y con la otra jugar con sus senos, cada vez podía sentir más y más placer proveniente de su lengua al jugar con mi pene tanto que casi me hizo venir, ella era una maestra a lo que el trabajo oral se refería, ya no pude aguantar más mi necesidad de penetrarla y que nuestros cuerpos fueran solo uno.

La tome firme pero delicadamente y la puse encima de mí, nuestras partes más íntimas quedaron rosándose una con la otra lo cual hacia que mi pene se pusiera más duro y su vagina más húmeda, ella comenzó a moverse aun sin ser penetrada lo que nos satisfacía a ambos mientras yo apretaba su trasero con ambas manos y de vez en cuando le daba una nalgada que la hacía gemir despacio, ella se movía cada vez de forma más sensual que la anterior hasta que ya no aguante y la penetre, al sentirlo dentro de ella hasta lo más profundo soltó un gemido distinto a los anteriores ya que esta vez fue más fuerte, pero eso no la detuve sino que por el contrario la animo a moverte aún más, subiendo hasta casi sacarlo de su vagina y bajar hasta el punto de que estuviera todo dentro de ella, una y otra vez aumentando la velocidad del movimiento de sus caderas, era algo exquisito de sentir sobre todos por los besos provocadores que me daba mientras que con sus manos jugueteaba en mi cabello, se detuvo un poco exhausta en lo cual empecé yo mi movimiento, me puse tras de ella y la hice caer de rodillas al sofá con las piernas abiertas mientras con sus manos se apoyaba en el respaldo de este mismo, podía ver todo de ella sin trabas, incluso como pequeñas gotas caían desde su húmeda vagina, oh dios que excitado me encontraba en ese momento que hasta mi pene palpitaba de lo duro que se encontraba, por lo que no perdí más tiempo y la comencé a penetrar su vagina una y otra y otra vez aumentando de a poco la velocidad junto a la profundidad, la escuchaba gemir de placer con cada penetración lo que me llevaba a cierto pequeño éxtasis en mi mente, dure varios minutos haciendo eso hasta incluso podía ver su sonrisa placentera con una pequeña baba que de ella salía junto a los gemidos.

Sin perder tiempo me incline en esa misma posición hacia ella haciendo que sus brazos tomaran mi cuello y mis manos sus piernas, la levante en el aire sin dejar de metérselo para probar otra posición diferente pero satisfactoria para ambos ya que ella misma fue la que comenzó a moverse mientras la sostenía, fue exquisito todo lo que duro esa penetración, esta vez ella se detuvo, se recostó en aquel sofá en frente de mi con un tono seductor como diciendo:

-Ven a tomar todo el pacer que aún queda en mi cuerpo y hagamos de estas pocas horas que le hemos dejado a la noche sean de puro sentimiento.

Me recosté encima de ella penetrándola nuevamente a lo que me respondió con un pequeño gemido en mi oído, fue más delicioso que los anteriores lo cual me hizo fundirme en el calor de su cuerpo, ya no podía detenerme y le hice el amor lleno de cuanta pasión quedara en nuestros exhaustos cuerpo mientras la besaba alternando sus labios junto su cuello y mis manos tocaban sus piernas sin dejar que ni uno solo de sus gemidos al penetrarla escapara de mi oído, pasaron varios minutos, cuantos no lose ya que para mí el tiempo se había detenido en tan lujurioso momento hasta que al final me pude venir, estaba por sacarlo pero ella se aferró fervientemente a mí para que no me detuviera a lo cual acepte moviéndome mas rápido y profundo hasta el punto de verter todo mi espeso liquido en su interior, nuestros corazones palpitaban a mil de tan cansados que nos encontrábamos por lo que nos detuvimos y nos recostamos en aquel sofá desnudos abrazados mutuamente hasta caer rendidos en el sueño.

Al despertar aquella chica ya no estaba y solo me esperaba una nota escrita en papel junto a un café ya frio, el mensaje en la nota era claro y conciso por lo que solo atine a sonreír.

-Gracias por aquel exquisito momento que me hiciste pasar, pero no creas que es el final ya que puede que en tus sueños aun sientas mi cuerpo, además quien sabe si entre deseo y deseo lo inevitable pase de nuevo.

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