Capítulo 2

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Me he despertado temprano, tengo que ir a la escuela (acá donde vivo muchos adolescentes le llamamos escuela a la secundaria). No tengo ganas de ir a ver a todos en la clase cuando no estoy ni una pizca de contento.
-Chaval, ¡tenéis que sonreirle a la vida!, ahora subid que tenemos que irnos- me dijo el del autobús, notando mi cara de sufrimiento.

Todos en el autobús me miraban, y susurraban cosas. -No me interesa lo que piensen todos esos gilipollas- le dije a un compañero sentado a mi costado, pero por dentro si me importaba. Yo soy, o era, el mas popular. Pero esta situación me estaba sacando de mi estado social, joder, ahora todos perderán el respeto hacia mi.

Sebastián: David, ¿ya vas para la escuela? √√

David: Claro tío, ya estoy aquí. ¿Tú vienes en el auto bús? √√

No le contesté porque unos compañeros me interrumpieron, se sentaron a mi lado y empezaron a hacer preguntas estúpidas, como de costumbre.
-¡Coño! ¿No sabéis hacer otra cosa que joderle la vida a las personas? Podéos iros todos a la .. - detuvieron el autobús puesto que ya habíamos llegado. Bueno, menos mal que no dije eso, porque se hubiera armado un desastre.

Cuando entramos a la clase me di cuenta que habia entrado a un mundo totalmente aburrido. No se que me estaba pasando, nunca he pensado asi de la clase. Talvez los problemas en mi casa estaban haciendome más distraído e incluso despreocupado por mis estudios.
Entró al salón David, él se sentaba en el escritorio que estaba al lado izquierdo del mío. - ¿Porqué no me has contestado macho? Te he estado esperando en el pasillo como todo un idiota- me dijo molesto, ya que no le habia contestado el mensaje. Todo gracias a esos estúpidos.

-¡Sebastián Córdova!, pase adelante para que nos deleite con su presentación- ¡Dios mío! Se me había olvidado que tenía que exponer no se que coños en frente de toda la clase. Y ahora, ¿que voy a hacer para no quedar mal pero no pasar una vergüenza?
-E-em, buenos días.- Aclare la garganta, e intenté decir algo, pero nada salía de mi boca. - ¿Que tienes Sebastián?- me preguntó la profesora con gesto de confusión - ¡N-nada!- dije nervioso, y sali del salón lleno de vergüenza.

La campana me ha salvado, pero me he ido para mi casa. Ya no soportaba estar en ese lugar.
Cuando llegué a mi casa habian muchas cajas repletas de cosas de la casa. Y maletas con ropa. -¿Que está pasándo? - dije asustado, pero a la vez confundido- Hijo, no esperaba que vinieras tan temprano, dejád que te explique- la miré nervioso esperando esa explicación que dijo que me daría - ¡Tu padre y yo nos hemos separado! Y nos iremos a vivir a Costa Rica, tú y yo - mi expresión era muy sentimental, no porque quería llorar, un chaval tan popular como yo no debe llorar. Pero mi expresión reflejaba tristeza y confusión.

Con un solo suspiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora