Capítulo 3

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Mi madre lo dijo muy seria, y bastante decidida.

-Madre pero, ¿que haremos? - le pregunté sumamente confundido, vale ¿ahora que haremos sin mi padre en casa?. Esta situación me traía confusión,  no tanto tristeza, sino confusión. Mi padre traía los euros a la casa, ¿ahora mi madre que hará?

-Iremos a vivir a Costa Rica hijo- dijo con decisión, no conocía muy bien ese país pero algo había escuchado de él -Madre pero ¿como haremos con el dinero?, ¿tenéis claro que hay que pagar muchos euros para ir al otro lado del mundo?- le dije, eso si lo sabía,  Costa Rica se encuentra en América, lo enseñó el profesor de Historia la semana pasada- Tengo todo resuelto Sebastián, tranquilo hijo y ve a empacar lo que te falta - vale, creo que habla muy en serio.

Entré a mi habitación, la cual era enorme, tenia las paredes verdes como el pasto, y un cielo raso de madera fina. Aquí en España las cosas son muy guays. Hay una arquitectura impresionante, el piso era brillante, mi madre se esforzaba mucho por dejarlo reluciente.  Tengo muchos objetos, muebles y colecciones. Las historietas, comics y cosas que a un "personaje" de mi secundaria se supone que no deberia gustarle, porque seria muy "Frikki" me gustan, pero nadie lo sabe. Todo eso tenia que quitarlo y guardarlo en varias, no en una, varias cajas. Todo se estaba volviendo de cabeza, ¡madre mía!, mi cabeza iba a explotar.

Pasaron días, y habia llegado la hora de irnos. Finalmente nos iriamos a Costa Rica. Tenia muchas preguntas que no me dejaban en paz, ¿ seré rechazado allá? ( he vivido acostumbrado a una imagen alta en la escuela, ya que era uno de los mas populares), ¿me irá aún peor en el estudio?, ¡OSTIA! ¡la escuela!, ¿que pasará con ella?.

Ibamos de camino al aeropuerto, en el auto de mi tía, ella se ofreció a llevarnos. Estaba muy triste, puesto que eramos la única familia que tenía porque no se llevaba con los demás.

Salimos de Cádiz, ahi me habia criado los 16 años que tengo de existir. Ya empezaba a extrañar las cosas que me dejó el hogar en el que crecí. -Pero ahora tendré una nueva vida sin mi padre- pensé de manera sarcástica.

-Hemos llegado- dijo mi tía -¡no sabes cuanto te lo agradezco! - le dijo mi madre con ojos lagrimosos, su corazón estaba que explotaba de muchos sentimientos encontrados.

-¡Anda Sebastián!, que nos va a dejar el avión - mi estómago se empezó a retorcer, nadie sabe esto de mi pero, odio los aviones. La sensación que causa en mi no me agrada en lo absoluto.

Siento que al subirme en uno de esos translotes del demonio voy a morir, se va a caer y todos valdríamos madre. En fin, era hora de subirme y viajar hacia Costa Rica.

Con un solo suspiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora