Hoy mi padre me ha mandado al correo por un paquete. Me dijo que no me haría mal la caminata camino al trabajo. Sin embargo, se que llegaré tarde. Tal vez demasiado tarde como para alcanzar a Emma.
He decido tomar el metro en cuanto siento que una gota de agua cae en el dorso de mi mano. Apretando las correas de mi mochila, corro por las escaleras en el lado que me toca. Suspiro con alivio al notar que el siguiente metro llega en dos minutos y mientras me siento en una de las bancas rayadas.
Pienso que me va a dar gripe, porque hace rato que traigo calentura y la nariz roja como una baya. Mis audífonos me refugian de la ruidosa estación mientras escucho una canción de Los Beatles. Siento como la gente va tomando asiento a mi lado mientras me vengo distrayendo al leer los anuncios de publicidad pegados a la pared.
Falta algo así como 1 minuto para que llegue el metro y de alguna manera, parece que el reloj avanza en horas. La gente se está amontonando esparcidamente detrás de la raya límite que te manda a ser perseguido por guardias si te través a cruzarla. Me paro de mi asiento sintiendo el trasero acalambrado junto a un dolor de cabeza notable. La gripe está invadiendo mi cuerpo.
Me abro paso hasta el frente de la multitud, no me gusta perder mi tiempo esperando a que todo el mundo entre. Es ahí cuando me doy cuenta.
Delante de mí, echando una sonrisa traviesa, está Emma con su mascada salmón. Las vías del metro es lo único que nos separa para estos momentos y dudo entre saltar a ellas o no. Le sonrió mientras escucho de fondo el motor del metro acercándose progresivamente.
En un gesto confiado, me dedica un saludo con la mano mientras siento que me muero un poquito de emoción dentro de mí. Trato de parecer lo más relajado posible mientras me sonrojo inevitablemente. Su metro llega antes que el mío y pasan unos segundos antes de que me de cuenta que se ha ido.
El metro se va en dirección contraria a la mía. Emma se va sonriéndome detrás de la ventana que nos separa cuando subo a mi vagón. Toda la gente se amontona a mi al rededor dándose empujones y tironeandose. La música de los Beatles me sigue acompañando y a lo lejos, la sonrisa de Emma también lo hace. Entonces ella se ha ido, se ha desvanecido como humo.
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Un último verano
Historia CortaÉl siempre ha sido un chico tímido. Ella no le tiene miedo a la opinión de los demás. Él gusta de cosas simples. Ella siempre se aventura a lo desconocido. Él gusta de ella. Ella no sabe que él existe. Él tiene un verano para conocerla. Ella va a re...