Suspensión voluntaria de la incredulidad

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Vaya título. Por una vez, no se trata de un superpoder raro, sino de un concepto literario esencial. Uno que se falla en conseguir en Wattpad tan a menudo que he querido dedicarle este último capítulo del libro.

Y sí, se termina aquí porque no siento que me quede nada por decir. Si caigo en algo que merezca la pena añadir lo haré, pero este capítulo debía escribirse, porque aunque este libro va de creación de poderes, sobre todo es de ayuda para escritores.

El cometido principal de un autor es crear una historia. Una buena historia debe permitirte sumergirte en ella y, mientras la lees, creértela. ¿Por qué? Porque si no te la crees, nada de lo que ocurra a sus personajes te importará.

Leer te permite vivir emociones y situaciones. No puedes sufrir por Romeo y Julieta o atravesar los asombrosos paisajes de la Tierra Media si no te permites creértelos un poco. Por tanto el escritor tiene la misión de involucrar al lector dándole un mundo creíble. 

"Hola, jefe."

Hola, Metiche. ¿Dónde andabas?

"Me he metido en los capítulos de Alianza de Acero, ahora tengo un trabajillo allí."

Pues sí que estamos bien... en fin, ¿qué querías?

"Jefe, esta es una obra sobre poderes sobrehumanos. ¿Qué cuernos habla sobre realismo?"

Ese es un buen punto. Nadie podría disfrutar de Star Trek o las hazañas de Conan si tuvieran que basarse estrictamente en la realidad. No, el caso es que un lector llega a tu historia poniendo a un lado su visión de lo que es real para recibir la que tú le ofrezcas. Si en tu mundo existen los zombies, el lector aceptará el hecho. No creemos en los zombies, pero para disfrutar de la lectura suspendemos voluntariamente esa incredulidad. 

Así que, literarios míos, vais ya con esa gran ventaja. El lector confía en que creéis un mundo para él. Cede su incredulidad. Lo que no cede es su sentido de la lógica. Por tanto:

Punto 1: Tu mundo debe ser coherente.

Siguiendo con el ejemplo de los zombies: los supervivientes descubren, en tu historia, que el único punto débil de esos monstruos es el corazón.

"¿Cómo que el corazón? Querrás decir el cerebro."

No, Metiche. Yo creo las normas de este mundo, ¿recuerdas? Puedo sorprender al lector jugando con sus expectativas. En esta historia de ejemplo, el corazón es el punto débil de los zombies porque lo que levanta a los muertos es una especie alienígena que ocupa el lugar del corazón y desde ahí anima al cadáver y lo usa para cazar y nutrirse.

"... odio admitirlo, jefe, pero esa historia es genial. Me gustaría leerla."

Tal vez puedas. La cuestión es que luego, huyendo, a los protagonistas les cae encima un zombie que es sólo una cabeza, un hombro y un brazo, rugiendo y gimiendo.

"¿Qué? ¿Y el corazón?"

No hay.

"¿QUÉ? ¡Eso es estúpido! ¡No tiene sentido!"

Exacto, Metiche. He roto las reglas de mi historia para conseguir otro efecto, en este caso un zombie muy horrible y grotesco, pero incoherente con lo demás que sabemos. Así que no es creíble y eso molesta a los lectores. Pueden disfrutar la escena, pero se les queda un mal sabor de boca. Tengo dos maneras de arreglar esto:

1) Corregirlo. Busco otra manera de conseguir representar lo que quiero que sí sea acorde con las reglas que he creado. ¿Qué tal un zombie que fuera sólo un torso con brazos, sin piernas ni cabeza? Sería tan horroroso y deforme como pretendía y sería plausible.

Ayuda para escritores: Creación de superpoderesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora