Sábado, un perfecto día para descansar y pasarlo bien.
-¡Sebastián, explícame qué significa esto!
Los gritos de la mamá del nombrado los dejan petrificados del susto. No habian terminado de despertar siquiera cuando ésta continuó
-Sé que tal vez paso mucho tiempo fuera y que no pasamos el suficiente tiempo juntos, pero creo que tengo derecho a saber para qué equipo juegas, ¿Son novios? Por favor, díganme que no interumpo nada... - terminó con cara de tragedia para luego continuar seriamente - Tu papá no pudo venir porque estamos en un negocio muy importante, pero pensé que era imperativo venir, dime hijo ¿tan poco es lo que nos vemos como para pensar en que no te aceptaremos?- en ese minuto todas sus dudas se aclararon y sus caras pasaron del miedo, a la vergüenza
-Mamá, creo que ya estás enterada de que terminé con Pau. Ella hizo correr el rumor, de hecho, todas mis redes sociales está hackeadas y no puedo acceder a ellas... y necesito un nuevo celular, ya que se encargó de romper el viejo hasta dejarlo inservible
-Meh.. esa niñita jamás me gustó. Te lo advertí varias veces. Antes que todo soy mujer y reconozco a una loca - diciendo esto, se acercó a ellos - Pero no me molestaría que salieras con Ian- añadió con pequeñas risitas. Sabía perfectamente los sentimientos de Ian y le tenía un gran cariño.
Los tres fueron a desayunar, abajo ya los esperaba algo de leche y pan. Hablaron de cosas triviales.
-Creo que ya es hora de que me vaya. Me escapé del trabajo para asegurarme de que estás bien, pero debo volver- dijo, dirigiéndose a su hijo- volveré tan pronto como pueda. Es una lástima no disfrutar más a mi hijo y mi casa- añadió.
Muy a su pesar, luego de terminar de comer, tomó su cartera y se fue. Ambos quedaron viendo como el taxi se la llevaba directo al aeropuerto. Ian fue por café a la cocina. Sebastián siempre tiene buen café, mientras esperaban que estuviese listo se pusieron a bromear.
-¿Qué vamos a hacer hoy?- pregunta Ian, parodiando una antigua serie.
-¡Tratar de conquistar el mundo!- Sebastián le sigue el juego- nah... ¿quieres ir al parque? Llevamos el almuerzo y nos divertimos fuera.
-Una buena idea para venir de ti. Me gusta- a Ian le gusta picarle, aunque reciba los codazos de la vida.
Una vez listas las tazas de café fueron al sofá a beberlo. De repente, Ian se puso tenso, algo no anda bien
-Seba... tú sabes que siempre hemos sido muy amigos, y no me gusta ocultarte cosas... - hablaba bajo y se le escapaban gallitos, obviamene se estaba esforzando al hablar
-Tranquilo, te dije que puedes decirme lo que sea- trató de tranquilizarle, pero sólo logró que se pusiera más tenso
-No quiero perderte como amigo- su miedo era evidente y Sebastián ya se estaba preguntando qué pudo haber hecho para sentirse así
-Sólo dime, te prometo que pase lo que pase, seguiremos siendo amigos- esta vez, trataba de hablar con calma, pero se le colaban notas de nerviosismo, se imaginaba miles de cosas menos lo que estaba a punto de escuchar. Ian se acercó mirándole a los ojos y con voz temblorosa soltó
-Me gustas, de verdad me gustas, sé que tú no sientes lo mismo, sé que ni siquiera te atraen los hombres, pero llevo guardando esto durante mucho tiempo. Quería que, aunque fuese imposible, me dieses al menos la oportunidad de convencerte, sólo una, de que no vas a arrepentirte- sus palabras eran rápidas pero entrecortadas. Sebastián hizo lo mejor que pudo para reaccionar ante lo dicho
-Pero si siempre has estado con mujeres- pudo por fin articular- tal vez estás confundido...- no pudo seguir hablando. La cara de su amigo demostraba que si era una confusión, era seria. De repente y con un movimiento ágil, Ian arinconó al pelinegro haciendo que sus rostros quedaran a escasos centímetros
-¿Puedo?- preguntó Ian, haciendo que su aliento rozara los pequeños y rojos labios de Sebastián, quien sólo asintió con la cabeza. No quería negarle nada a su amigo, menos en el estado en el que estaba. Cerró los ojos esperando el contacto que tardó unos eternos segundos en darse, contacto que empezó con un leve roce de labios, un beso suave y cariñoso, otro, y otro, cada vez iba subiendo de tono. Ian lamió con delicadeza el labio inferior de su amigo, que se abrió levemente dejandole pasar, creando una batalla entre sus bocas. Sebastián se estaba esforzando mucho, cosa que no pasó desapercibida por su amigo, quien detuvo el beso cuando lo que más quería era continuar
-Creo que al fin y al cabo, estaba confundido- soltó por fin Ian luego de un silencio incómodo. Era lejos de ser la verdad, pero conocía lo suficiente a Sebastián como para saber su respuesta en caso de le que preguntase si le gustó
-Me alegro, aunque a pesar de todo debo admitir que besas bien- dijo algo nervioso por lo que acaba de pasar- espero haberte ayudado
-Sí, me ayudaste- "a conseguír lo que más anhelaba en el mundo" pero claro, no podía terminar la frase
-Voy a preparar el almuerzo, ¿qué quieres?- preguntó Sebastián, como si nada hubiera pasado y al no obtener respuesta añadió- creo que uno tallarines y una ensalada bastarán
Vio que su amigo estaba muy sumido en sí mismo y creyó que necesitaba pensar, por lo que le dejó en el sofá mientras preparaba la comida para ir al parque. Una vez listos, tomaron una frazada, la comida y otras cosas necesarias y se fueron. El trayecto, aunque corto, se volvió un poco incómodo. Ninguno sabía exactamente qué decir. Grande fue la sorpresa de ambos al descubrir que Alexander estaba ahí, y no estaba solo, lo acompañaba una niña bellísima, más o menos de la edad de ellos, de aspecto delicado, cabellos largos y rizados de un perfecto color oro. Sus ojos color turquesa no se quedaban atras, realzados por su tez blanca y un leve rubor en las mejillas, toda una muñeca de porcelana. Se acercaron a saludar, para no ser descorteses.
-Qué coincidencia verles por acá- dice Sebastián, realmente interesado- al parecer no eras tan tímido despues de todo, incluso vienes con tu novia- la interpretación tomó por sorpresa a Alexander
-Es mi prima, acaba de mudarse desde lejos, le estaba mostrando el lugar- aclaró a toda prisa
-Entonces, tendremos más compañía- añadió Ian alegremente, mientras se sentaba junto a ellos. Se sentía extremadamente felíz de no tener que estar a solas con Seba, después de lo que pasó, le costaba más trabajo del normal mantenerse a raya. Hablaron con la prima de Alexander. Su nombre es Elizabeth, también tiene 15, muy rockera, a pesar de su apariencia, tan angelical y amante de la lectura. Entre la conversación, hay un detalle pequeño que no pasa desapercibido ante los ojos de Sebastián: las rosadas mejillas de la muchacha parecían encenderse levemente en un rojo intenso cada vez que su mirada se encontraba con la de Ian y presiente que las cosas se van a poner más interesantes a partir de ahora.
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Video de una de las canciones favoritas de Elizabeth
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No te confundas
RomansaSebastian es un joven de 15 años al que se le ha dado todo en bandeja de plata, pero todo cambiará cuando un rumor se expanda por todo el colegio.