Capítulo 40.

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-¿Estás listo? –Julio tocó mi puerta y abrió.

-Un minuto. Siéntate.

Estaba terminando de vestirme. Julio me devoraba con la mirada mientras yo entraba y salía del baño. Estaba muy nervioso, hacía siglos que no tenía una "cita".

-Podemos irnos.

Salí del baño y esbocé una sonrisa. Julio asintió y salimos de la habitación. Fuimos a cenar a un restaurante que quedaba bastante lejos, dimos un paseo hasta llegar.

-Me encanta la comida mexicana. –Dije mientras nos sentábamos.

-¿Y qué más te gusta de aquí?

Era fácil adivinar por dónde quería llevar la conversación, pero no me sentía capaz. Solo sonreí y le guiñé un ojo.

-¿Qué tal todo por España?

-Bastante bien. La promoción del disco va genial y tenemos much...

-No me refiero a eso. –Me cortó. –Sabes de lo que hablo.

Suspiré y miré al plato.

-Simplemente se acabó. Se fue, no soportaba todo esto.

-¿A qué te refieres con eso? ¿La fama?

-Sí, bueno, ya sabes que no puedo mostrarme tal y como soy.

-Lo siento. –Agarró mi mano por encima de la mesa.

Miré nuestras manos unidas y sonreí. Julio era realmente guapo, y hacía meses de lo de Álvaro, quizás era hora de pasar página. Quizás encontrar a alguien nuevo era la forma de olvidar todo eso.

Terminamos de cenar y dimos una vuelta por las calles solitarias de la ciudad. Era fantástico.

-Ven, quiero enseñarte una cosa. –Me agarró de la mano.

Caminamos hasta una calle algo escondida, donde no había comercios, solo casas con paredes de ladrillo y grandes ventanales. Al final de la calle había una especie de plaza con bancos y una fuente enorme en medio.

-Me gusta venir aquí. –Se encogió de hombros.

-Está genial. –Miré a mi alrededor hasta que mis ojos se encontraron con los de Julio.

-¿Te gusta? –Se acercó a mí. –Pensé que sería un lugar especial para...

-¿Para qué?

Entonces puso sus manos alrededor de mi cara y me besó. Me sentí bien, pero era una sensación muy extraña besar a alguien que no era Álvaro.

Apenas podía mantener los ojos cerrados unos segundos, porque al hacerlo y no sentir su olor cerca me resultaba imposible.

Al margen de eso, Julio besaba realmente bien.

-¿Vamos a tu habitación o prefieres venir a casa?

-Yo... -Me aparté un poco. –No sé si...

-Bueno, sin prisa. –Besó mi mejilla. –No quiero agobiarte.

Me sorprendió su reacción, pensaba que solo quería acostarse conmigo, pero parecía que me equivocaba.

Me acompañó hasta el hotel y me metí en la cama. No podía dormir, no dejaba de dar vueltas en la cama y pensar en Álvaro.

A pesar de que hacía meses que no sabía nada de él no podía evitar sentir que le había traicionado.

El resto de los días Julio y yo empezamos a ser más cercanos, cada vez pasábamos más tiempo juntos y no iba nada mal. Cuando nos despedimos en el aeropuerto casi se pone a llorar.

-Nos vemos pronto. –Agarró mis manos. –Échame de menos...

-Y tú a mí... -Sonreí. –Hasta pronto.

Volví a España feliz. Atendí a todos los fans que había esperándome con cariño, como antes, cuando siempre era feliz, cuanto Álvaro estaba a mi lado.

Desde que él se había marchado todo era más difícil, sentía el peso del mundo entero sobre mis hombros, y sentía que no podía con él. Pero Julio ayudaba a sobrellevarlo, aunque no lo hacía desaparecer del todo.

David: ¿Nos vemos esta noche? Te echo de menos.

Blas: Claro, invítame a cenar.

David: Eso está hecho.

Llegué a casa y dormí un poco, me di una ducha y me fui a casa de David.

-¿Qué tal todo? –Estábamos los dos cocinando en su casa.

-Bien, no sé. –Respondí. –Es muy raro estar solo.

-Entiendo... Él también te echa de menos.

-¿Has hablado con él?

-Sigue siendo mi amigo.

Sacudí mi cabeza y di una vuelta por la cocina.

-¿Qué te ha dicho?

-¿De verdad quieres saberlo? –Se acercó con un par de platos rumbo al salón.

-Sí, por favor. –Le seguí.

David suspiró y me invitó a sentarme mientras buscaba algo en un cajón.

-Ahora me manda cartas. –Sonrió. –Dice que se ha deshecho de su móvil, quiere evitar la tentación de llamarte.

Queridísimo David,

Esto no es una despedida, aunque suene como tal. Me voy, pero prometo escribirte siempre que pueda. Has sido un gran apoyo todos estos años, y no quiero perderte. Ni a ti ni a Dani.

Me voy porque soy imbécil, porque he dejado marchar a la persona que más quiero en este mundo, y sé que jamás voy a ser capaz de recuperarla.

Quiero pedirte una única cosa: Cuídale, ayúdale a que sea feliz, limpia sus lágrimas, o mejor, no dejes que las derrame, y menos si es por mí, no me lo merezco. Ayúdale a encontrar alguien que le quiera, seguro que hay cientos de tíos que se mueren por hacerle feliz como yo no pude.

Confío en ti, David, eres el mejor. Gracias por todo durante este tiempo.. Prometo escribirte pronto.

Un abrazo, Álvaro.

Las lágrimas caían por mis mejillas sin parar mientras los brazos de David me rodeaban.

-Es idiota, David. –Sollozaba. –No se da cuenta... Jamás voy a ser feliz si no es con él.

-No digas eso...

-Te lo aseguro. He conocido a alguien en México... Pero no tiene nada que ver, jamás voy a sentir por nadie algo como lo que siento por él. Y que no sea capaz de luchar por eso...

-Él piensa que serás más feliz así...

-Se equivoca. –Limpié mis lágrimas. –Pero si es lo que quiere...

David me abrazó aún más fuerte. Nos sentamos a comer en silencio.

-David... ¿Tienes su dirección?

-No creo que sea buena idea, Blas.

-Por favor, él pudo despedirse, pero yo no.

-¿Me prometes que le escribirás solo una?

-Te lo prometo. Por favor. –Sonaba desesperado, pero realmente lo estaba.

David suspiró y se levantó de la mesa. Cuando recogimos todos los platos nos pusimos a ver una película. Al acabar, antes de marcharme, David me dio un papel con la dirección de Álvaro.

-No le digas que he sido yo, ¿vale? –Sonrió.

-No lo haré. –Le abracé con fuerza. –Muchas gracias.


The most beautiful coincidence. ||Blálvaro||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora